Abogado constitucionalista.
Publicado en el periódico La Nación
http://www.nacion.com/opinion/foros/Leopoldo-preso-libre_0_1619838001.html
Aprovechando una breve escala,
adquirí en un aeropuerto internacional el libro “Preso pero libre”, que recoge las hojas escritas por Leopoldo López
que logró filtrar desde la cárcel de Ramo Verde, Venezuela. Aunque es editado
por Planeta, no lo he visto en librerías nacionales. Me preocupa sospechar que
por nuestra crisis cultural -traducida en pocos lectores-, nuestras librerías estén
convirtiéndose en almacenes de artículos varios. La librería física es una
herramienta fundamental del saber, pues en ella se puede revisar u ojear,
previo a adquirirlos, la totalidad del texto de una gama de libros. Aquí la web
también se convierte en arma de doble filo contra la cultura.
Las notas de Leopoldo son
estremecedoras. Reflejan el grado de iniquidad al que ha llegado esa dictadura.
En días recientes, el Tribunal de Apelaciones ha confirmado la sentencia en su
contra, en un proceso plagado de vicios. Al conocer los detalles, como
constitucionalista, no puedo dejar de pronunciarme clamando a nuestro Gobierno,
por una posición de denuncia internacional firme. Enuncio una breve enumeración
de ejemplos de los atropellos allí evidentes. Primeramente, la acusación de la
fiscalía venezolana contra Leopoldo se hace sin investigación de por medio. ¿Por
qué lo aseguro? porque una acusación tan compleja -como lo es la imputación de
terrorismo contra un líder político opositor-, se aprobó tan solo cuatro horas
después de los hechos que se reprochaban, y eso es absurdo. Además, al momento
de allanar la vivienda de los López, se le informa a la familia que Diosdado
Cabello -líder del régimen y expresidente del parlamento-, sin ser funcionario
del poder judicial, se dirigía hacia el hogar allanado. Llegó a coaccionar a
los familiares de López para que lo convencieran de desistir de su combate
moral. Si Venezuela en teoría aún es república, ¿por qué un alto jerarca del
régimen se involucró personalmente en la gestión de una diligencia judicial?
Ya preso, el opositor ha sido
víctima de innumerables actos de tortura. Por obligada síntesis, citaré solo
algunos. Constantes períodos de confinamiento absoluto durante semanas. A
diferencia de los presos ordinarios, tanto a López como a otros reos políticos
-Scarano, Ceballos y Lucchese-, se les ha impedido el acceso a las áreas
comunes, a la biblioteca, la precaria cafetería, las zonas de ejercicio, y a la
misa que oficiaba los domingos el Presbítero Antonio Conceicao. Uno de los casos
graves de tortura en su contra, sucedió la madrugada del 26 de julio del 2014,
cuando treinta encapuchados, sin custodios ni fiscales, ingresaron armados a su
celda. Allí lo golpearon y le incautaron documentos de su defensa, sus notas,
libros y cuadernos con información personal. Posteriormente se determinó que los
asaltantes eran miembros de la dirección de contrainteligencia militar, uno de
los temidos brazos represores del régimen. Un segundo caso grave sucedió la
noche del sábado 25/10/ 2014, cuando Homero Miranda, su indigno carcelero, -director
del penal, hombre fanático e imbuido de odio-, incitó a sus subalternos al
lanzamiento de excremento por las ventanas de su calabozo, dando además instrucción
inmediata de cortar el suministro de agua por más de doce horas, impidiendo así
el aseo de la celda. Posteriormente, a principios del año 2015, contando ya con
un año de encarcelamiento, nuevamente se le decomisaron sus libros y
pertenencias siendo trasladado a un calabozo de 2x2 metros con un único baño
anexo que debía compartir con treinta prisioneros.
Aún más, López no cuenta con
comunicaciones privadas. Cualquier comunicación que tiene con sus defensores
son grabadas, incluso las íntimas como las que realiza a su cónyuge. En un
régimen constitucional, todo recluso tiene derecho a comunicarse en privado con
sus defensores y familia, sin que esas comunicaciones sean interceptadas salvo
orden previa de un juez. Continúo: su procesamiento careció de las condiciones
mínimas que requiere el ceremonial judicial, al extremo que la audiencia de
presentación ante el juez, realizada el 19/2/2014, se llevó a cabo en un
autobús, cual si aquel fuese una sala de audiencias. En el proceso penal no se permitieron
pruebas ni testigos en su defensa. El debate no fue público, ni se autorizó el
careo. El hecho que esencialmente se le imputó a López es una supuesta
incitación a la violencia, pues la marcha que convocó -pese a que era pacífica-,
degeneró en el asesinato de dos personas. Aunque los testigos aseguran que
dichas muertes fueron orquestadas por las mismas fuerzas represoras, a los
defensores de López no se les permitió aportar ninguno de sus más de cien
testigos, ni tampoco más de treinta videos. No tuvo oportunidad de prueba de
descargo. Y pese a que Rosa Azuaje – la perito experta ofrecida por el mismo gobierno-,
no halló delito alguno en los discursos pronunciados por Leopoldo en enero y
febrero del 2014, éstos fueron la justificación fundamental de su condena. El
corolario de tal farsa, fue el escape del fiscal Nieves quien, una vez
exiliado, reconoció que todo el caso fue un montaje.
En esta hora de sombras para
Venezuela, los escritos clandestinos de Leopoldo contienen profunda sabiduría. Allí
revela que, en la oración y en una íntima relación con Jesucristo, halló la
fortaleza para enfrentar su noche oscura: “He
profundizado el sentido de la oración, y ya no es un ejercicio de rutina, pues
acá orar es una conversación íntima con Jesús; ha sido uno de los pilares
fundamentales de mi fortaleza en la cárcel.” Escribió que recibe inspiración
de la vida ejemplar del Obispo jesuita Van Thuan, perseguido y encerrado durante
diez años por los comunistas vietnamitas. Asegura que la principal frustración
del preso es la expectativa de cuándo será libre, pues al no ver materializado
su deseo, cada día es una decepción. Sin embargo, a raíz de esa disposición
espiritual, afirma que: “saldré sin
rencores, a seguir luchando por la libertad del pueblo venezolano”.
Cuando a Costa Rica la gobernó
Figueres Ferrer, Monge, o Arias -siendo tiempos más peligrosos pues estábamos
rodeados de satrapías amenazantes-, nuestra política exterior tuvo un
denominador común: valentía. Pese a esas amenazas, ¿acaso la voz de nuestros
estadistas no fue firme? Hoy no nos resignemos a un silencio cobarde y timorato.
Son más de 60 presos políticos y ya el Grupo de trabajo del Concejo de Derechos
Humanos de la ONU se ha pronunciado solicitando la inmediata liberación de
Leopoldo. Nuestro gobierno debe actuar con firmeza. “No temamos al que
mata el cuerpo, más el alma no puede matar…” (Mateo 10.28) fzamora@abogados.or.cr
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