Diseño superado
Dr.FERNANDO ZAMORA CASTELLANOS
Abogado constitucionalista.
Publicado por el Periódico La Nación el día 1 de julio 2008.
http://www.nacion.com/ln_ee/2008/julio/01/opinion1600373.html
Dr.FERNANDO ZAMORA CASTELLANOS
Abogado constitucionalista.
Publicado por el Periódico La Nación el día 1 de julio 2008.
http://www.nacion.com/ln_ee/2008/julio/01/opinion1600373.html
El reportaje que publicó en días pasados este periódico sobre la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS) ( La Nación , El País , 23/junio/08)merece toda la atención. Tal y como se trasluce del enfoque que se le da al trabajo periodístico, ciertamente, el diseño jurídico y el concepto funcional de dicha dependencia estatal, se encuentra ya superado.
A la luz de la Constitución, la DIS tiene su fundamento en la protección –en primer término–, de los ideales de independencia, soberanía y libertad nacional. Recogidos en el título primero de nuestra Carta Magna, estos representan aquellos principios que resguardan, no nuestra libertad individual, sino nuestra libertad colectiva. De ahí que en teoría, sobre la DIS recae, como su más vital función, una importante parte de la responsabilidad en el resguardo de esa libertad nacional, y para lo cual debe recabar información que se genere tanto dentro, como fuera de nuestras fronteras.
En un mundo cada día más azotado por poderosas mafias internacionales, terrorismo y narcoguerrillas, es lo ideal que un país pequeño y desarmado como el nuestro, pueda contar con instrumentos de seguridad básicos que permitan un especializado recaudo informativo proveniente del exterior. De hecho, por esa razón muchas naciones del orbe cuentan con eficientes servicios de información en seguridad nacional recabando vital información allende sus fronteras. Sin embargo, en razón de un principio constitucional de especialización de las funciones estatales, esta parte operativa de la DIS debe estar estrictamente sujeta a la dependencia funcional y administrativa de la entidad que atiende la materia, como lo es el Ministerio de Seguridad Pública.
Cometido de la DIS. Así podríamos contar con una entidad especializada que recabe información relacionada con los movimientos internacionales de mafias y de terrorismo político. Al conocer de las inhumanas prácticas en las que caen las narcoguerrillas, o los grupos radicales islámicos, resulta claro que esto es especialmente urgente, pues la globalizada violencia política de hoy, carece de una sincera justificación moral, y se ha hecho evidente que las acciones de estas mafias políticas están motivadas en una ralea de oscuros intereses. Un reciente informe de la ONU reveló que los grupos insurgentes están dominando el tráfico mundial de drogas. En segundo término, la otra razón de existencia que otorga la Constitución a la DIS, radica en la necesidad de defender y dar estabilidad a todo el sistema de poder político que nuestra Constitución diseña y establece.
En el afán de cumplir con este último objetivo, la DIS tiene como una responsabilidad legítima recabar información que prevenga y evite, básicamente, la comisión de delitos contra los poderes públicos y el orden constitucional de la nación. Resulta que, en su mayoría, estas conductas están tipificadas en el título duodécimo de nuestro Código Penal. Tratándose de normas de carácter estrictamente punitivo y en pro de una mayor neutralidad valorativa sobre los hechos que debe instruir, esta última función debería ser trasladada de la DIS al Organismo de Investigación Judicial, en su condición de auxiliar de los tribunales de justicia. Esto, por cuanto es el Poder Judicial, al fin de cuentas, quien finalmente deberá resolver los casos que se remitan producto de los procesos de instrucción que sean derivados de denuncias confiables. Así las cosas, y bajo la guía que nos suministra ese faro que es la Constitución, yerran las dos posiciones contrapuestas d el reportaje.
Por una parte, se equivoca el Fiscal General al pretender que desaparezca de nuestro ordenamiento la policía de inteligencia, también denominada “política”. Por las razones señaladas, esta debe existir como dependencia del Ministerio de Seguridad Pública. Finalmente, también se equivocan quienes pretenden mantener intacto el vigente estado de cosas en dicha dependencia, ya que la vetusta concepción organizativa y funcional que actualmente ostenta la torna en una potencial amenaza contra los derechos de las minorías. De ahí la vital importancia del reportaje
A la luz de la Constitución, la DIS tiene su fundamento en la protección –en primer término–, de los ideales de independencia, soberanía y libertad nacional. Recogidos en el título primero de nuestra Carta Magna, estos representan aquellos principios que resguardan, no nuestra libertad individual, sino nuestra libertad colectiva. De ahí que en teoría, sobre la DIS recae, como su más vital función, una importante parte de la responsabilidad en el resguardo de esa libertad nacional, y para lo cual debe recabar información que se genere tanto dentro, como fuera de nuestras fronteras.
En un mundo cada día más azotado por poderosas mafias internacionales, terrorismo y narcoguerrillas, es lo ideal que un país pequeño y desarmado como el nuestro, pueda contar con instrumentos de seguridad básicos que permitan un especializado recaudo informativo proveniente del exterior. De hecho, por esa razón muchas naciones del orbe cuentan con eficientes servicios de información en seguridad nacional recabando vital información allende sus fronteras. Sin embargo, en razón de un principio constitucional de especialización de las funciones estatales, esta parte operativa de la DIS debe estar estrictamente sujeta a la dependencia funcional y administrativa de la entidad que atiende la materia, como lo es el Ministerio de Seguridad Pública.
Cometido de la DIS. Así podríamos contar con una entidad especializada que recabe información relacionada con los movimientos internacionales de mafias y de terrorismo político. Al conocer de las inhumanas prácticas en las que caen las narcoguerrillas, o los grupos radicales islámicos, resulta claro que esto es especialmente urgente, pues la globalizada violencia política de hoy, carece de una sincera justificación moral, y se ha hecho evidente que las acciones de estas mafias políticas están motivadas en una ralea de oscuros intereses. Un reciente informe de la ONU reveló que los grupos insurgentes están dominando el tráfico mundial de drogas. En segundo término, la otra razón de existencia que otorga la Constitución a la DIS, radica en la necesidad de defender y dar estabilidad a todo el sistema de poder político que nuestra Constitución diseña y establece.
En el afán de cumplir con este último objetivo, la DIS tiene como una responsabilidad legítima recabar información que prevenga y evite, básicamente, la comisión de delitos contra los poderes públicos y el orden constitucional de la nación. Resulta que, en su mayoría, estas conductas están tipificadas en el título duodécimo de nuestro Código Penal. Tratándose de normas de carácter estrictamente punitivo y en pro de una mayor neutralidad valorativa sobre los hechos que debe instruir, esta última función debería ser trasladada de la DIS al Organismo de Investigación Judicial, en su condición de auxiliar de los tribunales de justicia. Esto, por cuanto es el Poder Judicial, al fin de cuentas, quien finalmente deberá resolver los casos que se remitan producto de los procesos de instrucción que sean derivados de denuncias confiables. Así las cosas, y bajo la guía que nos suministra ese faro que es la Constitución, yerran las dos posiciones contrapuestas d el reportaje.
Por una parte, se equivoca el Fiscal General al pretender que desaparezca de nuestro ordenamiento la policía de inteligencia, también denominada “política”. Por las razones señaladas, esta debe existir como dependencia del Ministerio de Seguridad Pública. Finalmente, también se equivocan quienes pretenden mantener intacto el vigente estado de cosas en dicha dependencia, ya que la vetusta concepción organizativa y funcional que actualmente ostenta la torna en una potencial amenaza contra los derechos de las minorías. De ahí la vital importancia del reportaje