Abogado constitucionalista
Publicado en el Periódico La Nación:
https://www.nacion.com/opinion/columnistas/ee-uu-abjura-del-ideal-marshall/PAHZW3UMRJEZFFUANWAHMEVCQI/story/
y en el diario español El Imparcial.es
Los
latinoamericanos debemos aceptar que la visión estadounidense acerca de su
propio rol frente a sus aliados ha cambiado, lo que trae implicaciones para las
cuales debemos prepararnos. Resumo aquí en
qué ha consistido el viraje. El principio espiritual de la compensación afirma
que lo que en la vida sembramos es lo que cosechamos. Eso fue lo que le sucedió
a los Estados Unidos en la posguerra, cuando decidió implementar el plan de rescate
económico, ideado por su Secretario de Estado George Marshall, en ayuda de las
naciones que habían participado en la guerra. Tan grande fue el espíritu de
generosidad implícito en el proyecto, que incluso se contempló dicha asistencia
en beneficio de las potencias del eje, -como Alemania o Japón-, que fueron
feroces enemigas de la gran nación americana en aquel mismo conflicto. Entonces
los Estados Unidos respondieron magnánimos devolviendo el bien como respuesta
al mal. Aproximadamente 20 fueron los países europeos beneficiados con aquella
asistencia financiera. Conservo en mi biblioteca una obra del historiador
económico J.Bradford DeLong, quien documenta que para 1951, -unos 4 años
después de su implementación-, la producción industrial de la Europa occidental
superaba en más del 55% a la que existía al momento en que se ejecutó el plan. Cuando
los nuevos socios y amigos de los EEUU lograron despegar de su derrumbe económico,
los americanos no sólo recuperaron con creces el monto invertido, sino que además
tuvieron potentes aliados que le permitieron, no solo enfrentar la amenaza
soviética existente detrás de la “cortina de hierro”, sino acrecentar el propio
poderío económico y político de todos los involucrados en el plan, tanto el de los
receptores de la ayuda, como también el de la potencia que los asistió. Gracias
al éxito de esta estrategia, Kennedy intentó después la iniciativa de cooperación
a latinoamérica denominada “Alianza para
el progreso”, la cual, a raíz del asesinato del presidente, no se logró ejecutar
de acuerdo a su objetivo original, degenerando en simples pactos bilaterales de
asistencia militar o alimentaria.
Con
esa misma intención y bajo el nombre “Ruta
de la seda para el siglo XXI”, China ejecuta ya un intento similar de
asistencia a sus vecinos y aliados menos desarrollados. Conocedores de los antecedentes
del plan Marshall que aceleró el ascenso de los Estados Unidos a primera
potencia mundial del Siglo XX, reconocen que si desean superar la hegemonía americana,
deben potenciar el desarrollo de sus vecinos. Una durísima tarea tomando en
cuenta el atavismo en el que viven naciones como Afghanistán, Pakistán, o
Bangladesh. Pese a ello lo están intentando, al extremo de incorporar, como
parte de ese proyecto de asistencia, las inversiones de infraestructura que harán
en Panamá, en el extremo opuesto de su propio hemisferio. Con gran sabiduría, cooperando
con sus vecinos y aliados naturales, han determinado potenciar y enriquecer el
área de influencia geoestratégica china.
En
lo personal, le tengo una especial admiración al pueblo estadounidense; su
historia de lucha por la libertad del mundo libre, cuya culminación gloriosa
fue su sacrificio contra el facismo europeo y el militarismo imperial japonés, es
un testimonio de una generosidad sin límites. Sin embargo, contrario a lo que
hasta hace poco fue su vocación magnánima, la administración del gobierno
estadounidense parece abjurar de los ideales que le permitieron al Secretario
Marshall ganar el premio nobel de la paz, y ha decidido retrotraer su propio
potencial de influencia, aislándose en una suerte de espiral egocéntrica. En
sustento de esta afirmación, repasemos hechos. En primer término está la
tendencia al aislamiento comercial en el que la administración estadounidense
se está sumiendo, evidente a raíz de situaciones tan obvias como el tácito
apoyo de Washington al “Brexit”, la imposición de altos aranceles al acero y
aluminio proveniente de Europa y de sus vecinos norteamericanos, la evidente sepultura
del Tratado transatlántico de libre comercio con Europa (TTIP), el temido
anuncio de imponer aranceles a la industria automotriz europea, o las amenazas
estadounidenses de denunciar unilateralmente el Tratado comercial
norteamericano (TLCAN), entre otros ejemplos. Un
segundo aspecto es que la administración republicana ha dado evidencias
contundentes del fastidio que le provocan las disposiciones del Tratado de la
OTAN que le obligan a defender a sus socios occidentales, al punto de que, con
aspereza, se ha manifestado contra Montenegro y ha empezado a cobrar a todos
los socios el porcentaje del PIB que les corresponde dar a la organización.
Esta propensión americana ha provocado que los líderes de las potencias
europeas estén valorando seriamente la posibilidad de sustituir a la OTAN por
un ejército exclusivo para Europa, que cumpla la función que ejerce esa organización
militar transatlántica de protegerlos de las eventuales acechanzas de las
potencias orientales. Ello significaría un durísimo golpe para la hegemonía
geoestratégica de los EEUU, con implicaciones negativas para el mismo dólar como
poderosa divisa internacional, para la influencia comercial de los Estados
Unidos, como también para su propia capacidad político-militar.
El tercer elemento
que refleja la renuncia estadounidense al ideal del Nobel Marshall, lo es la aparente
repugnancia que la pobreza latinoamericana le provoca a su gobierno. Esta
carencia de empatía frente al drama social que sufren tanto la población del
triángulo norte centroamericano, como también la del inmigrante mexicano, refleja
el cambio en el principio que inspiró al plan Marshall: que ayudando y
asistiendo con generosidad al amigo caído, la retribución será el mutuo
beneficio. Pero esa ya no es la visión que anima a las autoridades estadounidenses.
Por el contrario, la nueva postura resulta evidente por tres recientes
manifestaciones de esta administración republicana; la primera ilustración es la
exigencia de que México pague por el muro antiinmigración en su propia
frontera, lo que se suma a las declaraciones presidenciales en las que se
amenazó a El Salvador y Honduras con detener la asistencia que Estados Unidos les
ofrece si continúa el éxodo de los desclasados centroamericanos hacia el norte.
Otra mala señal, es la amenaza de incluir a México, -un país vecino aun intentando
superar su débil desarrollo industrial-, dentro de los posibles perjudicados
con la imposición de aranceles de un 25% a la importación de partes automotrices.
En fin, son muchos indicios claros. fzamora@abogados.or.cr
No hay comentarios:
Publicar un comentario