Abogado constitucionalista.
Publicado en el Diario La Nación:
http://www.nacion.com/opinion/foros/ICE-Recope-Reinventar-Segunda-Republica_0_1596640321.html
En días pasados se ha celebrado el 65
aniversario del PLN y 68 de la Segunda República. Cuando la patria los vio
nacer, Costa Rica carecía de modelo energético, y su matriz dependía de
transnacionales que reducían a simple negocio comercial nuestras necesidades de
energía. En ese campo, nuestra nación
era una geografía electrificada con petróleo por la Electric Bond and Share, y a duras penas, en las principales
cabeceras de provincia. Con la II
República, surge el ICE, y años después RECOPE. El primero fue el responsable de
que las comunicaciones y la energía eléctrica llegaran hasta el último rincón
de nuestra geografía, y de que en el 2015, el 99% de la energía producida por
nuestro sistema eléctrico provenga de fuentes renovables. Respecto de RECOPE, pese
a que en los últimos años su labor se ha limitado a garantizar la distribución
e importación de hidrocarburos, recientemente se ha dirigido a establecer, en
alianza con el Instituto Baudrit, una planta experimental de biodiesel en el plantel
El Alto. Allí desarrolla tecnología de producción con higuerilla y jatropha,
entre otras posibilidades. De hecho, se establecen instalaciones de almacenamiento y dosificación de
producto para la puesta en marcha de mezclas de hidrocarburo con etanol y
biodiesel. El embrión de lo que debería ser su futuro. Ahora bien, el desafío
de las nuevas tecnologías energéticas, obliga a ambas entidades a adecuarse a
las nuevas circunstancias mundiales, o perecer. La modernización de ambas debe
ajustarse al guión que el desarrollo y las necesidades mundiales exigen.
Así, ser el motor de un programa energético nacional, es el sueño
superior y el papel en el que el ICE y RECOPE deben concentrarse. En el caso de
RECOPE, el guión mundial impone el paso desde los combustibles fósiles hacia
las energías limpias, por lo que su desafío será reinventarse, desde una
inexistente refinadora y actual distribuidora de hidrocarburos, hacia una “Empresa costarricense de combustibles” (podríamos
distinguirla con las siglas similares ECOM), que desde ya amplíe su oferta de
servicio público a la adquisición de biomasa para producir combustible no
derivado de fósiles, siendo energía renovable y ambientalmente amigable. Un
posible ECOM, tendría que nacer para impulsar la revolución agroindustrial de
la biomasa, e iniciar la ruta hacia la libertad del chantaje petrolero, lo que
provocaría un ahorro de divisas mucho mayor a los mil millones de dólares
anuales. Tal ahorro permitiría que los recursos financieros se mantengan
circulando en nuestra economía interna, estimulando un efecto multiplicador. Al
mismo tiempo, la
responsabilidad del Estado nacional es la inmediata instauración de un modelo
de sustitución de importación petrolera, en función del uso tanto de biocombustible,
como de energía eléctrica en el parque automotriz. Pero para hacer posible dicho
modelo de sustitución de importaciones, éste debe responder a un programa
nacional de energía y una agenda consecuente. Por ejemplo, en el caso del
desarrollo de los biocombustibles, el nuevo ECOM esencialmente sería
responsable de establecer las metas de un plan nacional agroindustrial de
producción de biomasa, con un calendario de producción y compra masiva de ésta,
sustituyendo así, gradual pero sostenidamente, la importación petrolera por
biocombustible y electricidad hasta la casi total extinción de la importación
de petróleo en un plazo calendarizado. Vale advertir que en esta nueva
posibilidad no se debe pretender ampliar el monopolio, no solo por la
dificultad legal implícita en ello, sino porque significaría un retroceso que
limitaría el desarrollo de la actividad. Si RECOPE, -o más bien el nuevo ECOM-, logra
tomar ese rumbo, justificaría de sobra su costo operativo.
Ahora bien, en el caso del ICE, ¿cuál guión impone el mundo a la
entidad? Según estadística compartida con Rolando Araya Monge, -uno de los costarricenses
más acuciosos en el tema- el costo de un KW de potencia de una celda solar anda
en una cifra aproximada a los $300 (hidro 4500). Las estimaciones proyectan que
ese costo de celdas será de $150 dólares en un lapso cercano a los dos años,
$75 en cuatro, y $18 en aproximadamente ocho. En más de diez años, el costo se
acercaría a los $4 dólares. Virtualmente electricidad gratuita, por lo que se
puede tener una capacidad instalada de diez o veinte veces la necesaria, y compensar sobradamente las horas sin sol. Aún
más, como bien lo ha señalado el experto en temas de energía Ricardo Solera, la competencia
más disruptiva para el ICE -y las empresas distribuidoras-, es la llamada “generación
distribuida”, donde el consumidor generará su propia electricidad sin necesidad
de utilizar redes de transmisión y distribución, modalidad que en Norte América
y Europa ya ha hecho perder gran parte del valor de las empresas eléctricas
centralizadas. Muy similares al ICE por cierto. Y no hay porqué dar por sentado
que a nuestra institución no le pueda afectar esta tendencia del mercado
tecnológico. La respuesta ha consistido en iniciativas que, aunque bien intencionadas, son
insípidas; por ejemplo la decisión de convertir al ICE en una empresa de
construcción de obra. El tiempo apremia, y es indispensable responder a la
emergencia que impone esta implacable revolución de la tecnología energética. En
primer término, el ICE debe acelerar su paso en el desarrollo de
infraestructura de energía solar. No debe esperar a que sean sus competidores
transnacionales los que, súbitamente, llenen el espacio que tal tecnología está
abriendo en el mundo, y que indefectiblemente nos alcanzará. Por otra parte, el
ICE debe ser consciente que, gracias a su meritoria labor en el desarrollo de
la energía hidroeléctrica, y con el costo marginal cercano a cero de la energía
eléctrica de fuente solar, podríamos estar a las puertas de una futura abundancia
ruinosa de energía hidroeléctrica. Para sostener nuestra millonaria inversión
en infraestructura hidroeléctrica, y evitar que después de tanto esfuerzo las
represas se conviertan en piezas de museo, el ICE debe ultra estimular la
demanda eléctrica en detrimento de la petrolera. Para compensar el
desequilibrio por sobreoferta de electricidad, el ICE debe concentrarse desde
ya en promover medidas para aumentar la demanda eléctrica futura. ¿Cómo? presionando
seriamente por ejemplo, en favor de
leyes y decretos que provoquen que una parte importante del parque vehicular
del país sea eléctrico. fzamora@abogados.or.cr