Dr. Fernando Zamora Castellanos.
Abogado Constitucionalista
Publicado en el periódico La Nación bajo las citas
http://www.nacion.com/opinion/foros/vision-nacional_0_1466853303.html
Una “marca país” la desarrollan publicistas y expertos en
mercadotecnia, pero solo un estadista es capaz de provocar que una sociedad
conquiste una visión nacional. Si bien es cierto el desarrollo práctico de una
visión nacional no es algo que pueda limitarse a un escrito, la anomia que
percibo en la orientación política de la nación, me motiva a realizar un breve
esbozo de lo que hoy esta visión debería ser. Tal como lo reiteraba la aguda
pluma de Enrique Benavides, creo más en un sueño genuinamente impreso en el
alma de un hombre con carácter, que en múltiples teorizaciones doctrinarias. La
visión no es simplemente vista. La vista ve lo que es. La visión introyecta
algo muy superior: el ideal. Cual huella indeleble, la visión es propósito
impreso en el espíritu, que arrastra a los líderes hacia lo superior. La visión
no es simple abstracción teórica. Esta solo se materializa ejecutando acciones
prácticas concretas. Sin su audaz combate político y filosófico, el sueño
cultural de José Vasconcelos hubiese sido, simplemente, disquisiciones que se las
lleva el viento. Sin su combate no hubiese ascendido a la Secretaría de
instrucción pública mexicana, -y desde allí-, emprender la reforma educativa y
cultural más portentosa de ese país, cuya influencia en Latinoamérica aún es
valorada. La gran Roma no fue posible sin el cruce del Rubicón, ni era posible el
ideal de la Gran Colombia, sin el
paso de los Andes.
No basta que una visión nacional sea posible, sino, además,
ir en la dirección correcta. Como puede insistirse en la refinería china, se
puede construir hoy una inmensa fábrica de “máquinas de escribir”. Ambas ideas son
posibles. El punto es que, en ambos casos, proyectos de ese tipo van en
contravía de la historia. De ahí que tengo la convicción de que una visión
nacional posible, -y en una dirección correcta-, debe estar integrada por un
mínimo de seis conceptos a ejecutar. Quien repase la historia se convencerá que
una nación progresa, únicamente, si se propone, planifica y ejecuta objetivos
de desarrollo a gran escala. El primero de los conceptos y el fundamento de una
visión nacional, debe estar necesariamente asociado a una revolución educativa.
No hay que convencer a nadie de que la base del desarrollo es la cultura y
complejidad educativa de una sociedad. Por ello, la revolución educativa
costarricense debe orientarse en dos sentidos básicos: en el aspecto logístico,
desconcentrando y descentralizando el aparato burocrático de la educación, de
tal forma que la toma de decisiones, respecto de los recursos administrativos
en esa materia, se haga en las comunidades. Así las cosas, el MEP esencialmente
se concentraría en el segundo aspecto, la calidad educativa, sustentada en tres
aspectos esenciales: a) la constante actualización de los programas
curriculares, b) la modernización permanente de los métodos de enseñanza, y c) la renovación
persistente de las diversas herramientas utilizadas en la formación educativa.
Estoy convencido que en esta materia, -como en casi todo-, más que un problema
de dinero, lo que enfrentamos es un problema de mala ingeniería organizativa. El
segundo concepto de una visión nacional refiere a la revolución energética.
Tanto por conveniencia económica, como por el hecho de ser coherentes con
nuestra imagen mundial de país protector del ambiente, la sustitución de
nuestra dependencia del petróleo por energías limpias, es un concepto clave de
una visión nacional. Costa Rica tiene capacidad de generar alta autosuficiencia
de energías sustitutas del petróleo. Aunque el proyecto gubernamental para la
producción de biocombustibles no ha tenido aún el respaldo necesario, los
sectores privados sí perseveran en este tipo de esfuerzo. Ejemplo de ello, es
el triunfo internacional del proyecto de producción de biocombustible a base de
Coyol, del experto Ricardo Solera, uno de los costarricenses más avezados en el
conocimiento de energías limpias. En relación con otros usos, -como por ejemplo
el ganadero-, la rentabilidad de una hectárea de coyol destinada a la
producción de biocombustible es altísima, y en Costa Rica los estudios han
demostrado que hay suficiente terreno aprovechable que puede ser utilizado en este
cultivo, de tal forma que se pueda sustituir el petróleo en un alto porcentaje.
No escribo de algo que no ha sido probado. El biocombustible es una alternativa
ya ampliamente aplicada en el mundo desarrollado. Es un asunto de decisión
política que, de implementarse con determinación, nos permitiría a) estimular
la actividad agrícola, b) liberarnos del caprichoso chantaje petrolero, c) alcanzar
una sustancial reducción de gases nocivos para el ambiente, d) permitir una
altísima rentabilidad por hectárea en beneficio del productor nacional, y c) garantizar
la reforestación de muchísimas hectáreas. En ese mismo aspecto, toda energía
limpia debe estimularse como una prioridad. Entre otras, la producción
doméstica de energía solar, el gas natural, y por supuesto, el desarrollo de la
generación hidroeléctrica a base de grandes proyectos, como el Diquís.
El tercer concepto esencial de una visión nacional, está
referido a un tema sobre el que reiteradamente insiste Rolando Araya. Su
convicción, -la cual comparto-, es que el problema esencial de nuestra economía
no es de tipo fiscal, sino productivo. Es imposible sostener el actual gasto
público, si éste depende de una economía que, -en gran medida-, exporta aún productos
de muy baja rentabilidad. Cuando Intel ingresó, nos percatamos que mediante la
atracción de inversión en alta tecnología, es posible, -y prioritario-, mejorar
la oferta productiva exportadora. Para perseverar en ese esfuerzo con eficacia,
es necesario establecer un sistema de zonas libres para este tipo de actividad.
Para ello, es necesario que el gobierno instituya un plan nacional para establecer
zonas económicas libres de alta tecnología, que implique, además de un marco
legal específico para el tema, una política permanente y agresiva de atracción
de inversiones en producción tecnológica de exportación. Debemos aceptar que, para
un país del tercer mundo, no es posible conquistar la atracción de este tipo de
empresas élite, sin antes establecer un régimen privilegiado. Este régimen debe
garantizar seguridad jurídica y condiciones de bajo costo productivo. El cuarto
concepto de una visión nacional se refiere a la necesidad de una estrategia
para insertarnos en la economía del primer mundo. En un artículo publicado aquí
mismo el primero de enero pasado, detallé las posibilidades de construir un
corredor transcontinental interoceánico que permita la distribución de
mercancías desde dos megapuertos, en Cuajiniquil y Parismina. Es una
posibilidad cuya viabilidad debe valorarse con seriedad. El penúltimo concepto
de una visión nacional, tiene que ver con la necesidad de un inventario de
infraestructura que establezca prioridades en su ejecución. Y finalmente, continuar
con una política de reforestación mucho más agresiva de la que se implementa. fzamora@abogados.or.cr
No hay comentarios:
Publicar un comentario