Dr. Fernando Zamora Castellanos
Para el mundo clásico antiguo, el poder y la fuerza
era lo que se valoraba para calificar el heroísmo. Con la irrupción de la
cultura judeocristiana, el concepto de heroísmo es redefinido, y como fuente de
heroicidad, pasa a ser más valorada la verdad y el servicio al prójimo. En lo
que respecta a los valores, fue una revolución copernicana, y la razón por la
que, milenios después, el principio de resistencia pacífica, o no violenta,
prosperó en sociedades como la británica o en la democracia estadounidense.
Ambas sociedades con centros de poder o regímenes que fueron sustentados en esa
moral y cosmovisión judeocristiana. Por ello, ¿cuáles son los primeros
antecedentes, y casi los únicos en la historia humana, en los que tuvieron
éxito los movimientos de lucha no violenta? El primero de ellos fue el que protagonizó Gandhi
frente al colonialismo o Raj británico en el subcontinente indio. Buena parte
de la opinión intelectual, como la del filósofo indio Vishal Mangalwadi, es
que, si el control de aquellos territorios hubiese estado en manos de un
régimen con un sustrato ideológico de otra naturaleza, como el nazi o el leninista,
la estrategia de la no violencia habría sido absolutamente infructuosa. Incluso
Vishal sostiene que, esa misma es la razón por la cual fue posible la abolición
pacífica de la esclavitud en la Inglaterra de principios del siglo XIX. El
segundo antecedente exitoso de un movimiento no violento, fue el de los
derechos civiles en los Estados Unidos. Se extendió durante las décadas de 1950
y 1960, y fue dirigido por el Reverendo Martin Luther King. Como resultado de
aquella resistencia pacífica, la población afroamericana alcanzó la total
igualdad ante la ley y la abolición de todo tipo de segregación racial. Buena
parte del éxito de esas luchas, radicó en el hecho de que los gobiernos que
debieron de enfrentar a esos movimientos civiles, como lo fue el de John F. Kennedy
o el de Lindon B. Johnson, asumieron una posición de respaldo a la gran mayoría
de las demandas de los manifestantes. En otras palabras, eran gobiernos con la
suficiente estatura moral como para reconocer la justeza de la causa, y
apoyarla.
La dura realidad que debemos reconocer, es que la
estrategia de resistencia no violenta es inviable en otro tipo de regímenes.
Las ilustraciones abundan, ya sea en los totalitarismos fascistas, socialistas,
o en los islámicos. Por una parte, la caída del nazismo y el fascismo solo fue
posible después de una encarnizada guerra que trajo como consecuencia la muerte
de aproximadamente 50 millones de personas y la devastación de los continentes
europeo y asiático. Por otra parte, la caída del totalitarismo socialista, setenta
años después de brutales represiones y purgas, no fue resultado de una larga resistencia
pacífica ciudadana, sino consecuencia de una fulminante y rápida implosión del mismo
sistema, que lo llevó a derrumbarse desde adentro por sus gravísimas
contradicciones internas; entre otros factores, el más contundente de ellos, una
total inoperancia en el abastecimiento de bienes indispensables para subsistir.
Esto, repito, después de décadas de represión armada contra la población.
Ahora bien, es cierto que actualmente fuimos testigos
de movimientos de resistencia popular exitosos en regímenes islámicos, como la “Primavera
árabe” (2010-2012), pero la realidad es que su éxito dependió de una circunstancia
particular: el respaldo de las fuerzas militares de sus respectivos países. Así
sucedió en Libia, Egipto y Túnez, donde sus regímenes cayeron gracias al apoyo
militar. Por el contrario, en Siria la resistencia no contó con el apoyo del
ejército, y como es sabido, aquello derivó en una infructuosa y sangrienta
guerra civil. En otras palabras, el fenómeno de la primavera árabe consistió en
golpes militares acompañados de levantamientos populares, y por eso el fenómeno
debe descartarse como el éxito de una resistencia pacífica.
Finalmente tenemos el caso de los recientes
movimientos populares no violentos surgidos contra los regímenes de Cuba (2021)
Nicaragua (2018) y Venezuela (2014-2017). En esos tres casos citados, por cierto, los
más recientes de la historia, los movimientos de resistencia popular fueron
igualmente masivos y no violentos, sin embargo, ¿por qué no tuvieron éxito? La
razón de tal fracaso radica en la naturaleza ideológica de los regímenes que
confrontaron la resistencia. En el caso de Nicaragua, cuyo gobierno se anuncia
mediante propaganda masiva en vallas por toda su geografía como “cristiano,
socialista y solidario” es claro que no se trata de un régimen de
fundamentos cristianos en lo absoluto. Para ilustrar el punto, es inimaginable
pensar que el Frente Sandinista pueda tener relación alguna con la ODCA (la
Organización Demócrata Cristiana de América), cuyos partidos miembros han sido
adversarios históricos del Frente sandinista, precisamente en razón de los
valores judeocristianos que la ODCA defiende. En el caso del régimen cubano,
desde sus fundamentos leninistas expresamente afirmados en el preámbulo de todas
sus constituciones, también en la del 2019, hace que su régimen esté sustentado
en una filosofía de corte materialista. El caso de Venezuela resulta en una
suerte de sincretismo entre el leninismo y las prácticas del animismo santero.
Eso de acuerdo a investigaciones serias sustentadas en prueba documental y
testimonial, realizadas por profesionales en periodismo como David Placer o
Ludmila Vinogradoff. Sus estudios han sido publicados en medios prestigiosos,
como el español ABC, La Vanguardia, o el Universal de México.
Conclusión: la experiencia histórica nos demuestra que
la estrategia de resistencia civil no violenta es imposible en aquellos
regímenes cuyo fundamento filosófico niega los valores de la libertad
expresados al inicio de este artículo, y por ello, el éxito de los movimientos
de resistencia pacífica a futuro dependerá, tanto del hecho de que en la cultura
de nuestras sociedades occidentales se consoliden nuestros valores espirituales
originarios, como también de que esos valores sean abrazados por sus regímenes.
fzamora@abogados.or.cr
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