Abogado constitucionalista
Publicado en el
diario La Nación
http://www.nacion.com/opinion/foros/contracorriente-nueva-historia_0_1555444447.html
Vivimos un
proceso histórico de dimensiones inescrutables. Este provocará la radical
transformación de la burocracia que hoy conocemos. Con el advenimiento del
cambio de paradigma comunicación-energía, el mundo está viviendo una revolución
en la forma de organización humana y una de las primeras damnificadas de este
cambio es la gran organización industrial. Ese tipo de organización empresarial
tuvo su auge en el Siglo XX, con la consolidación de la matriz de
comunicación-energía que surgió a partir de los combustibles fósiles y las
telecomunicaciones. En sus obras sociológicas, Max Weber las describió como
organizaciones de gran dimensión piramidal, con un ejercicio vertical de la
autoridad, recursos espacialmente concentrados, definición esquemática de
tareas, actividades estrictamente regladas, producción en serie, criterios
ortodoxos de evaluación, división formal del trabajo en tareas y actividades y clasificación
estandarizada de productos, entre otras características. Todo con el objetivo
de que se pudiesen concentrar múltiples actividades bajo una misma gran
infraestructura central. De hecho, a inicios del siglo XX, el experto en
administración F.W.Taylor, se convirtió en una celebridad por racionalizar el
comportamiento humano para amoldarlo a las formas de organización burocrática
industrial. Sus investigaciones sobre el comportamiento laboral, llegaron al
extremo de calcularlo en fracciones de segundo. Así fue la organización humana
prototipo durante la sociedad industrial del Siglo XX. Tanto en el capitalismo
industrial de libre mercado occidental, como en aquellas economías de
capitalismo de Estado socialista, como lo fue la Unión Soviética.
Si algo se le
reconoce de forma generalizada a Karl Marx, es que acertó al describir el alto
grado de influencia que la estructura económica ejerce sobre la organización
burocrática del Estado. La organización burocrática que administra el poder
está diseñada a imagen y semejanza de la organización productiva imperante, y
la burocracia estatal del siglo XX fue fiel reflejo de su gran organización
industrial contemporánea. Una burocracia de gran dimensión, vertical, centralista,
de actividad serial concentrada bajo una misma gran infraestructura central,
entre otras características hechas a imagen y semejanza de la organización
industrial. No cabe duda que las burocracias estatales del siglo veinte se
moldearon a partir de esa concepción de la organización humana. Así también nuestras
dependencias y ministerios se organizaron imitando el orden productivo
industrial. Por ejemplo existen entidades como el MEP, que controlan desde una
megadependencia centralizada, todo el proceso de reclutamiento, ascensos,
pagos, incentivos y un largo etcétera que implican la actividad, tanto de la
administración del personal docente en los cantones, como de todos aquellos otros
elementos que garantizan la calidad educativa. Y así sucede con prácticamente
toda la actividad del Estado costarricense, como es el caso de la
administración centralizada de la asistencia social. Todo ello es derivación de
una vetusta idea -nacida en la sociedad industrial del siglo pasado-, que
consiste en el axioma de que los desafíos nacionales se resuelven mediante una
burocracia organizada a semejanza de una gran “fábrica”, de donde emanan las
soluciones. Y esta gran “fábrica” se organiza a través de una “burocracia
industrial” centralista, concentradora de recursos y poder. Desde una
megaoficina, productora “en serie” de
las soluciones y medidas de gobierno.
Pero se está
escribiendo una nueva historia. Con la revolución de la novedosa matriz
comunicación-energía que se consolida en este siglo veintiuno, la organización productiva
de hoy tiene una connotación diferente, y esta forma de organización provocará
una radical transformación de la organización del Estado. A diferencia de la
anterior, la actual organización productiva del siglo XXI será cada vez más
reticular, horizontal, descentralizada y desconcentrada. Exactamente a la
inversa de lo que fue la pasada forma de organización industrial. Por ello,
antiguos gigantes de la burocracia industrial privada colapsaron frente al
desafío que les impusieron empresas competidoras organizadas reticularmente, o
sea, en redes. Y este fenómeno también provocará una radical transformación de
la organización burocrática estatal, la cual funcionará de forma
descentralizada a través de entidades locales y sectoriales, cercanas a las
comunidades, y con un alto nivel de autonomía. Así, un sector público moderno, debe
depender más de formas de organización no estatales que actúen en alianza con
los gobiernos locales. Ilustremos un ejemplo. ¿Quién sería más eficiente para
detectar a las personas realmente necesitadas de asistencia social?, ¿Las
asociaciones de desarrollo comunal debidamente empoderadas y legitimadas, o la
burocracia afincada en el IMAS? No cabe
duda que la comunidad organizada siempre tendrá un mejor criterio, pues conoce
de primera mano y de forma permanente, la realidad de su entorno inmediato.
Además, ese tipo de organizaciones públicas no burocráticas hacen su trabajo con
un costo marginal mínimo lo que implica un ahorro al erario público. Y ese es
solo un ejemplo. Así como debe desconcentrarse la administración pública de la
asistencia social, también debe trasladarse a los cantones aspectos como la
administración del personal docente que actualmente se maneja en forma
piramidal en el MEP, u otros servicios como lo es el régimen de salud
preventiva. La fuerza de mi argumento se sustenta en la experiencia: el
traslado del viejo “impuesto territorial” desde el gobierno central hacia las
municipalidades, mejoró sustancialmente su recaudación, administración y
aplicación. El que dude, que revise las estadísticas.
Razones como las
que he expuesto, son las que me obligan a combatir los proyectos de ley que
insisten en la centralización piramidal de la burocracia pública. Ejemplo de
este tipo de proyectos inconvenientes-redactados para una realidad que muere-,
es la iniciativa titulada C.E.R.R.A.R. Entre otros aspectos, el proyecto de ley
propone la creación de un megaministerio de Asistencia Social, el cual
acumulará, bajo su cobijo, múltiples funciones. Concentra la actividad del
IMAS, la de FONABE, la de Asignaciones Familiares, o la dirección de desarrollo
social de Trabajo, entre otras medidas de inadecuada concentración. Su autor, el
diputado Ottón Solís, es un político responsable, y por ello no dudo que el proyecto tiene buenas
intenciones. Pero son iniciativas que, por las razones que he indicado,
transitan en contravía de la nueva historia.
fzamora@abogados.or.cr
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