martes, 22 de octubre de 2024

DESACIERTOS EN CONTRA DE LA FAMILIA

Dr. Fernando Zamora Castellanos.  Abogado constitucionalista

La actual contracultura del descarte está sitiando a la familia desde distintos flancos. Una de las principales cabezas de playa del ataque es el hedonismo, que ha hecho que los occidentales adoremos todo aquello que produce placer, buscándolo sin dominio, control ni equilibrio alguno, hasta hacer de ello una opresiva tiranía que oprime nuestra voluntad. La sana sexualidad, esa que permite dar sólido fundamento a la institución familiar, está básicamente condicionada por la voluntad, el afecto sincero, la corporalidad y un compromiso moral que involucra tanto el presente como el futuro. Por el contrario, en el hedonismo nuestra sexualidad pasa a ser algo estrictamente genital. Asociando los resultados de diferentes investigaciones, el Dr. Miguel Martínez González, catedrático de la Universidad de Navarra, ha advertido que hay tres graves problemas de salud asociados a esta contracultura que mina la familia: la compulsión adictiva asociada al abuso del material pornográfico, el exponencial aumento de las enfermedades de transmisión sexual, y los problemas de salud psicológica ligados a la promiscuidad e infidelidad en las relaciones íntimas.  

Sobre el primero de esos problemas, el del aumento de la pornografía, para el 2021, dicha adicción en internet ascendía a 140 millones de visitas diarias. Según los investigadores James Stonner y Dona Hughes, es una adicción que reclama imágenes cada vez más explícitas y violentas y que de acuerdo al psiquiatra español Carlos Chiclana, se caracteriza por una conducta compulsiva, que persiste pese a los daños que se reciben, y que es peligrosamente obsesiva. Como consecuencia de la promiscuidad, otro de los efectos de esta contracultura hedonista es el exponencial crecimiento que a partir del siglo XXI están experimentando las enfermedades de transmisión sexual. Según investigaciones del Centro de prevención y control de enfermedades del gobierno estadounidense, -una de las instituciones más autorizadas en Estados Unidos en la materia-, para el 2018 se habían detectado 26 millones de nuevos contagiados por enfermedades venéreas, la mitad de esas personas menores de 24 años. Lo anterior, pese a que el estudio fue considerado muy conservador, pues se contabilizaron únicamente las enfermedades atendidas, y las no ocultas, dado que en múltiples ocasiones dichas enfermedades se mantienen latentes sin manifestarse por años, por lo cual el afectado no las detecta. Además, el estudio solo contempló las ocho enfermedades más frecuentes. A pesar de lo anterior, ese mismo año se llegó al récord de uno de cada cinco estadounidenses contagiados.  En este punto, vale agregar que, según el estudio sobre el SIDA titulado “Una prevención exitosa sobre el HIV en Uganda”, ese país africano fue el primer país del continente en constatar una baja sensible en la infección de esa letal enfermedad, lográndolo después de desistir de la prevención basada en el condón, y cambiando hacia otra estrategia sustentada en dos factores de educación a la población. Por una parte, concientizar sobre la importancia de las relaciones sexuales limitadas al matrimonio, y por otra desestimulando la prostitución.

