Dr. Fernando Zamora C.
Abogado constitucionalista
Publicado en España bajo la siguiente dirección:
Publicado en el Periódico La Nación:
El mundo islámico vive una encrucijada.
Por una parte, el camino que representa el fenómeno de la “primavera árabe”, expresión
que refiere a la revolución social ocurrida en años recientes. Allí, muchos de
sus activistas aspiran a la conquista gradual de una cultura de paz y respeto. Por
el contrario, el otro camino es el del integrismo. Este último aspira, por la
vía de la violencia, a una radicalización de la cosmovisión islámica y es
promovido por diversos movimientos. Algunos chiítas como el Hezbolláh, otros
sunitas, como Hamás o el ISIS (Estado islámico de Irak y el Levante). Ahora
bien, aunque no podemos tener certeza respecto de si alguna tendencia se
impondrá pronto, es necesario comprender los elementos fundamentales de la
cosmovisión islámica y el porqué de su radical distancia en relación con
nuestra propia cosmovisión. La respuesta que debemos anotar para comprender la
antinomia entre la cultura musulmana y la nuestra, es que aquella carece del fundamento
que nos permitió a los occidentales construir el concepto constitucional de
gobierno limitado.
Por las razones que expondré
de inmediato, la diferencia esencial radica en el concepto de “gobierno
limitado”, que solo resulta natural a quienes hemos sido criados en la
civilización judeocristiana. ¿Por qué? La idea de división entre el reino
terrenal y el espiritual, fue concebida únicamente por la teología cristiana
derivada del precepto que mandaba “dar al
César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios” (S. Lucas 20:25). Lo que tal concepto espiritual implica, es que
dentro de cada persona, hay un ámbito de conciencia y de libre albedrío que
-cual si fuese un santuario-, debe estar resguardado y ser ajeno al control
político. Las autoridades terrenales, -no importa cuán poderosas sean-, no
pueden usurpar la autoridad que legítimamente solo pertenece a Dios. Este es el
origen u embrión del concepto constitucional del gobierno limitado. Por el
contrario, al igual que lo hacían los Césares del mundo occidental anterior al
cristianismo, Mahoma fue un gobernante que integró todas las esferas de la vida
social. Sustentados en tal precedente, los gobernantes de los imperios
islámicos, -como el Otomano u Omeya-, se consideraban obligados a imponer el
Islam por la fuerza en las tierras conquistadas. Esta cosmovisión cultural totalitaria
se desarrolla con fuerza desde el siglo siguiente a la muerte de Mahoma. Los
musulmanes socialmente influyentes, escogían, validaban -y en gran medida
creaban-, lo que ellos denominaban tradiciones o Hadiz. Además echaban mano de ellas para promulgar leyes islámicas
que son conocidas como Sharias y que
cubren toda exigencia concebible de la vida. Eso hasta desarrollar un
totalitarismo cultural que -aún hoy-, buena parte de los musulmanes considera
que debe imponerse al mundo. De ahí que,
como señala el historiador Bernard Lewis, en los idiomas islámicos clásicos -como
el árabe clásico-, no existen los conceptos dicotómicos de “secular-religioso”,
“laico-eclesiástico”, “temporal- espiritual”. Esto se debe a que dichos pares
de conceptos son inexistentes en la cosmovisión islámica, pues representan un
valor filosóficamente plantado e irrigado solo por el judeocristianismo. Y ampliamente
desarrollado por sus propios pensadores, como San Agustín de Hipona. Si bien es
cierto, los pensadores clásicos de la ilustración posteriormente reelaboran e
impulsan la teoría de separación Estado-Iglesia, tal es un concepto que nace de
la teología cristiana. Aunque por siglos, el poder estatal y la Iglesia
cristiana pugnaron por definir dónde trazar la línea divisoria entre esas dos
esferas de influencia, ambos coincidían en que la línea divisoria existía. Así
pues, la idea moderna de gobierno limitado, es derivación de la noción
cristiana de que existe un espacio en la conciencia humana que está fuera del límite
de control estatal. Una distinción fundamental que es propia de la base
cultural de nuestro hemisferio, e inexistente en el oriente por siglos.
Para los que crecimos en nuestra
cultura constitucional, si el Estado invade el territorio reservado para el
dominio privado de la conciencia, lo hace sin legitimidad. De ahí el error y fracaso
final de iniciativas como las Cruzadas o la Inquisición, las cuales fueron
concebidas a contrapelo de la ideología genuina del evangelio. Esos intentos cayeron
en el mismo vicio conceptual del islamismo. Por la fuerza, pretendieron imponer
convicciones y conductas restringidas al ámbito de la conciencia humana. Sin
embargo, con el concepto derivado de la frase evangélica “Mi reino no es de este mundo” (S. Juan 18:36), el judeocristianismo
había sembrado en Occidente la concepción de que Dios decidió, -por su propia
voluntad y en resguardo de la libertad humana-, autolimitarse en su dominio de
la esfera terrenal. Por ello, la idea de que el dominio de Dios es el dominio
de su Iglesia -y que existe un ámbito secular que opera externamente al control
eclesial-, es la verdadera simiente del secularismo.
En fin, esta separación sembrada
por la teología judeocristiana es una idea inaceptable para el Islam. Por ser
propio de los fundamentos ideológicos de la cristiandad, la idea de la
tolerancia religiosa se terminó de consolidar constitucionalmente en los
Estados Unidos, con la cláusula de establecimiento de la Primera Enmienda,
aprobada con el apoyo de representantes pertenecientes a diversas
denominaciones cristianas. Por ello, al ciudadano occidental promedio le parece
inaudito que se asesine a alguien por no profesar la religión islámica. Suma al
análisis anterior, que el conflicto se ve insuflado por el hecho de que muchos
de estos grupos integristas, están dirigidos por mafias que acumulan fortunas a
partir de la extorsión, el robo, y el contrabando, lo que nada tiene que ver
con lo aquí expuesto. En conclusión, entendiendo
lo que existe en las mismas raíces de la cultura árabe, pareciera en vano el
loable esfuerzo de algunos líderes de la primavera árabe -como Wael Ghonim o el desaparecido
periodista Kareem
Amer-, que han luchado contra corriente promoviendo en el Oriente medio los valores
aceptados en nuestro hemisferio. Pero mi propia valoración es optimista. La
semilla ya empezó a florecer en el mundo islámico, y a largo plazo, creo que vencerá.
La historia del hombre ha demostrado que el único poder verdaderamente legítimo
es el de la conciencia y el libre albedrío. fzamora@abogados.or.cr
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