Abogado constitucionalista
Publicado en la Nación http://www.nacion.com/opinion/foros/Socialdemocracia-nueva-economia_0_1549445041.html
La nueva
economía está cada día más condicionada por la interacción de dos sistemas. Por
una parte, el capitalismo tradicional, y por otra, lo que se ha dado en llamar el
“consumo colaborativo”. Este último es un fenómeno económico hijo de la actual tecnología,
y que, -indirectamente-, está haciendo
realidad los ideales de la economía social. Veamos. La tecnología de la era
digital, está acarreando consigo una nueva revolución en el paradigma económico
mundial, proceso al que se le denomina “tercera revolución industrial”. Este conlleva
una ruptura de dimensiones mayúsculas, tal y como lo fue el cambio entre el
paradigma de la economía feudal hacia la economía de mercado, durante el fin
del medioevo; o de la economía de mercado hacia la economía de capital, en la era
moderna. Esto es así porque, -en la
historia humana-, cada era económica está caracterizada por una matriz de
“comunicación-energía” y por un sistema particular de infraestructuras. Por
ejemplo, la confluencia de la imprenta con la energía hidráulica y eólica, a
finales de la Edad media, fue lo que provocó el cambio de la economía feudal a
la de mercado. A partir de allí se forjó una sociedad europea nueva. En cada
era, estas matrices dan lugar no solo a un paradigma económico singular, sino a
una nueva cosmovisión general. El prominente sociólogo Jeremy Rifkin nos
recuerda que todo sistema económico está determinado por un medio de
comunicación característico, una fuente de energía particular y un mecanismo
logístico. En los sistemas económicos de todas las edades del desarrollo humano,
estos tres elementos han actuado para garantizar la eficiencia productiva y
minimizar el costo termodinámico. Además, estos tres sistemas dependen entre sí,
pues sin energía no es posible alimentar la comunicación o el transporte; sin
comunicación no somos capaces de gestionar la actividad productiva, y sin
logística no es posible completar la cadena de valor indispensable para
gestionar la actividad económica.
Pues bien, en el
Siglo XXI está surgiendo una novedosa matriz de “comunicación-energía”. Con ella ha surgido también otro sistema de
infraestructura. A diferencia de lo que sucedió en la era industrial del siglo
XX, la economía de la tercera revolución que estamos viendo surgir, está caracterizada
por la posibilidad de una producción colaborativa en redes, de escala
horizontal y, -en razón del factor tecnológico-, con un costo de producción
marginal mínimo. De hecho, todo parece indicar que, a corto plazo, las
tecnologías de comunicación e información, los servicios energéticos, y la
logística, estarán funcionalmente integrados en algo que podríamos denominar
como un internet industrial inteligente de bajo costo. Esto permitirá una gran
eficiencia operativa y un ahorro termodinámico para una economía mucho más
sostenible.
Ahora bien, citemos
algunos de los desarrollos tecnológicos que están logrando los anteriores
propósitos. Uno de ellos, es el que logrará la transformación de la matriz
energética. Por ejemplo, el agresivo avance tecnológico de los medios de
explotación de la energía solar, la eólica, la geotérmica, la energía marina
(por marea y oleaje), o la que genera la
descomposición anaeróbica de la basura. De avanzar dicha tecnología al ritmo
que ya lo hace, la producción energética se acercará a un costo cercano a la
gratuidad. Los expertos aseguran que la producción de energía doméstica se
abaratará al igual como se ha abaratado la tecnología informática general. Y
aquí topamos con el desarrollo tecnológico que ha transformado la matriz de la
comunicación mundial: internet y los ordenadores informáticos. A finales de la
década de 1970, un gran ordenador informático costaba millones de dólares, pese
a que tenía miles de veces menos memoria ram
que el teléfono que hoy maneja un adolescente promedio en su pantalón. Por realidades
como esa, sabemos que la potencia informática también se democratiza,
acercándose a un costo de producción marginal mínimo. Finalmente, me resta
citar uno de los desarrollos tecnológicos de la tercera revolución industrial que
está transformando la logística. De ellos, tal vez el más revolucionario, es la
denominada “impresión en tercera dimensión”. Existen muchas fábricas que
utilizan ya este sistema. Consiste en la fabricación de productos físicos
mediante un software dirigido hacia una maquina similar a una impresora. Esta
máquina deposita capas, -ya sea de metal fundido, plástico, u otro tipo de
materiales similares-, hasta producir un objeto físico plenamente acabado. Incluyendo
sus partes móviles. En las próximas décadas, estas máquinas tendrán capacidad
de producir objetos cada vez más complejos y a precios cada vez más asequibles.
Logrando también que el costo marginal del proceso de “infofabricación” sea
mínimo. Incluso, la realidad democratizadora y descentralizadora de la fábrica
en “3D”, está permitiendo producir vehículos o viviendas. Por ejemplo, el
vehículo canadiense “Urbee”, infofabricado con dicha impresión, ya está en
proceso de prueba, y el Instituto Tecnológico de Massachusetts estudia el uso
de ese tipo de impresión, para fabricar el armazón de una casa en un día.
Así las cosas, la
logística de infofabricación mediante software e impresión de tercera
dimensión, en asocio con un sistema de comunicación mundial instantáneo, -como
lo es la web-, y con costos energéticos mínimos, como los que ofrece, por
ejemplo, la tecnología de energía solar, ilustra la nueva economía. En esencia,
una infraestructura de autoproducción descentralizada de costo mínimo. Un nuevo
paradigma que dará lugar a iniciativas empresariales de distribución y
producción a bajo costo. Ante esta realidad económica en ascenso, ¿cuál sería
una gran conclusión a extraer? Entre otras, la veracidad de los argumentos que siempre
sostuvieron, tanto los próceres fundadores de la socialdemocracia, como los de
la democracia cristiana. Ellos se enfrentaron a los agoreros de la lucha de
clases, quienes sostenían que, los ideales de la economía social y solidaria, solo
eran posibles destruyendo el sistema económico por vías violentas. Sin embargo,
la historia les continúa negando la razón, y es el desarrollo tecnológico,
estimulado por la economía de mercado, el que hoy puede llevar gradualmente a
la humanidad, a pasar, de un régimen de producción y distribución concentrado,
a uno mucho más democrático. Este sistema productivo en redes, descentralizado
y horizontal, está volviendo a reivindicar el valor del trabajo artesanal libre
y de pequeño capital, que puede subsistir frente a la gran industrialización
centralizada. Sin duda, una realidad económica que contribuirá a romper con un
concepto utilitarista de la naturaleza humana. fzamora@abogados.or.cr