Dr. Fernando Zamora Castellanos.
Abogado constitucionalista
Publicado en el diario La Nación: http://www.nacion.com/opinion/foros/Romero-Popieluzsko_0_1493450647.html
El reporte fue elaborado por los agentes del Servicio de Seguridad del
Estado polaco y registrado en los archivos del temido Ministerio del Interior. Literalmente
el parte rezaba: “el 8 de octubre de 1984,
en la Parroquia de Bytomiu, al ser las 18 horas, Popieluzsko celebró misa; en
su homilía subrayó el significado de la dignidad humana, de la libertad
concedida por Dios, y también de la facultad de discernir la verdad de la
mentira; En un momento de la ceremonia, animó a la oración para que los niños
en Polonia fueran educados en el espíritu del amor a Dios y a la Patria; además
cantaron la frase: ¡Dios ha creado a Polonia, dígnate devolvernos la patria
libre, Señor! Ante esa exclamación, cientos de extremistas levantaron los dedos
formando la letra V, la de la victoria.” Lo anterior fue el parte policial
con el que se registró una de las últimas actividades realizadas en vida por el
sacerdote polaco Jerzy Popieluzsko. Pocos días después fue secuestrado y
asesinado por varios agentes de seguridad del régimen socialista de Wojciech
Jaruzelski. Al Padre Popieluzsko se le perseguía porque en el púlpito de su
Iglesia, hacía declaraciones como las que aparecían en el reporte de
inteligencia antes transcrito, y que eran consideradas subversivas. En la
Polonia del materialismo laicista anterior a 1989, ser cristiano no era fácil. En
el verano de 1980 los trabajadores del acero de la Ciudad de Varsovia quisieron
solidarizarse con los obreros de Gdansk. Para ello, se levantaron en protesta
encerrándose en la acerería, y durante el encierro reclamaron la presencia de
su cura párroco.
Llamado. Allí es cuando el Padre Popieluzsko inicia su llamado hacia el martirio,
pues a partir de ese momento se caracteriza por su carisma, su combativa
defensa de la libertad y su testimonio de amor cristiano. Gracias a sus
comprometidos sermones, su parroquia de Stanislao de Kotska se torna, -paulatinamente-,
en el epicentro de la resistencia polaca contra el régimen marxista que entonces
subyugaba al país. Un cronista de su
biografía, -el escritor José Alvarez de las Asturias-, relata que el régimen estaba
especialmente incómodo con sus prédicas, pues éstas eran una incendiaria mezcla
de espiritualidad y patriotismo. De hecho, Popieluzsko y su parroquia,
representaron un pilar del naciente sindicato democrático Solidaridad, pues en
sus homilías defendía la libertad política, religiosa y sindical de los
trabajadores agrupados alrededor del sindicato. Cuando en 1981 se impone en
Varsovia la ley marcial, la potente bota militar no detiene la voz valiente del
cura Popieluzsko. ¡La verdad vencerá!, espetaba en sus cada vez más
multitudinarias misas. Ellas fueron su pena capital. De 1980 hasta su asesinato
en 1984, fue constantemente espiado, acosado, arrestado y finalmente torturado.
Romero. Su historia tiene paralelismos con la del Arzobispo
salvadoreño, Monseñor Oscar Arnulfo Romero. De hecho, ambos murieron en
martirio. La lucha de Romero no fue contra el laicismo materialista del marxismo,
sino contra una manifestación distinta del mal. Romero fue entronizado como
Arzobispo en el año 1977. El contexto nacional en el que el Arzobispo de San
Salvador ejerció su prelatura, fue particularmente traumático. El pueblo
salvadoreño, venía arrastrando el lastre de cientos de años de desigualdades culturales
que provocaron un esquema de propiedad de los medios productivos muy injusto.
Desde sus orígenes, lejos de ser una sociedad gradual y pacíficamente
colonizada, la de El Salvador fue una sociedad, -no solo conquistada a sangre y
fuego-, sino con profundas diferencias culturales y étnicas. Esto provocó que,
desde sus mismos inicios como nación, el salvadoreño no fuese un pueblo que
caminara a un unísono tañer de campanas de progreso. Por ejemplo, en su etapa originaria
de desarrollo agrario, la tierra, -que era la fuente primaria de riqueza y
acumulación de capital-, estaba brutalmente concentrada. Posteriormente, en el
siglo XX, durante la segunda etapa, -la del desarrollo industrial y de
servicios-, los poderosos terratenientes salvadoreños diversificaron su
actividad originaria, pero mantuvieron acumulada en sus manos la capacidad
productiva del sector industrial y de servicios. Y para agravar la situación, a
diferencia de otras naciones latinoamericanas, -como Costa Rica, Chile o
Uruguay-, el desarrollo del Estado social de derecho salvadoreño fue
prácticamente inexistente. Esa abrumadora concentración de la actividad
productiva, fue una siembra de vientos que provocó una situación de miseria e
inequidad. Una tempestad. Finalmente, tal injusticia se tradujo en una
violencia social y represión que desembocó en la guerra civil que asoló al
Salvador desde finales de la década de 1970 y hasta la firma del plan Arias
para la paz centroamericana.
Represión. A Romero le correspondió enfrentar, no solo los
drásticos métodos represivos de la cúpula militar salvadoreña que dirigió la
contrainsurgencia, sino también la frivolidad y la codicia de los sectores
económicos que, por su afán de acumulación material, no aceptaban ninguna
apertura del sistema socioeconómico productivo de aquella sociedad. Ante esa
realidad, Romero, -al igual que lo hizo Popieluzsko-, levantó su voz desde el
púlpito y desde la organización de las comunidades eclesiales. Sus homilías
eran particularmente vehementes contra el egoísmo generado por la inequidad y
la opresión del pueblo salvadoreño. Su llamado final a la cordura de los
militares, -la cual hizo en su homilía dominical del 23 de marzo de 1980-,
será, por siempre, una de las frases más recordadas de la historia de la
civilización: “En nombre de Dios, y en
nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más
tumultuosos, les suplico, les ruego, ¡les ordeno! En nombre de Dios: ¡Cese la
represión! Al día siguiente, el lunes 24 de marzo, Romero moría asesinado
mientras oficiaba misa en el Hospital de la Divina Providencia.
Mártires. Romero y Popieluzsko son dos mártires que entregaron
sus vidas por confrontar la verdadera espiritualidad frente a los materialismos
de ambos espectros. Por una parte, Popieluzsko confrontó el materialismo
laicista de los condicionamientos ideológicos. Por otra parte, Romero confrontó
el materialismo de la codicia económica.
Son mártires, pues, sin duda, ¿qué es un mártir, sino aquel que decide
aceptar su llamado en Dios, aún si las circunstancias le insinúan una muerte
inminente? En una de sus últimas homilías, -poco antes de morir-, Popieluzsko
dejó sentado el mensaje que es una portentosa herencia a los pueblos: “Te doy gracias, -dijo- por todos los que no se dejan vencer por el
mal, porque al mal vencen con el bien. Para vencer el mal con el bien hay que
cuidar la virtud de la valentía. Pobre de aquella sociedad cuyos ciudadanos no
se guían por la valentía.” fzamora@abogados.or.cr