Sobre el tercero de los males anotado, los de salud psicológica ligados a la promiscuidad e infidelidad en las relaciones íntimas, el Centro estadounidense para el control y la prevención de enfermedades, ha sentenciado que la promiscuidad y la actividad sexual precoz está asociada a severos peligros para la salud física y emocional, recomendando que, en la medida de lo posible, debe retrasarse la iniciación sexual y promover la menor cantidad posible de parejas sexuales a través de la vida, pues lo contrario acarrea una serie de factores de riesgo negativos. De hecho, una investigación epidemiológica del año 1998 publicada en la revista británica de medicina, reconocía que los adultos jóvenes presentaban un altísimo grado de arrepentimiento por haber tenido actividad sexual prematura. Este tipo de estudios fue la razón por la que, en el año 2006, el Departamento de servicios de salud de los Estados Unidos, inició una campaña para promover que los jóvenes evitaran las relaciones sexuales prematrimoniales. Lo anterior coincide con la investigación española del Centro de investigaciones sociológicas del año 1995, confirmada por trabajos en Francia y Suecia, donde estadísticamente se demostró que hubo mucho menos separaciones entre las parejas cercanas a los 25 años que retardaron la cohabitación hasta el matrimonio. En este caso apenas el 4% de separaciones, frente a un índice mucho mayor de las parejas que adelantaron su actividad sexual. Otra investigación realizada por tres especialistas en sociología, -Bumpass, Sweet y Cherlin-, analizó el papel de la cohabitación previa relacionada con la prolongación del matrimonio, determinando estadísticamente que las parejas que cohabitan sin compromiso alguno, tienen una peor calidad de relación, y un mayor riesgo de ruptura e infidelidad, frente a las parejas que han consumado un compromiso como el matrimonio, o que han decidido asumir un compromiso a futuro.

Todo este conjunto de razones demuestra la necesidad de fortalecer, y nunca debilitar, a la familia. Pese a todo lo anterior, continúa la tendencia legislativa que viene debilitando a la institución del matrimonio. Al respecto amerita citar solo dos ejemplos; en el año 2020 se hizo una pésima reforma, cuando aprobaron en nuestro código de familia una causa de divorcio conocida en el planeta como los “divorcios de Hollywood”, pues son propios de esa farándula, y donde simplemente basta alegar diferencias de carácter, para divorciarse. Una causal absurda e insubstancial pues todas las personas tenemos diferencias de carácter. En nuestro país esta peligrosa tendencia tiende a agravarse, pues de acuerdo al nuevo código procesal de familia, que acaba de entrar a regir, se contemplan reformas legales para hacer “express”, rápido y fácil la disolución de los matrimonios sin hijos. Basta que el matrimonio acuda ante un notario para que, mediante un breve documento otorgado ante él, se tenga por finalizado el vínculo, y con ello, una familia más disuelta en modo expedito. Se ha demostrado que uno de los principales problemas que atizan la inseguridad del país, y que arrastran a la juventud hacia la vida narco y delincuencial, es la ausencia de un adecuado marco familiar de convivencia para los jóvenes. Esa es una razón cardinal por la que esta espiral de leyes debe detenerse ya, de lo contrario los problemas sociales asociados a la crisis de la familia seguirán en alza.  fzamora@abogados.or.cr  


LO QUE PIENSO DE ISRAEL

 Dr. Fernando Zamora Castellanos. Abogado constitucionalista

 Hoy cobra especial validez el viejo ideal del salmo 122, que nos invita a orar por la paz de Jerusalén. En momentos en que Israel nuevamente se encuentra envuelta en guerra, no he dejado de reflexionar sobre los asombrosos portentos existentes alrededor de la historia de los judíos, y que nos recuerdan lo abominable que es pretender que esa nación desaparezca. Muchas son las proezas que animan la aspiración de concordia entre sus habitantes dentro de las murallas de Jerusalén, y por ello me resulta una extrañeza la cantidad de guerras en contra de ese pueblo, siendo que es un territorio sin minerales, sin petróleo, y carente de vías estratégicas, como las que existen en otras naciones que poseen el canal de Suez o el estrecho de Ormuz. Es un país sin mayores tierras fértiles, ni rutas comerciales estratégicas, y peor aún, sin adecuados recursos hidrográficos, pues su único río, el Jordán, posee poco caudal y es un bien fronterizo compartido por otras naciones hostiles. Incluso fue un país que, por décadas, debió subsistir en función de cisternas y pozos obtenidos de fuentes lejanas. Un país cuya capital carece de mayor valor económico o estratégico, y pese a ello, es allí donde se generan las principales tensiones mundiales.

