miércoles, 15 de junio de 2016

VENEZUELA: UNA CONSTITUCIÓN DEMOLIDA


Dr. Fernando Zamora Castellanos
Abogado constitucionalista.

 

Como concepto amplio, el constitucionalismo no debe resumirse a una definición de diccionario. Si me viese obligado, esencialmente anotaría que es el proceso jurídico-político que impone límites y controles a quienes ostentan el poder. Entonces, si quienes ostentan el poder no resguardan esas garantías, la Constitución ha sido derribada. Loewenstein, el gran constitucionalista alemán del siglo XX, denominaba semánticos a los regímenes pseudoconstitucionales. Allí sus leyes fundamentales lo son solo de nombre, pues su función es disfrazar, con apariencia de legalidad, el monopolio de intereses de quienes ejercen el poder. Como sucede en Venezuela. Allí el régimen de Nicolás Maduro ha asestado tres golpes contraconstitucionales plenamente demostrables. Veamos.

 

Primer atropello constitucional. El primero golpe fue propinado para que Maduro asumiera el poder, pues estaba constitucionalmente imposibilitado para hacerlo. El subterfugio fue la sentencia Nº 2 del 9/01/2013, de la Sala Constitucional venezolana. Esta concluyó que, en el caso del Presidente Chávez -ya en estado de enfermedad terminal-, al tratarse de un Presidente reelecto, no era necesaria una nueva instalación y que, por el contrario, todo el Gobierno continuaba en ejercicio de sus cargos. El efecto colateral fue que Maduro ejerció alegremente de Jefe de gobierno con fundamento en un decreto de delegación. Así, durante la ausencia de Chávez, abusó de facultades que le corresponden al Presidente de la República: rendía cuentas ante el Congreso y emitía cadenas de radio y televisión. Tal abuso interpretativo de los jueces constituyó el primer atropello, pues de acuerdo con dicha Constitución, mientras el Presidente electo no jurara el cargo, era al Presidente de la Asamblea Nacional a quien correspondía ejercer la Presidencia. Esto lo dispone sin margen de dudas el artículo 231 constitucional. Ese abuso jurisprudencial de la Sala Constitucional, permitió que el Vicepresidente Maduro no solo se mantuviera en el cargo luego del 10 de enero del 2013, sino que además siguiese fungiendo de hecho como Jefe del Gobierno.

 

Segundo golpe constitucional. De conformidad con el numeral 229 de la Constitución venezolana, en su condición de Vicepresidente, Maduro estaba inhabilitado para postularse a la Presidencia. Así las cosas, el mismo Tribunal, en una segunda sentencia, Nº 141 del 8/03/2013 –sentencia arbitrariamente votada en un día inhábil por urgencia de términos-, resolvió otro recurso redactando una interpretación aún más abusiva. El “remedio” guardaba dos intenciones. Uno de ellos, que el Vicepresidente de la República asumiera como “presidente encargado”, el otro, que tal “presidente encargado” pudiera postularse a la presidencia sin separarse de la jefatura, lo que era constitucionalmente imposible. Por múltiples razones. Al postularse como candidato presidencial, contrariaba criterios anteriores del mismo Tribunal Constitucional sobre la separación del cargo. Además violaba los artículos 57 y 58 de la Ley Electoral y el 128 de su Reglamento. Tales normas estipulan que, salvo la reelección, todo funcionario público debía separarse del ejercicio del cargo. Pero el tal Tribunal –alegremente-, dispuso que el supuesto aplicable al caso concreto, fuera el tercer párrafo del artículo 233 constitucional, permitiéndole ejercer el cargo de “presidente encargado”, sin que tal figura existiera. Porque esta posición no existe más que para un supuesto: el de la falta absoluta producida en los últimos 2 años del período. Esa inexplicable interpretación permitió, sin sustento, que Maduro abandonara su posición de Vicepresidente Ejecutivo, que era el cargo que verdaderamente ejercía.

