Abogado constitucionalista
http://www.nacion.com/2010-12-06/Opinion/Foro/Opinion2613139.aspx
Las bases de una nueva Costa Rica son: libertad, justicia, solidaridad, civilidad, paz y fomento de la cultura. Artículos de opinión del Dr. Fernando Zamora Castellanos, abogado constitucionalista.
Dr.Fernando Zamora C.
Abogado constitucionalista
http://www.nacion.com/2010-10-10/Opinion/Foro/Opinion2549776.aspx
José Figueres afirmaba que hacer política sin filosofía era construir puentes sin ingeniería. Lo decía porque para él la socialdemocracia solo era filosofía política, aunque los que nacimos en los albores de la década de 1970 creíamos que era ideología. El problema principal de nuestra democracia, radica en el hecho de que los pocos partidos programáticos existentes, carecen de períodos de vida reflexiva. Están sometidos en la espiral de una vorágine de activismo permanente. Como los seres humanos, las organizaciones sociales deben detenerse para hacer introspección. Son los momentos que le permiten a los movimientos meditar el ideario común a ofrecer. Ser faro para sus naciones. De lo contrario, resultan colectivos sin consensos sobre lo que se cree o piensa. Torres de Babel donde cada quien habla un idioma distinto. Es preocupante que el estudio político serio se ha limitado hoy a ciertas élites académicas y el debate que lo sucede solo está presente en las páginas de opinión de ciertos diarios. Amén de que los partidos políticos deben ser más que la suma de sus coincidencias programáticas, por lo que aún si tuviesen serios períodos de reflexión, por sí solo ello sería insuficiente, pues lo que acrisola una generación partidaria, es el compañerismo y convivencia que se forja al calor de la brega común por el ideal político. De ahí que hoy la socialdemocracia debe redefinir con claridad cuáles son sus convicciones. Y salir con valentía a ofrecer al pueblo un ideario homogéneo. Así, en el Siglo XXI, ¿en qué debe creer un socialdemócrata? Lo primero en lo que debe creer, es que una nación crece solo si se propone, planifica y ejecuta objetivos de desarrollo a gran escala. El segundo elemento del ideario, es que el Estado moderno debe continuar interviniendo en la consecución de las políticas de desarrollo, pero ya no ejecutando de propia mano. Ahora debe lograr sus objetivos dirigiendo la iniciativa privada, de tal forma que las fuerzas económicas libres coadyuven en la consecución de los objetivos gubernamentales, mediante lineamientos dirigidos hacia esos agentes económicos. Y promoviendo figuras alternativas a la ejecución directa, como lo son por ejemplo las concesiones o los fideicomisos de inversión en obra. Lo que además debe permitir una política de impuesto decreciente o al menos estable, dando pie a otras figuras de retribución por servicios, como son las tasas. El tercer principio: como el Estado es para el hombre y no el hombre para el Estado, el socialdemócrata debe creer que el presupuesto público ideal, debe destinar cada día más recursos para inversión del que aplica a gasto corriente. Así la razón de ser de los tributos se enfoca en la obra y la política pública concreta. Para ilustrar el punto me valgo de un principio espiritual: cuando en 1882 Gaudí inicia en Barcelona
Dr.Fernando Zamora Castellanos.Abogado constitucionalista
En La paradoja europea, Noam Chomsky señala que un estado organizativo de alta complejidad solo se alcanza cuando los individuos proceden mediante formas y capacidades similares. La certeza de esa observación amerita repasar los principios del desarrollo, escudriñándolos de la historia de las naciones que lo han logrado en libertad. No sin antes advertir que Vaclav Havel afirmaba que el político solamente puede ofrecer un número muy limitado de cosas, básicamente ciertas condiciones para que tengamos una vida más digna y proteger las libertades genuinas. Pero garantizar un paraíso terrenal no es posible, porque hay un límite donde el ideal degenera en utopía. De ahí la necesidad de distinguirlos, pues los ideales son necesarios, más las utopías son delusorios y peligrosos espejismos. Madres de los regímenes absolutistas de
