Abogado constitucionalista.
Publicado en el
diario La Nación:
http://www.nacion.com/opinion/foros/Collado-proceres-UE_0_1565243462.html
En días recientes se cumplió el aniversario de uno de los ideales
humanos más portentosos del Siglo XX: la Unión Europea. Sin dicha unión, a
Europa le sería más difícil encarar los desafíos económicos, migratorios, militares
y de antiterrorismo que hoy tiene. Solo un ejemplo: de no estar mancomunada Europa
en un as de voluntades, ¿cómo habría enfrentado Grecia, o Turquía, el drama de la
actual invasión migratoria?
Al igual que la ONU, la Unión Europea es resultado de la reacción
posterior al trauma provocado en ese continente por el fascismo italiano, el
nazismo alemán y el marxismo soviético. Ideologías que involucraron a Europa en
la hora más oscura de su milenaria historia. Sin embargo, la forja de tal mancomunidad
representó un nuevo voto de confianza en el ser humano.
La II guerra mundial fue el resultado de muchos detonantes. El
principal de ellos, la estulticia de los industriales europeos quienes, en un
afán de recuperarse rápidamente de las pérdidas provocadas, tanto por la
primera guerra mundial, como por la crisis de 1929, sabotearon a las
democracias europeas y apoyaron a los autoritarismos solapadamente. Salida
fácil a su situación crítica. Y como es de esperar cuando se toma el camino
equivocado, el resultado fue la carnicería fratricida de un continente.
Más sobre las cenizas de la devastación, surgió el heroísmo y la
convicción de tres de los más grandes políticos del Siglo XX: el francés Robert
Schuman, el italiano Alcide De Gásperi y el alemán Konrad Adenauer. Ellos entendieron
que las mayores conquistas se construyen sobre el fundamento de la unión y la
fraternidad humana, y no sobre el odio o la codicia. Aquella troika de líderes fue parte de la
generación política de la posguerra europea, que desarrolló su carácter
combatiendo las dictaduras de ambos espectros.
El primero de ellos -Robert Schumann-, uno de los protagonistas de lo
que fue la cuarta república francesa, por ser un reconocido político de valores
cristianos, debió enfrentar la persecución de la Gestapo durante los primeros
años de la década de 1940. Fue detenido y puesto en arresto domiciliario.
Consciente de que sería trasladado a un campo de concentración, logró huir. Para
ello contó con el auxilio de monasterios y sacerdotes franceses que lo
escondieron hasta que se conquistó la liberación de Francia. Posteriormente, ya
siendo Ministro de asuntos exteriores francés, propone una iniciativa de
integración europea, la cual prospera bajo la figura de una entidad
supranacional denominada Comunidad Europea del Carbón y el Acero. Esta fue la
semilla que dio origen a la unión del continente.
Alcide De Gásperi -Secretario General del Partido Popular italiano-, desarrolló
su visión paneuropea pues desde joven fue un político afincado en la Europa
dominada por el imperio austrohúngaro. Además, forjó su temple y liderazgo
bregando en una de las etapas más duras de la historia italiana, cautiva por la
bota fascista de Benito Mussolini. El sátrapa había convertido a esa gran
nación, heredera de la tradición renacentista, en un apéndice indigno del eje
de Berlín. Por su militancia antifascista, De Gásperi fue condenado a cuatro
años de prisión. Finalizada la guerra, y como el principal político de la
Italia de la posguerra, a la que dirigió desde 1945 y hasta el 53, De Gásperi
logró que su país impulsara una estrategia común europea a través de dos
instituciones estratégicas: la Comunidad Europea de Defensa y la ya citada
Comunidad del carbón y el acero, de la que fue el primer presidente de su Asamblea.
El tercer gigante de la unidad de Europa fue Konrad Adenauer. Un
abogado colonés que, producto de sus convicciones políticas y religiosas dentro
de la Alemania nazi, resultó proscrito por aquel oscuro régimen. Uno de sus
tantos biógrafos, Hans-Peter Schwarz, refiere
que después de sus muchos encarcelamientos, tuvo participación en la
conspiración que culminó en la fracasada intentona contra Hitler, denominada
operación Valquiria. Liberado tras la caída de Berlín, inició una ascendente
carrera política hasta que, cuatro años después del fin de los combates, es
electo Canciller de la República Federal Alemana, posición desde donde inició,
no solo el tenaz resurgimiento de la nueva Alemania, -de hecho se le recuerda
como el líder del milagro alemán- sino que además establece una agresiva
estrategia de mejoramiento de las relaciones con los países que el III Reich
había agredido.
Con tal objetivo, la columna vertebral de su estrategia fue precisamente
la asociación económica a través del establecimiento de entidades paneuropeas
como las ya citadas, y que junto con la Comunidad nuclear europea, fueron los embriones
de la Comunidad Económica Europea, antecedente inmediato de la Unión. Todo gracias
a una generación de estadistas que forjaron su carácter, su determinación, su
madurez y sus carreras, al calor del fuego de terribles pruebas y desafíos.
Pues bien -parafraseando la sentencia de Newton-, estos próceres se
levantaron sobre los hombros de gigantes que pagaron un alto precio para la
conquista de la libertad continental. Y en estas épocas, en donde los idolillos
son solo los que generan los espectáculos y el entretenimiento, vale recordar
la memoria de un héroe de la guerra europea. El Dr. Carlos Luis Collado
Martínez fue un insigne médico costarricense, graduado con honores en la
Universidad de Bologna. Inició su experiencia en la guerra ayudando a los
patriotas italianos heridos en combate. Participó en el “Comando los Ángeles”, que
lo componían entre otros costarricenses, Juan Fernando Laurent -en Polonia-, y
Jorge Astúa Caetano, en Francia. El comando logró rescatar de los nazis y ayudar
en su fuga a muchos, de los cuales un importante número eran judíos. En 1944, estando
perseguido -y ante la necesidad que tenían los partisanos de contar con médicos-,
no dudó en incorporarse a la “Bolero” de la 63 Brigada Garibaldi. La casa que
ocupaban en la montaña, en Rasiglio, fue atacada por las fuerzas de la
Wermacht. Doce partisanos tuvieron suerte de morir en batalla, pero doce
compañeros más fueron hechos prisioneros, llevados a la población de
Casalecchio di Reno, y cruelmente torturados durante dos días. Murió en octubre
de ese año y enterrado en una fosa común. Al ser liberada Bologna fue exhumado.
Terminada la guerra, su cadáver fue traslado a Costa Rica por el Dr. Antonio
Portugués.fzamora@abogados.or.cr
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