 

Tercer atentado constitucional. El nuevo aldabonazo propinado fue posible, una vez más, gracias a jueces constitucionales de dudosa integridad. En Venezuela, la Constitución estipula que es imposible imponer un estado de excepción sin la aprobación del Congreso. Pero Maduro hizo el milagro, pues sin tal aprobación lo ha ejecutado. Analicemos la dimensión de esta arbitrariedad. La teoría constitucional es unánime al señalar que el estado de excepción es una situación temporal en el que, previa aprobación de los parlamentos nacionales, y por razones graves, -léase un ataque exterior o algún motivo que provoque una seria conmoción interna-, se suspenden determinadas garantías individuales. Sin embargo, sin la venia del Congreso, el régimen impuso un estado de excepción con una vocación de permanencia y no de temporalidad. Además, de la lectura del decreto, no se colige cuál o cuáles garantías son suspendidas, sino que le otorga al Ejecutivo facultades generales indeterminadas. Todo para atribuirse poderes omnímodos, con ánimo represivo.

 

¿Quo vadis Venezuela? Enterados del rechazo gubernamental al proceso revocatorio, el peligro es que este drama no tenga pronta salida. La historia demuestra que estas circunstancias usualmente tienen desenlace violento, y nada peor que más tinieblas para el hermano país. De ahí que Henrique Capriles ha hecho un llamado a la armada venezolana para que se coloquen del lado de la Constitución. Este llamado, apela a la necesidad de que el Ejército no colude más las continuas transgresiones del régimen al sistema de derecho. Si los militares se niegan a cohonestar las transgresiones del chavismo, la camarilla se verá obligada a negociar el referendo revocatorio, o bien, un gobierno de transición hacia la democracia. Según los informados de la realidad castrense, las contradicciones a lo interno de las fuerzas armadas aumentan. Así, frente a ese posible escenario, la tarea de un gobierno de reconciliación se puede resumir en tres desafíos: a) por una parte, en el desarme de los grupos urbanos paramilitares del chavismo y el sistema cubano de control político-militar, b) en segundo término, recuperar el sistema de frenos y contrapesos y la independencia de los poderes del Estado. Para ello, se debe desmantelar la estructura de control enquistada por el régimen en las magistraturas judiciales, la Contraloría y el Ministerio Público. Finalmente, c) reactivar la productividad y la economía interna. Este último será el esfuerzo más titánico, pues implica desactivar la entelequia ultrareguladora urdida a través de los últimos 18 años. Una suerte de telaraña que ha convertido, al Estado venezolano, en un temido represor contra la iniciativa empresarial de los ciudadanos.  fzamora@abogados.or.cr

lunes, 6 de junio de 2016

COLLADO Y LOS PRÓCERES DE LA UNION EUROPEA

Dr. Fernando Zamora Castellanos
Abogado constitucionalista.

 

Publicado en el diario La Nación:
http://www.nacion.com/opinion/foros/Collado-proceres-UE_0_1565243462.html

 

En días recientes se cumplió el aniversario de uno de los ideales humanos más portentosos del Siglo XX: la Unión Europea. Sin dicha unión, a Europa le sería más difícil encarar los desafíos económicos, migratorios, militares y de antiterrorismo que hoy tiene. Solo un ejemplo: de no estar mancomunada Europa en un as de voluntades, ¿cómo habría enfrentado Grecia, o Turquía, el drama de la actual invasión migratoria?

 

Al igual que la ONU, la Unión Europea es resultado de la reacción posterior al trauma provocado en ese continente por el fascismo italiano, el nazismo alemán y el marxismo soviético. Ideologías que involucraron a Europa en la hora más oscura de su milenaria historia. Sin embargo, la forja de tal mancomunidad representó un nuevo voto de confianza en el ser humano.

 

La II guerra mundial fue el resultado de muchos detonantes. El principal de ellos, la estulticia de los industriales europeos quienes, en un afán de recuperarse rápidamente de las pérdidas provocadas, tanto por la primera guerra mundial, como por la crisis de 1929, sabotearon a las democracias europeas y apoyaron a los autoritarismos solapadamente. Salida fácil a su situación crítica. Y como es de esperar cuando se toma el camino equivocado, el resultado fue la carnicería fratricida de un continente.

 

Más sobre las cenizas de la devastación, surgió el heroísmo y la convicción de tres de los más grandes políticos del Siglo XX: el francés Robert Schuman, el italiano Alcide De Gásperi y el alemán Konrad Adenauer. Ellos entendieron que las mayores conquistas se construyen sobre el fundamento de la unión y la fraternidad humana, y no sobre el odio o la codicia.  Aquella troika de líderes fue parte de la generación política de la posguerra europea, que desarrolló su carácter combatiendo las dictaduras de ambos espectros.