Una nación cuya existencia es un milagro inimaginable: el pueblo judío posee la cualidad de ser la única comunidad nacional superviviente de la antigüedad, en tanto por más de 3500 años han conservado su fe, su lengua, y sus prácticas culturales intactas. Todos los pueblos contemporáneos de la antigüedad, por citar algunos, los babilonios, persas, romanos, hititas, egipcios o fenicios han desaparecido, y sin embargo los judíos sobreviven como una curiosa rareza de la historia. Antropólogos e historiadores reconocen que un pueblo logra sobrevivir únicamente si en el transcurrir del tiempo conserva su fe, su integridad cultural y su lengua, lo cual es un fenómeno sociológico que, con el decurso de muchos siglos, es casi imposible de lograr, aún si esa comunidad conserva su territorio. Así, por ejemplo, los islámicos que ocupan las tierras que hoy son Egipto, no pueden ser considerados el mismo pueblo de los antiguos faraones, ni los iraníes de hoy son considerados Persia, pues salvo la misma ocupación geográfica, no existe ningún otro elemento cultural común entre esos ancestrales pueblos y los actuales. En esencia, no son los mismos pueblos, sin embargo ese portento solo ha sido logrado por los judíos.

Aún más, es la única comunidad nacional que logró subsistir después de cuatro deportaciones: la egipcia, la de Nínive (722 a.C.), la babilónica (597 a.C.), y finalmente, la impuesta por Roma (siglo I). La judía es la misma nación que, contra todo pronóstico y dieciocho siglos después de su último éxodo, logró la hazaña colectiva de regresar a su tierra conservando intactas su lengua, su fe y su identidad cultural. Igual creo que es en la prodigiosa supervivencia de sus códigos culturales, donde reside la clave de las proezas tecnológicas en beneficio de sus ecosistemas. Cuando Israel resurgió en la cintura del siglo pasado, por la condición desértica de su región, los nuevos ciudadanos del país llegaron a un territorio que básicamente era una tierra yerma. Pese a tal situación, hoy Israel es la única nación del mundo en la que existen muchos más bosques de los que había hace un siglo, y esto a pesar de los continuos sabotajes provocados por sus vecinos hostiles, en un afán de destruir las plantaciones boscosas logradas en el desierto. Ilustración de lo anterior ocurrió en el año 2006, cuando fueron quemadas diez mil hectáreas de bosque por lanzamientos de cohetes desde el Líbano; en ese momento la organización islámica Hezboláh, hoy en guerra contra Israel, se atribuyó el hecho. Israel es también vanguardia en materia de aprovechamiento y desarrollo de la tecnología del agua, energías limpias y agricultura orgánica sostenible, al punto que se han convertido en potencia agroexportadora. En el año 2014, su sector agrícola -valorado en $7.8 mil millones-, representó el 3.3% de su PIB, pese a que cultivan en un ecosistema que solo recibe lluvia un promedio de 45 días al año.        

Finalmente vale recordar que, siendo los judíos apenas el 0,2% de la humanidad, me resulta asombrosa la capacidad de ser exageradamente relevantes en el mundo de las ideas y el progreso. Si sumamos el premio nobel de medicina recibido en estos días, solo ese pueblo ostenta más de 195 galardones. Pero aún más sustancial, es la capacidad que ha tenido ese pueblo de establecer revoluciones filosóficas y espirituales sin par. Anotemos ilustraciones relevantes: ¿por qué fue el pueblo judío el primero en la historia universal en abolir la práctica de la esclavitud? Lo hizo desde hace ya miles de años, pese a que en la antigüedad la esclavitud era una práctica universal. Ello se debe a que fue la nación judía la primera en practicar el más revolucionario concepto inmaterial de la historia, el de la dignidad humana, el cual surgió a partir de la noción de que el hombre fue creado a imagen y semejanza de un Ser ético entendido como Dios único. Y esto nos recuerda, además, algo que era inconcebible en el mundo panteísta del pasado, pues es entre los judíos que surgió la noción de un Dios que trasciende el mundo natural, o sea, un Dios que está fuera del tiempo, el espacio y la materia, dando origen al monoteísmo, y con ello, a las corrientes espirituales más potentes del planeta, como lo son el cristianismo, el islamismo, y por supuesto el judaísmo.