Dr.Fernando Zamora Castellanos
Abogado constitucionalista
Publicado en el Semanario Pagina Abierta bajo la dirección:
http://paginaabierta.cr/index.php/articulos/36-nacionales/979-sala-iv-el-debate-necesario.html
Un estudio reciente del Centro de Jurisprudencia Constitucional, determinó que entre octubre del 2009 y mayo del 2010, el 60% de los fallos constitucionales no se ejecutaron a cabalidad. En algunas materias se alcanzó un grado de incumplimiento hasta del 80%. Si bien es cierto que gran parte de ese incumplimiento debió estar motivado en la imposibilidad material que tiene la administración para acatar muchos de esos fallos, no por ello debemos concluir que esta sea la única razón. Escudriñar causas y soluciones del fenómeno, es un esfuerzo que debe realizarse en resguardo del sistema constitucional. Además del motivo ya señalado, otra causante de descrédito de la jurisdicción constitucional, -que acarrea con ello alguna velada resistencia contra sus resoluciones-, radica en la ilegitimidad de algunas de sus sentencias más sonadas, las cuales, -más que fallos contralores de constitucionalidad- han sido evidentes propuestas políticas. Lo que a esa sede le está constitucionalmente vetado. Desde Tomás de Aquino sabemos que toda autoridad sustenta su poder en el consenso moral que en torno a ella exista. Al cruzar límites que minan su credibilidad, con ello la Sala devalúa la contundencia de su capacidad coercitiva. Lo que no debe seguir ocurriendo. El más reciente ejemplo de lo que afirmo, lo ofrece la última polémica que desató la sentencia sobre el caso de
Dr.Fernando Zamora Castellanos
Abogado constitucionalista
Publicado en el Periódico La Nación bajo la dirección:
http://www.nacion.com/2010-08-15/Opinion/PaginaQuince/Opinion2484711.aspx
Durante
Dr.Fernando Zamora Castellanos
Doctor en derecho constitucional.
Publicado en Página Abierta bajo la dirección:
La historia ha demostrado, -hasta la saciedad-, que si los sistemas constitucionales no se sustentan en consensos morales, las constituciones nacionales y el sistema de valores que ellas soportan, pasan a ser letra muerta. La prensa informó, que 11 países Europeos, le solicitaron a
Publicado en el Diario Español el Imparcial bajo la dirección:
http://www.elimparcial.es/sociedad/la-verdad-un-concepto-a-proteger-67585.html
La historia ha demostrado, -hasta la saciedad-, que si los sistemas constitucionales no se sustentan en consensos morales, las constituciones nacionales y el sistema de valores que ellas sustentan, pasan a ser letra muerta. De ahí que la más grave amenaza que enfrenta nuestro orden constitucional, radica en una tendencia social que la posmodernidad está imponiendo: la devaluación del concepto de la verdad moral. De no revertir esa compulsión, amenaza convertirse en el mayor mal del Siglo XXI. El problema es que en occidente se está levantando una nueva intolerancia. Esta condena cualquier amago de defensa de las certezas morales. Cuando el Reverendo M. Luther King, -ante las escalinatas del Monumento a Lincoln-, declaró que soñaba con el día en que los seres humanos serían juzgados “no por el color de su piel sino por la condición de su carácter” ofrecía una pista sobre el trasfondo de uno de los grandes problemas de la sociedad contemporánea. La sociedad de bienestar actual ha forjado consigo -en consuno con el particular menosprecio al concepto de la verdad-, además, un desprecio igual hacia el valor del carácter como fundamento de la personalidad humana. Cuando J. Ingenieros sostenía que “las manos que temblaban no podían levantar los estandartes”, con la metáfora afirmaba que las sociedades que eran vacilantes de su herencia moral estaban vencidas. La explicación de este fenómeno se resume en el hecho de que para expandir su zona de comfort, una incómoda