lunes, 23 de agosto de 2021

ISRAEL, HAITÍ Y EL FUTURO HUMANO

 Dr. Fernando Zamora Castellanos.

Abogado constitucionalista

 

Israel y Haití tienen una historia común de sufrimiento, adversidad y opresión. Sin embargo, ambas sociedades reflejan hoy dos realidades muy distintas, que nos ofrecen algunos indicios para comprender el camino que deberá tomar la humanidad ante la amenaza ambiental. Veamos. Haití es una nación joven, cuyos orígenes independentistas, surgen de las revueltas de esclavos ocurridas en el siglo XIX contra el coloniaje francés de la isla. Pese a que Haití se convierte en la primera nación latinoamericana independiente -y la más antigua república negra del mundo-, en realidad tal independencia no fue más que la continuidad de una historia de sufrimiento marcada por varios hitos que sometieron al país a una constante opresión. Un hecho que ilustra el vasallaje, fue el cobro de una indemnización de 150 millones de francos que el Rey Carlos X impone a Haití en 1825, a cambio de reconocer su libertad. La inmisericorde realidad de un yugo que parece perenne. Primero, provocado por fuerzas extranjeras, y después, al que fue sometido por las mismas oligarquías internas, y que hizo que Haití nunca dejase de ser una sociedad de esclavos. El futuro de las naciones está determinado por las condiciones con que las sociedades nacen, y Haití no ha podido forjar un desarrollo cultural que le permita la prosperidad, al ser una sociedad sellada por la originaria condición esclava de casi la totalidad de sus pobladores.

 

Además del drama humano, otra de las graves consecuencias de la miseria provocada por la total inexistencia de desarrollo cultural es la catástrofe ambiental. Por eso se han hecho virales las imágenes satelitales de la frontera haitiano-dominicana, en donde, por un lado, se puede ver el color arena del territorio haitiano, -producto de la brutal desertificación-, e inmediatamente después de la línea fronteriza, el verde dominicano. Porque casi la totalidad de la superficie haitiana ha sido deforestada por pobladores que aún cocinan, se iluminan y calientan por las noches, con el carbón vegetal extraído de la cada vez menor vegetación existente. Según estadísticas publicadas por Frantz Benoit y Pamphile Moliere, del Ministerio de salud haitiano, “hace tan solo 50 años al país lo cubrían verdes llanuras y bosques impenetrables habitados por aves de toda clase”, mientras que hoy los bosques solo cubren la décima parte de ese territorio. Allí los árboles se talan sistemáticamente para transformarlos en carbón, única fuente energética para más del 80% de la población. Entre otras consecuencias, a la degradación de sus suelos se suma el proceso erosivo generalizado. Ni qué decir de una realidad urbana sin ningún tratamiento de desechos, donde colapsa cualquier canal hídrico, sean ríos, riachuelos, quebradas naturales, o simples drenajes.

 

Ahora bien, si repasamos la realidad israelí, -muchísimo más antigua que la de Haití-, igualmente contemplamos una historia de dolor y esclavitud contra un pueblo pequeño. El primer antecedente histórico sobre la opresión a la que los hebreos fueron sometidos, son sus siglos como esclavos en Egipto. Aparte de los anales bíblicos, consta abundante registro arqueológico acerca del vasallaje semita en Egipto, extraído de antiguos descubrimientos en aquel territorio, tal y como lo han documentado reputados arqueólogos; por citar solo a dos: Peter Van der Veen o Christoffer Theis. Después vino la dominación babilónica y su destierro en aquel imperio, para siglos después caer bajo el yugo de Roma, el cual termina en el año 70 d.C. con la destrucción del segundo templo por parte del General Tito. A partir de allí los judíos son expulsados de su tierra, y apátridas por casi dos mil años, sin gobierno ni territorio, inician una larga diáspora que culmina con el horroroso genocidio nazi durante la segunda guerra mundial. En fin, una historia de sufrimiento sin igual, que concluye en 1948 con el establecimiento del Estado de Israel, y el gradual retorno de aquel larguísimo destierro.

 