 

El primero de ellos -Robert Schumann-, uno de los protagonistas de lo que fue la cuarta república francesa, por ser un reconocido político de valores cristianos, debió enfrentar la persecución de la Gestapo durante los primeros años de la década de 1940. Fue detenido y puesto en arresto domiciliario. Consciente de que sería trasladado a un campo de concentración, logró huir. Para ello contó con el auxilio de monasterios y sacerdotes franceses que lo escondieron hasta que se conquistó la liberación de Francia. Posteriormente, ya siendo Ministro de asuntos exteriores francés, propone una iniciativa de integración europea, la cual prospera bajo la figura de una entidad supranacional denominada Comunidad Europea del Carbón y el Acero. Esta fue la semilla que dio origen a la unión del continente. 

 

Alcide De Gásperi -Secretario General del Partido Popular italiano-, desarrolló su visión paneuropea pues desde joven fue un político afincado en la Europa dominada por el imperio austrohúngaro. Además, forjó su temple y liderazgo bregando en una de las etapas más duras de la historia italiana, cautiva por la bota fascista de Benito Mussolini. El sátrapa había convertido a esa gran nación, heredera de la tradición renacentista, en un apéndice indigno del eje de Berlín. Por su militancia antifascista, De Gásperi fue condenado a cuatro años de prisión. Finalizada la guerra, y como el principal político de la Italia de la posguerra, a la que dirigió desde 1945 y hasta el 53, De Gásperi logró que su país impulsara una estrategia común europea a través de dos instituciones estratégicas: la Comunidad Europea de Defensa y la ya citada Comunidad del carbón y el acero, de la que fue el primer presidente de su Asamblea.

 

El tercer gigante de la unidad de Europa fue Konrad Adenauer. Un abogado colonés que, producto de sus convicciones políticas y religiosas dentro de la Alemania nazi, resultó proscrito por aquel oscuro régimen. Uno de sus tantos  biógrafos, Hans-Peter Schwarz, refiere que después de sus muchos encarcelamientos, tuvo participación en la conspiración que culminó en la fracasada intentona contra Hitler, denominada operación Valquiria. Liberado tras la caída de Berlín, inició una ascendente carrera política hasta que, cuatro años después del fin de los combates, es electo Canciller de la República Federal Alemana, posición desde donde inició, no solo el tenaz resurgimiento de la nueva Alemania, -de hecho se le recuerda como el líder del milagro alemán- sino que además establece una agresiva estrategia de mejoramiento de las relaciones con los países que el III Reich había agredido.

 

Con tal objetivo, la columna vertebral de su estrategia fue precisamente la asociación económica a través del establecimiento de entidades paneuropeas como las ya citadas, y que junto con la Comunidad nuclear europea, fueron los embriones de la Comunidad Económica Europea, antecedente inmediato de la Unión. Todo gracias a una generación de estadistas que forjaron su carácter, su determinación, su madurez y sus carreras, al calor del fuego de terribles pruebas y desafíos.

 

Pues bien -parafraseando la sentencia de Newton-, estos próceres se levantaron sobre los hombros de gigantes que pagaron un alto precio para la conquista de la libertad continental. Y en estas épocas, en donde los idolillos son solo los que generan los espectáculos y el entretenimiento, vale recordar la memoria de un héroe de la guerra europea. El Dr. Carlos Luis Collado Martínez fue un insigne médico costarricense, graduado con honores en la Universidad de Bologna. Inició su experiencia en la guerra ayudando a los patriotas italianos heridos en combate. Participó en el “Comando los Ángeles”, que lo componían entre otros costarricenses, Juan Fernando Laurent -en Polonia-, y Jorge Astúa Caetano, en Francia. El comando logró rescatar de los nazis y ayudar en su fuga a muchos, de los cuales un importante número eran judíos. En 1944, estando perseguido -y ante la necesidad que tenían los partisanos de contar con médicos-, no dudó en incorporarse a la “Bolero” de la 63 Brigada Garibaldi. La casa que ocupaban en la montaña, en Rasiglio, fue atacada por las fuerzas de la Wermacht. Doce partisanos tuvieron suerte de morir en batalla, pero doce compañeros más fueron hechos prisioneros, llevados a la población de Casalecchio di Reno, y cruelmente torturados durante dos días. Murió en octubre de ese año y enterrado en una fosa común. Al ser liberada Bologna fue exhumado. Terminada la guerra, su cadáver fue traslado a Costa Rica por el Dr. Antonio Portugués.fzamora@abogados.or.cr