barrera que enfrentan las sociedades de bienestar, son las fronteras éticas absolutas. Por eso a la actual sociedad de bienestar posmoderna, conviene más una suerte de moral secular, cuya aceptación dependa exclusivamente de cálculos costo-beneficio inmediato para quienes decidan asumirla. De ahí lo conveniente que es caer en la tentación de relativizar toda verdad e imponerle a la sociedad ese dogma. El inconveniente para este afán, es que la verdad es excluyente. Relega toda otra alternativa aparente y falaz. Esto provoca el fenómeno de choque ante las posturas irreconciliables con ella. De esa clase de paradoja, uno de los ejemplos históricos más dramáticos lo protagonizó W. Churchill. En la década de los años 30’s del siglo pasado, él perturbó la solaz tranquilidad que disfrutaba Inglaterra, alertando a viva voz, que detrás de las pacifistas proclamas alemanas se escondían pérfidas intenciones. Como era un designio difícil de detectar, la aparente falsedad e impertinencia de su denuncia lo estigmatizó ante la sociedad europea de entonces. Quienes relativizaron el escenario que Alemania preparaba, calificaron como intolerantes las incómodas advertencias de Sir Winston. Fue marginado del protagonismo político hasta que la verdad salió a la luz plenamente. Lamentablemente ya era demasiado tarde para entonces. Aquel trauma del pasado nos ofrece otra enseñanza fundamental para estos tiempos. No por desconocer la verdad, estamos relevados de las consecuencias que conlleva desapercibirse de ella. Lo más feliz para Inglaterra, hubiese sido que los cantos de sirena del nazismo no hubiesen sido falaces y que ciertamente sus intenciones hubiesen sido pacíficas. Pero no por el hecho de que el pueblo inglés desconociera la realidad oculta detrás de la advertencia, se vio relevado de sufrir las terribles consecuencias que le ocasionó el desatenderla. El problema aquí, es que así igualmente sucede con todo ámbito de la realidad, incluido el de las verdades morales. Berger sostiene que el fundamento del relativismo radica en el hecho de que muchas personas creen que al estar atrapados en su localización histórica o cultural, les es imposible juzgar la veracidad o falsedad de una convicción, aunque ésta sea una verdad material no formal, -esto es-, una verdad no reconocida universalmente, pero verdad al fin. Este hecho provoca la paradoja de que la misma intolerancia del relativismo absoluto, se relativice a sí misma, pues su pretensión es convertirse en verdad, pero negándola, resultando como tal, en una evidente falsedad absoluta. Sabemos que vivimos épocas en las que los fanatismos de todo tipo le ha hecho mucho daño al mundo, sin embargo, no por eso debemos renunciar al propósito fundamental de la existencia humana, que es, esencialmente, la búsqueda de la verdad. fzamora@abogados.or.cr
Dr.Fernando Zamora Castellanos
Abogado constitucionalista
Publicado en el Diario Español El Imparcial bajo la dirección:
http://www.elimparcial.es/sociedad/socialdemocracia-y-las-fuerzas-morales-de-la-economia-66107.html
Tambien en el periódico La Nación en la dirección
http://www.nacion.com/2010-06-27/Opinion/Foro/Opinion2424319.aspx
La pasada crisis financiera reveló el fracaso del monetarismo especulativo, el cual se sumó al anterior colapso del socialismo real. De las lecciones aprendidas se deduce la supremacía de la tesis socialdemócrata moderna, que propone que las fuerzas productivas libres deben ser conducidas de tal forma que éstas se conviertan en promotoras de soluciones ante los desafíos colectivos. Lo anterior no significa limitar la libertad de las fuerzas económicas, pues quienes abrazan ese dogma, creen que por sí sola la actividad productiva libre es perversa. Nada más errado. La socialdemocracia nació para orientar la libertad, nunca para devaluarla. Este es uno de sus postulados filosóficos esenciales. El buen socialdemócrata también es un amante de la libertad, pero reconoce que las políticas públicas pueden convertirse en conductoras de las fuerzas del capital, de tal forma que actúen como poderosos motores capaces de enfrentar los desafíos sociales. Por ello, en lugar de detener la mano invisible del mercado, el socialdemócrata afirma la necesidad de que esa mano exista, pero orientada. Por eso lo más censurable del monetarismo especulativo es su incapacidad para contestar hacia qué fines morales dirige todo el monumental esfuerzo productivo de
