Dr. Fernando Zamora Castellanos.
Abogado constitucionalista.
Uno de los más graves problemas nacionales es la manía de resolver los problemas con más trámites, requisitos y condiciones. La mentalidad burocrática causa que el costo de la legalidad aumente exponencialmente, es decir, encarece —sea en horas de trabajo o dinero— el que las personas puedan mantenerse al día con el cúmulo de exigencias que las autoridades les demandan para operar: permisos, patentes, impuestos, cargas públicas, tasas, multas, honorarios profesionales, tiempos de espera y el resto de gestiones, generalmente menores, que se exigen para trabajar, emprender, sostener una empresa o simplemente vivir en el país. Mucho de ese costo de legalidad, se difumina en acciones totalmente improductivas, estériles y que no agregan ningún valor real de encadenamiento creativo, que lleve como resultado final a la generación de algún bien tangible para la sociedad.
Peor aún, en muchas ocasiones tal costo de legalidad, aparte
de infecundo, además obstaculiza la productividad, lo que es un daño aún mayor
que la simple esterilidad, pues tal y como sostiene Hernando de Soto, las
sociedades prósperas son aquellas donde es más fácil realizar todas aquellas
ideas, anhelos y aspiraciones empresariales que imaginamos. En sentido
contrario, las sociedades se empobrecen cuando es difícil materializar lo que soñamos.
Es una relación proporcionalmente inversa: entre más fácil resulta ejecutar nuestras
quimeras, la sociedad será más prospera, y entre más difícil lo es, la
prosperidad será menor. Descrito el
panorama, el caso de Costa Rica es preocupante: según una actualización reciente del
indicador de regulación del mercado de productos de la OCDE, los mercados
costarricenses están sujetos a regulaciones más estrictas que en cualquier país
de la OCDE, al punto que, según dicho indicador, referentes latinoamericanos
como Chile, México y Colombia, tienen un desempeño significativamente mejor que
el nuestro.
Existen múltiples
alternativas para disminuir nuestro costo de legalidad, y aquí solo citaré
algunos ejemplos. Uno de ellos, es eliminar miles de leyes obsoletas, alrededor
de cuatro mil actualmente. Muchas de esas leyes, si bien tienen vigencia
jurídica, no poseen eficacia real, por lo que no tienen razón de ser, en tanto la
conducta que regulan ya no tiene vida práctica en el quehacer social, y entorpecen
la vida productiva. En materia tributaria
es posible fusionar y simplificar
al menos 31 impuestos que agregan más a su costo de recaudación que al ingreso
fiscal que generan, sin perder esas rentas, e incluso incrementando el recaudo con
menos tributos. Para esto Hacienda debe determinar el costo de administración
de éstos y se lograría mayor gobernanza del sistema tributario, equidad y
eficiencia. Siendo que el gasto tributario en 2021, según últimos estudios,
ronda el 4.73% del PIB, es indispensable una reforma legal que simplifique,
eliminando las rentas que explican el 12% de los ingresos, que suman menos de
un 0.5%/PIB, siendo posible trasladar este monto resultante mediante fusión o
reforma de pequeños tributos. En materia financiera, es necesario corregir
prácticas que limitan nuestra competitividad, tal y como desde el 2010 lo
sostuvo el VI Congreso financiero nacional, que alertaba sobre un conjunto de
medidas inconvenientes que detenían nuestra “eficiencia país” en la gestión
financiera internacional. Por ejemplo, es absurda la actual
práctica de ejecutar una doble supervisión a la hora de recibir fondos
internacionales que provienen de aquellos bancos extranjeros que ya están
registrados en el catálogo de nuestro propio Banco Central, como entidades de primer
orden. Es indispensable modernizar los
métodos de recepción de fondos de capital extranjero, para lo cual basta simplificar
los métodos de verificación y registro del origen de los fondos recibidos,
ajustándose a un estándar internacional, en el cual se acepte la verificación
de la legitimidad de los capitales hecha por los bancos internacionales
calificados, según el Registro del Banco Central en el denominado catálogo de
primer orden. De tal forma que los fondos que provengan de esos bancos sean aceptados
por la banca nacional sin exigirse doble supervisión, algo que ni siquiera exige
la OCD, pero que nosotros mismos nos imponemos perdiendo competitividad en
atracción de inversiones. En materia ambiental, es posible establecer mecanismos modernos
de gestión como el permiso integral ambiental, implementando hojas
cartográficas ambientales, de tal forma que se preconstituyan las categorías
regionales en materia de ambiente, a efectos de facilitar esos trámites sin
amenazar los ecosistemas.
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