Dr. Fernando
Zamora Castellanos.
Abogado constitucionalista
En
los últimos días el diario La Nación, nos ha ofrecido dos noticias que nos
obligan a reafirmar lo que debe ser un replanteamiento radical del Instituto Costarricense
de Electricidad (ICE). La primera información que fue publicada en este diario,
refiere al hecho que, por un problema geológico y de merma en las lluvias, la
planta hidroeléctrica reventazón no ha alcanzado la producción prometida, pues
lo que genera, en promedio, es menos del 40% de aprovechamiento de su capacidad
instalada. Ello pese a su descomunal costo de casi mil seiscientos millones de
dólares, el cual, por cierto, se infló después de un alto sobreprecio en su
valor de construcción original, tal y como se denunció precisamente en este
diario, en noviembre del 2018. A raíz de esta causa, entre otras razones
menores, es que el ICE se ha visto obligado a aumentar el uso de hidrocarburos
hasta alcanzar el 20% de la energía que se explota mediante esa vía
contaminante en algunos días del mes de agosto, además de verse obligado a
importar energía de Centroamérica. Esta situación está provocando una enorme
erogación económica al país, que se traduce en mayor cobro a los usuarios. Ello
debido a esas dos obligaciones, por una parte, importar energía al exterior, y
por otra explotar la energía a partir de la adquisición de bunker y diésel para
la generación térmica, lo cual es muy oneroso.
Según
la referida investigación periodística, hasta julio del presente 2024, el costo
que deberá ser trasladado a los bolsillos de los ciudadanos será la bicoca de
C.147 mil millones de colones. En otras palabras, el no renovar nuestro sistema
de explotación energética, nos está costando a todos muchos millones de
dólares.
Todo
parece indicar que ha quedado atrás la época de gloria del ICE, cuando podíamos
presumir que el 99% de nuestra explotación energética era derivada de energías
limpias.
Pero
hay esperanza: para salir de este bache, es indispensable que el ICE se
proponga transformar su oferta a partir de la explotación de dos matrices
energéticas limpias como lo son la energía extraída del mar, y la energía
geotérmica. A partir de ambas fuentes es posible desarrollar grandes proyectos
energéticos y revolucionar nuestra principal institución eléctrica nacional.
Veamos por qué. De la energía extraída del mar, existen varios modelos,
como el mareomotriz, que utiliza la energía que se extrae de las corrientes
marinas. Hasta hoy la tecnología más desarrollada es la mareomotriz, y las tres
mejores plantas generadoras de energía de este tipo en el mundo son la que están ubicadas en Francia, cuya planta mareomotriz
Rance Tidal genera 540 millones de KWH al año, y la de
Corea del Sur, que recién concluyó su planta llamada "Sihwa" con
capacidad de producir 600 millones de KWH al año; esta última con un costo de
trescientos millones de dólares. Si tomamos como referencia nuestra ya aquí
mencionada planta Reventazón, que genera 300 Mw al año y cuyo costo fue de alrededor
de 1600 millones de dólares, nos damos cuenta la desproporción entre el costo
de producción de la energía hidroeléctrica, si la comparamos con los modelos
mareomotrices cuya relación costo-producción masiva es mucho menor.
Como se tuvo por probado al inicio del artículo, en
este momento el modelo hidroeléctrico tiene importantes desventajas derivadas
de su bajo rendimiento en razón de las constantes sequías y el alto costo de la
construcción de sus plantas. Por ello, al ICE le llegó la hora de transformar
su matriz energética, y la reconversión del modelo hidroeléctrico imperante
hoy, debe enrumbarse en función de un nuevo modelo energético a partir del mar
y la geotermia. fzamora@abogados.or.cr
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