Sumado a lo anterior, el judaísmo fue el primer pueblo en asumir otras convicciones impensables que, hasta milenios después, la ciencia ha confirmado como ciertas. Veamos algunos ejemplos: el libro del profeta Isaías, escrito siete siglos antes de Cristo, es el primero en la historia humana que, en su capítulo 40 versículo 22, establece la noción de que la Tierra es redonda. Otra increíble convicción judía aún más antigua, se halla en el libro de Job, que declara la noción de que “la tierra está suspendida sobre la nada” (Job 26:7). Fueron también los judíos los primeros en determinar que el mundo de la naturaleza se rige por leyes estables, creadas por un Dios que actúa según un orden, en donde los astros y cuerpos celestes no eran divinidades, sino parte de un sistema regido por límites y parámetros. Sumado a las anteriores, la noción de que todo el universo fue creado “ex nihilo”, o sea, creado de la nada, noción que, salvo para el Dios de los judíos, era algo absolutamente inconcebible para la antigüedad, y que hoy coincide con el demostrado hallazgo científico de la cosmogénesis, o Big bang. Ideas todas que eran inconcebibles para la humanidad de entonces. Una comunidad así, no solo merece vivir en paz, además amerita que, con todas nuestras fuerzas, condenemos las pretensiones ideológicas que aspiran a que desaparezca. fzamora@abogados.or.cr  

martes, 8 de octubre de 2024

LA PREGUNTA ESENCIAL PARA LA REVOLUCION EDUCATIVA

 Dr. Fernando Zamora Castellanos.

Abogado constitucionalista

 

¿Somos resultado del azar sin causa, de procesos naturales que no tienen propósito ni sentido, como aseguran los apóstoles del existencialismo, o nuestra existencia tiene un sentido trascendente que sobrepasa la realidad material, como afirmamos los creyentes?  Esta pregunta es piedra angular de una nueva revolución en la enseñanza, y de la respuesta que sobre esa interrogante el sistema educativo ofrezca a los niños y jóvenes, dependerá si habremos de inspirarlos, o no, hacia la búsqueda de una vida de plena realización. Antes amerita advertir que, en buena parte, nuestra crisis educativa es consecuencia de su adicción a la posmodernidad, esa lamentable corriente nihilista que se afana en convencerlos de que nuestra existencia es resultado de un azaroso sinsentido.

Las filosofías e ideologías materialistas se habían consolidado porque hasta el siglo XX cinco equivocados paradigmas las fortalecieron: el primero de ellos, la errada creencia en que el universo era estacionario, o sea, la idea de que el universo, y con ellos la materia, el tiempo y el espacio, eran infinitos y permanentes, por cuanto no habían tenido un momento de creación, ni tendrían final, lo cual hacía innecesaria la noción de un ser creador. A lo anterior se sumaron otros paradigmas, como la incorrecta descripción matemática de un universo simple, y la errónea idea de que la vida tenía un origen asequible a partir de la materia inanimada. Esta última creencia fue posteriormente desacreditada por los descubrimientos de Luis Pasteur en el siglo XIX, los cuales probaron que los microorganismos no surgían espontáneamente, sino que todo ser vivo procede de otro ser vivo anterior. Un cuarto paradigma ya superado, fue el auge que en el siglo XIX obtuvo la teoría marxista del materialismo científico, que sostenía la idea de que tanto los procesos naturales, como los sociales, eran producto de postulados deterministas cuya explicación se reducía a fenómenos físicos. El quinto paradigma lo planteó Sigmund Freud a partir de sus teorías del comportamiento humano, según las cuales la mente humana y, por tanto, todo su comportamiento, ideas y motivaciones, se reducían a fenómenos propios de las fuerzas inconscientes de nuestra psiquis.