Dr.Fernando Zamora Castellanos
Abogado constitucionalista
Por razones sustentadas en la esencia misma de las instituciones del derecho familiar, las propuestas legislativas a favor de las uniones civiles homosexuales resultan en una incoherencia supina. A la luz del derecho expliquemos el sinsentido de ese despropósito. ¿Por qué y para qué fueron originalmente ideados la pensión alimenticia y los bienes gananciales matrimoniales? Ambos son institutos del derecho moderno que surgieron como una necesidad de reconocimiento de la división familiar del trabajo. Y por las razones que indicaremos, esa necesidad es imposible que en nuestro medio la tengan las parejas de un mismo sexo. Veamos. Sabemos que por razones naturales es al género femenino a quien corresponde el largo proceso de parto. Como derivación natural asociada a la continuidad de este proceso, es usual que a la madre corresponda la crianza y educación de los menores en el hogar. El hecho de que la labor doméstica de la madre en el hogar no sea remunerada, la coloca en una situación de clara desventaja que el derecho familiar remedió por la vía de los bienes gananciales y la pensión alimentaria a favor de la cónyuge o conviviente responsable de la labor doméstica. Esencialmente esas instituciones entonces nacen a raíz de la desventaja económica derivada de quien procrea y cría los hijos, pues el responsable de tal deber dentro del núcleo familiar debe sacrificar su desarrollo laboral que es económicamente remunerable, para dedicarse a la atención y formación de los menores. Dicho costo de oportunidad, -que casi siempre lo asume la madre-, ameritaba entonces y amerita hoy, ser reconocido y económicamente recompensado. De ahí que el derecho familiar moderno instituyera, por una parte, los derechos alimentarios y por otra, los derechos gananciales. Todo en protección de los intereses de la madre, que generalmente es la parte que se encuentra en la situación de desventaja ya descrita. Lo anterior solo es materialmente posible en las convivencias entre un hombre y una mujer, pues dos personas de un mismo sexo no pueden procrear hijos y se encuentran además en la misma igualdad de condiciones de género. Sumado a lo anterior, aquí dos personas de un mismo sexo están imposibilitadas de adoptar menores, por lo que no existe entonces ningún factor que justifique desigualdad alguna de un conviviente respecto del otro, que amerite el obligar a nuestro Estado a regular las convivencias entre homosexuales por esas razones. Ninguno de ambos debe responsabilizarse de la crianza de ningún menor y además, ambos se encuentran, por razones tanto de género como naturales, en absoluta igualdad de condiciones para trabajar y contribuir con
Dr.Fernando Zamora Castellanos
Abogado constitucionalista
Publicado en Suplemento Página Abierta bajo la dirección siguiente:
http://www.diarioextra.com/2010/abril/27/opinion07.php
La norma y la resolución irrazonable es un atentado contra las libertades. La ley desproporcionada es germen que carcome la libertad y que legitima una contracultura inconstitucional perversa. Esta pérfida tendencia ha sido casi una constante histórica en latinoamérica, y subterfugio para los tiranos de nuestro realismo mágico. Lo preocupante es que aún en Costa Rica, donde nos hemos caracterizado por ser históricos defensores de nuestro régimen de libertades, se esté entronizando, -a partir de resoluciones y normas irrazonables y desproporcionadas-, una incultura constitucional contra nuestras libertades.