Dr. Fernando Zamora Castellanos.
Abogado constitucionalista
Publicado en el periódico La Nación bajo el link:
Un artículo de opinión por mí escrito, provocó diversas reacciones. Algunos
consideraron que mis planteamientos en relación a temas como el de la ideología
de género, atentaron contra los principios de la socialdemocracia. Y que siendo
yo un jerarca de la socialdemocracia nacional, aquello era un grave error.
Resumo aquí algunas razones del porqué esas reacciones no se justifican. Como
indiqué en mi anterior artículo, el marxismo es una interpretación materialista
de la historia que afirma la importancia del conflicto como método de conquista
social y política. Para el marxista, la historia se entendía a la luz del
conflicto entre el oprimido y el opresor. Por esa razón, tal lucha debía
promoverse con el objetivo de que los explotados conquistaran el poder. Y así, venzan
a sus opresores. Bajo esa premisa, consideraban que la familia era parte del
campo de batalla, en el que los padres oprimían a sus hijos, y los sexos se
oprimían entre sí. La solución a tal explotación radicaba en la rebelión de los
oprimidos dentro de la familia, de tal forma que ésta finalmente desapareciera.
Esto consta en los textos clásicos escritos por Marx y Engels.
Pues bien, la ideología de género es una corriente de pensamiento que
utiliza el mismo método de análisis para explicar los conflictos familiares. Esta
ideología nada tiene que ver con la justa reivindicación del papel de la mujer.
La equidad y la reivindicación femenina es un noble ideal, en el cual todos los
socialdemócratas creemos. De hecho, como Secretario General del PLN, designé 16
mujeres en el secretariado, de 31 puestos posibles. El punto es que los
socialdemócratas creemos que la mujer merece libertad y protagonismo, pero no
por la vía del conflicto, o la guerra entre los sexos. Insistir en la idea de que
la libertad de la mujer se conquista por la vía del conflicto, devalúa su
dignidad natural. La ideología de género es neomarxista, porque sostiene la
necesidad del conflicto como método para enfrentar los desafíos de la familia
actual. Para muestra, un ejemplo: la ideología de género justifica el aborto bajo
el argumento de que la maternidad es una “servidumbre” que se le impone a la
madre. Aún más, una destacada filósofa de la ideología de género, -Judith
Butler-, es prolífica en bibliografía que resulta coincidente con el viejo
ideal marxista de supresión de la familia. Por ello, la gran mayoría de las
mujeres líderes de la socialdemocracia costarricense, quienes han dedicado su
vida a la tarea de reivindicar política y socialmente a la mujer, son también firmes
críticas de obsecuencias de tal naturaleza. En este punto, agrego que mis
argumentos tampoco tienen relación con la realidad de que existen excelentes
familias de un único padre o madre, o familias en las que ambos padres están
ausentes, -y pese a ello-, son familias perfectamente funcionales por el
cuidado de abuelos, tíos u otro tipo de intervinientes amorosos que velan por sus
miembros.
Así las cosas, ¿cuál debe ser la posición socialdemócrata en torno a la
ideología de género? La misma que Eduard Bernstenin, -uno de los padres
fundadores de la socialdemocracia-, escogió. Rechazó el método marxista del
conflicto. La socialdemocracia nace precisamente porque confronta ideas como el
de la lucha de clases, el del conflicto entre sexos y el de la supresión de la
familia. A partir de la 2da Internacional, la fractura entre la
socialdemocracia y el marxismo se hizo insalvable. Al punto que la
socialdemocracia se identificó con corrientes contrarias al marxismo, como la
filosofía neokantiana y el fabianismo. Como la socialdemocracia es una
corriente de pensamiento amplia, con el transcurso del tiempo, también se alimentó
de otras fuentes, como la filosofía cristiana.
Tanto así que, Don Pepe Figueres, -líder fundador de la socialdemocracia tica-,
en el simposio “La Costa Rica del año 2000”, declaró que, en aquello que era “principal”
para él, -tal y como lo era el fundamento ético-, prefería las tesis
cristianas. (Mideplan, Imp.Nal. pág. 116). Daniel Oduber también fue
contundente al respecto. Tanto así que, -en su obra sobre el origen de la
socialdemocracia nacional-, dedica todo el capítulo sexto a la defensa del cristianismo.
(Raíces del PLN, cap.6). Sin duda, la ética cristiana ha sido un pilar cultural
básico de la socialdemocracia costarricense. No por casualidad, uno de los
ideólogos originales del movimiento socialdemócrata tico, fue el sacerdote Benjamín
Núñez, miembro de la Junta fundadora de la 2da. República. Posteriormente, la
activa incorporación de líderes judíos en la socialdemocracia nacional,
enriqueció aún más la veta espiritual de su pensamiento.
En otros campos, -como el del movimiento trabajador-, la socialdemocracia nacional también ha
procurado evadir las teorías materialistas del conflicto, tal y como sucede con
el solidarismo. Este último es un movimiento laboral inspirado en las ideas del
socialdemócrata Alberto Martén, que representó para el trabajador una
alternativa ajena a la lucha de clases. Estas raíces, de naturaleza espiritual,
no niegan que la socialdemocracia es hija de la laicidad, que es el sano
principio de separación entre Estado e Iglesia. De hecho, la laicidad se deriva
de conceptos espirituales. Por el contrario, la ideología de género es hija del
laicismo, algo diferente a la laicidad. El laicismo solo acepta las filosofías materialistas
en el debate. Pretende amordazar toda iniciativa que sea contraria a dichas
corrientes. Ahora bien, reconozco que en Europa varios partidos
socialdemócratas han optado por la ruta del laicismo y de la ideología de
género. Por ejemplo, la España de Rodríguez Zapatero. El fue un gobernante
socialdemócrata que llegó al extremo de aprobar una ley que permite el aborto
en madres menores de edad, -con hijos sanos en su vientre-, sin el
consentimiento de los padres. También es cierto que otros importantes líderes,
-incluso izquierdistas como Rafael Correa o Tabaré Vasquez-, se han convertido
en feroces oponentes de la ideología de género. En fin, como ciudadano tengo
derecho a opinar, pero más grave es mi responsabilidad como líder. Como tal,
debo inspirar y colaborar en señalar el rumbo. Por eso es que en lo ético,
aspiro a la misma socialdemocracia que preconizó Don Pepe y Daniel Oduber. Una
socialdemocracia que optó, -en lo cultural-, por fundamentar su ideario en la
ética judía y cristiana. Por eso milito allí. Y mientras yo participe en su
dirección, velaré para que a nadie se le persiga por abrazar tan profunda
convicción. fzamora@abogados.or.cr
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