Sin embargo, los siglos XX y XXI, trajeron hallazgos y descubrimientos que han generado otros cinco nuevos paradigmas científicos que van en sentido contrario a los anteriores, y que fortalecen un buen entendimiento entre la ciencia y la espiritualidad, pues han revertido la creencia de que la ciencia es incompatible con la existencia de Dios. En primer lugar, tenemos los descubrimientos que han demostrado, más allá de toda duda, que el universo no es eterno en el pasado, sino que tuvo un inicio, con un origen absoluto, y del cual, tanto la materia, el espacio y el tiempo, surgieron en un micro instante, según lo cual, unido a los hallazgos de la teoría de la relatividad, obliga a explicar la creación a partir de una causa provocadora que se encuentra fuera de la materia, el tiempo y el espacio. Una realidad científica que calza perfectamente con la noción espiritual de un Dios creador. A este descubrimiento se le denominó popularmente Big bang, y surgió a raíz de las pruebas que ofrecía la acción de la radiación de fondo en todo el universo.  El segundo paradigma es el ajuste increíblemente fino del universo. El universo está tan inexplicablemente ajustado para la existencia de la vida en el planeta, que los cosmólogos materialistas se vieron obligados a hacer especulaciones exageradas sobre otros modelos de existencia, como el de los multiversos o los universos paralelos. Esto en un afán de justificar por qué razón el universo tiene ese descomunal grado de perfección en su ajuste para permitir la existencia de vida. Para que entendamos este exagerado nivel de ajuste, me limitaré a citar un ejemplo, y para evitar suspicacias, citaré intencionalmente a un cosmólogo no creyente, al físico de la Universidad de Stanford Leonard Susskind, quien reconoce, incrédulo, que la constante cosmológica está ajustada con una precisión de “1 sobre 10 a la 120”. Esta cantidad implica un grado tan inexplicable de ajuste, que él mismo reconoce, pese a que se declara no creyente, de que es imposible que tal equilibrio sea fortuito.

El tercer paradigma es el que han aportado los recientes descubrimientos de la biología molecular, que demuestran que la vida está descomunalmente organizada en sofisticadísimos lenguajes complejos de ARN, ADN y proteínas que generan funciones reproductivas, metabólicas y de réplica que son las que permiten que ella emergiera. Es un orden tan sofisticado, que tal como lo explica el biólogo molecular John Craig Venter, para que el ser vivo más pequeño exista, se necesita un genoma de ADN de al menos 250 genes, cerca de 150 mil pares de bases de nucleótidos, asociadas según una organización precisa, un sistema ARN, un ribosoma intérprete y una producción de 180 tipos de proteínas distintas, decenas de enzimas y orgánulos locomotores, todo ello dentro de un ser invisible de 0,2 micrómetros (2x10-7m). El cuarto paradigma que está acercando la ciencia a la fe, es la demostración de la muerte térmica del universo. La muerte térmica del universo fue una segunda vía, a parte del Big bang, para dar por absolutamente demostrado que la materia, el espacio, y el tiempo, tiene necesariamente un inicio común, y por tanto una causa necesaria fuera de esos elementos. Además, los trabajos del nobel Roger Penrose sobre dicha entropía tuvieron por demostrado que, en ese origen, todo, desde el primer instante, estaba calculado de una manera fantástica.

El último de los nuevos paradigmas científicos fue el de la relatividad, teoría descubierta por Einstein, el mismo que llegó a afirmar que “Dios no juega a los dados”. Esta teoría demuestra que tiempo, espacio y materia no pueden existir en ausencia de alguno de estos tres. Lo anterior significa un hecho innegable: que la causa para el origen del universo forzosamente debe ser ajena al tiempo, al espacio, y a la materia, lo que refuerza la convicción de que la espiritualidad es posible, por la noción de un Dios creador que necesariamente está fuera de esos tres elementos. Estos novedosos paradigmas han acercado la ciencia a la fe, abriendo también la posibilidad de una nueva revolución educativa, que ofrezca una educación para niños y jóvenes convencidos de que esta vida tiene un propósito trascendente para cada quien, y haciendo posible que se supere esa manía posmoderna que ha sumido nuestra educación occidental en un peligroso descreimiento materialista.  fzamora@abogados.or.cr