martes, 22 de abril de 2008

¡La prioridad de la agenda nacional!

Leía en esta página un artículo del economista Alberto Franco acerca de las conclusiones de la Consulta de expertos San José 2007. Estas consisten en la enumeración de un inteligente conjunto de acciones a tomar por los estados, enmarcadas dentro de un hipotético panorama descrito, -más bien suposición- sobre qué hacer en el plazo de un quinquenio, si Latinoamérica pudiese destinar una alta suma de dinero para el desarrollo. La pregunta de fondo era, ¿Cómo invertir para nuestro bienestar?

Me permito tocar con mis manos sucias las conclusiones de ese olimpo de economistas, aprovechando ese artículo para promover una reflexión sobre cómo Costa Rica podría convertirse en una nación que, -ciertamente-, pudiese contar con esos quiméricos recursos de tal forma que podamos invertir permanentemente en desarrollo y distribución de riqueza. Se ha demostrado, a través de la historia humana, que son las distintas sociedades que han logrado hacerse del control de la materia prima energética, quienes han logrado los recursos para impulsar descomunalmente su desarrollo o por el contrario, su derroche.

Algunos ejemplos modernos de los que podemos echar mano son, entre otros, el de la Costa Rica de la segunda mitad del siglo XX, que logró una importante fuente de recursos para el crecimiento a partir de la ejecución de una primera gran etapa de su programa energético y cuyo proyecto cumbre en esta materia está hoy operando en Arenal. El Japón, sin mayor materia prima autóctona, ha terminado de despegar como potencia mundial gracias al impulso de la tecnología nuclear como fuente energética de producción industrial y para fines no bélicos y como último ejemplo de esta tesis, el realismo mágico venezolano, -una disfunción patológica de los anteriores ejemplos-, que ha consistido en la posibilidad que han dado al gobierno venezolano sus reservas nacionales de energía petrolera, para realizar el más grande gasto que ha conocido la historia latinoamericana, en financiamiento, -o más bien derroche-, para diversas acciones, aún de clientelismo político internacional, en función de la promoción del régimen propietario de esas reservas.

Estos casos de la historia reciente son reflejo del hecho de que el motor del desarrollo económico arranca con el impulso que ofrecen las fuentes de materia prima energética nacionales. Como ciudadano, desde tiempo atrás he clamado insistiendo por escrito en mi preocupación acerca de la urgentísima necesidad para nuestro futuro de implementar de inmediato la segunda gran etapa del programa de desarrollo de energía hidroeléctrica, que es el Proyecto Boruca, el cual a nadie parece preocuparle y duerme el sueño de los justos.

Para quienes me repliquen que esta es una costosa obra de infraestructura energética, para la cual no hay dinero, les contesto con la historia: la Costa Rica de la década de 1960 del siglo pasado-, con menos recursos financieros, pero con más determinación política, conquistó la ejecución de la portentosa obra que hoy inunda lo que un día fuera la población del Arenal y que es una columna de nuestro actual suministro energético y calidad de vida. Indigna pensar que podríamos ser una potencia exportadora de energía limpia a Panamá y mesoamérica, y en su lugar caemos en una asfixiante dependencia de las importaciones petroleras que, al igual que la deuda pública, continúan hipotecando el futuro bienestar de las nuevas generaciones. Los recursos que generaría en ahorro y exportación dicho proyecto, colaborarían enormemente en el logro de los montos de inversión con los que los expertos de la Consulta de San José teorizaron con entusiasmo académico.

Sin duda esta debería ser la prioridad de la agenda nacional, y al menos, de forma indudable, de las autoridades del ICE. No me explico ¿como no lo ha sido? Perseveraré insistiendo en esta idea mientras me lo permita la paciencia de quienes dirigen nuestros rotativos nacionales, e invito a la comunidad nacional a insistir sobre esta idea ante el Presidente Arias y ante las distintas autoridades políticas del país.

Dr. Fernando Zamora.
Abogado constitucionalista.

Publicado:La República, 22 de abril 2008.

jueves, 17 de abril de 2008

Programa para el desarrollo

Cuatro proyectos para mejorar la calidad de vida de las futuras generaciones

Junto con otros ensayistas, me correspondió participar en el fascículo “Esbozos de un nuevo estado socialdemócrata en Costa Rica”, publicado hace varios años por la Editorial Juricentro, el cual reunía breves escritos sobre temas de Estado desde esa perspectiva ideológica.
En el ensayo relativo a un programa mínimo de la socialdemocracia en Costa Rica afirmé entonces que había cuatro proyectos urgentes que nuestro partido debía implementar como gobierno para garantizar el desarrollo nacional. Hoy insisto en estas ideas, pues siguen vigentes.

Energía. Continuar posponiendo la ejecución del gran proyecto hidroeléctrico Boruca es el mayor robo de bienestar y calidad de vida que se le está haciendo a las futuras generaciones. La consecución de este proyecto convertiría a Costa Rica en una potencia exportadora del área mesoamericana en materia de energía limpia. Seguir posponiendo su ejecución condena al país a una dependencia esclava del chantaje petrolero.

Infraestructura. Hay dos proyectos urgentes que finalmente empiezan a caminar gracias a los esfuerzos de nuestro Gobierno. El primero, la finalización de la arteria vial que unirá el Valle Central desde Ciudad Colón hasta Orotina, de ahí a la zona sur, vía costanera, y la norte, vía Puntarenas. Esto aliviará el hacinamiento urbano del Valle Central, trasladando desarrollo al Pacífico Central a manera de una nueva capital de servicios y turismo, y permaneciendo la meseta central como polo de desarrollo industrial. El otro proyecto es la modernización de los puertos marítimos, indispensable para promover nuestras exportaciones y las inversiones en el país.

Educación. Lo más urgente es recuperar la brecha cualitativa entre la educación general básica pública y la privada. Para que esto sea posible, se necesita concebir de forma distinta al Ministerio de Educación. Este debe descentralizar todas sus funciones administrativas en favor de los centros educativos y enfocarse exclusivamente en la inversión y mejoramiento constante de la calidad de la enseñanza. En aspectos como la inversión educativa, deberá aplicar una estrategia similar a la utilizada con los colegios científicos y crear en las distintas regiones del país polos de alta calidad educativa pública en los centros de desarrollo geográfico, de forma que la enseñanza de alta calidad esté al alcance de más población de menos recursos.

Materia hacendaria. Reiteradamente se ha afirmado la verdad evidente de que, más que nuevos impuestos, urge cobrar debidamente los ya existentes. En sus orígenes como nación, nuestro país conoció la institución de la mayordomía hacendaria, que consistía en permitir la participación de entidades privadas debidamente acreditadas en el control de la evasión tributaria, recibiendo, en pago de sus servicios, un porcentaje predeterminado de lo recaudado en multas. Este mecanismo existiría exclusivamente como un complemento de los procesos ordinarios de control y fiscalización ya existentes que hace el Estado por sí mismo, y sin que la recaudación escape de ninguna forma de sus manos.

Soy un convencido de que lo expuesto aquí, muy brevemente, representa un programa mínimo e impostergable de desarrollo que puede incentivar el mejoramiento de la calidad de vida de las futuras generaciones de costarricenses.

Dr. Fernando Zamora.

Abogado constitucionalista.

Publicado: La Nación, 17 de abril 2008.
http://www.nacion.com/ln_ee/2008/abril/17/opinion1501216.html