Sin embargo, en medio de esa larga historia de calamidades, es un prodigio portentoso advertir cómo el pueblo hebreo logró sostener su cultura. Y en el milagro de la supervivencia de todos sus códigos culturales, radica el secreto de las posteriores conquistas tecnológicas que han logrado a favor de su medio ambiente y sus ecosistemas. En esto, los logros de la sociedad israelí son proporcionalmente inversos a la realidad haitiana. Cuando en la cintura del siglo pasado se establece el Estado israelí, por la condición desértica de su región, sus pioneros fueron recibidos prácticamente por una generalizada superficie de tierra estéril. Pese a ello, hoy Israel es la única nación del mundo en la que existen más bosques de los que había hace un siglo, y esto a pesar de los continuos sabotajes provocados para destruirlos, como sucedió en el 2006 con las diez mil hectáreas incendiadas por los cohetes del Hezboláh. Además, Israel es vanguardia en materia de aprovechamiento y desarrollo de la tecnología del agua, energías limpias y agricultura orgánica sostenible, al punto que se han convertido en potencia agroexportadora. No por casualidad, en el 2014, su sector agrícola -valorado en $7.8 mil millones-, representó el 3.3% de su PIB, pese a que cultivan en un ecosistema que solo recibe lluvia 45 días del año y su precipitación anual es de apenas 79mm. Ante la amenaza ambiental, la salvación de la humanidad estará en nuestra efectividad para aplicar vocaciones como la israelí, de utilización de la tecnología a favor del mejoramiento ambiental. Así tenemos dos ilustraciones ofrecidas por naciones con una historia común de sufrimiento y adversidad; la primera es la realidad haitiana, que nos alecciona como el caos hizo que, lo que siglos atrás fue un bosque tropical profundo, hoy degeneró en erosión y desierto.  El segundo ejemplo es el que nos ofrece Israel, y nos da la esperanza de que, el negro nubarrón de la amenaza ambiental que se cierne sobre la humanidad, puede ser revertido con cultura y tecnología, al punto de transformar, como ellos lo están logrando, un erosionado desierto en jardín. fzamora@abogados.or.cr

jueves, 12 de agosto de 2021

LA REVOLUCION VERDE COSTARRICENSE

 Dr. Fernando Zamora Castellanos

En el 2017, tuve el honor de que autoridades de la ciudad de El Aaiún, me mostraran sus ambiciosos proyectos de plantas solares en el Sahara marroquí. Aquello fue una bocanada de esperanza que amainaba mis preocupaciones sobre el desafío ambiental del planeta, e insuflaba los ideales que he abrazado respecto a una revolución energética mareomotriz en nuestro país. La Comisión intergubernamental de expertos sobre Cambio Climático (IPCC), una entidad que agrupa reconocidos expertos en la materia, asegura que el actual aumento de un grado en la temperatura del planeta es consecuencia de la actividad humana. Algunos científicos disidentes, los menos, rebaten esa tesis y sostienen que el calentamiento del planeta no es producto de actividades humanas como la emisión de carbono a la atmósfera en cantidades industriales, sino resultado de los ciclos de calentamiento-enfriamiento que el planeta ha sufrido a través de su existencia. Independientemente de la justeza de una u otra de ambas tesis, hay un implacable desafío que resolver: ciertamente nos estamos calentando aceleradamente, y es nuestra responsabilidad actuar de inmediato para detener la actividad humana que contribuye a ese calentamiento. Sea que se pretenda negarlo o no, la estadística demuestra que hay actividad humana que provoca emisiones masivas de gases de dióxido de carbono a la atmósfera, que crean un efecto invernadero que coadyuva al calentamiento del planeta, generando lluvias y sequías extremas. Frente al reto, a Costa Rica le corresponde hacer su parte. Máxime si, como lo vimos estos días en Limón y Turrialba, nuestro país está sufriendo los efectos de tal calentamiento.

 

De acuerdo a diversas investigaciones, como la del reputado científico Kevin Trenberth, del organismo federal estadounidense denominado Centro Nacional para la investigación atmosférica, cada vez que la temperatura del planeta aumenta un grado, nuestra atmósfera retiene un 7% más de agua por encima del promedio. Lo que provoca, por una parte, lluvias y nevadas mucho más fuertes, con sus respectivas inundaciones y huracanes, y por otra, sequías e incendios forestales a gran escala. En su obra “El nuevo pacto global verde”, el sociólogo Jeremy Rifkin, un pensador que ha generado gran influencia en mis convicciones, plantea la necesidad de una inmediata migración hacia una matriz energética mundial limpia. Dicha migración pretende llevar la actual producción energética basada en combustibles fósiles, hacia la producción de energías renovables no contaminantes, como la energía eléctrica que se deriva tanto de la producción mareomotriz, como de la eólica y solar. El reto de alcanzar tal migración es descomunal, pues dos obstáculos cardinales se presentan frente al cambio. Primeramente, el escaso tiempo que según los expertos queda para lograrlo. De acuerdo a la referida Comisión del clima (IPCC), para evitar una catástrofe irreversible, contamos con menos de 15 años para ejecutar el cambio. El segundo obstáculo son los enormes intereses económicos alrededor de la industria de combustibles fósiles. La gran industria petrolera y la industria del carbón, le imponen hoy una feroz resistencia; entre otros, los inversionistas que poseen billones de dólares en activos en ese tipo de industria. Me refiero a los dueños o acreedores de oleoductos, plantas petroleras y de carbón, los propietarios de instalaciones de almacenamiento y de millonarias plataformas en los mares, o de las centrales térmicas, entre otra infraestructura complementaria en la explotación de ese tipo de energía. Por ejemplo, dichas multinacionales son conscientes de la gravedad de la inminente amenaza a las multimillonarias inversiones hechas en su industria por los fondos mundiales de pensiones.  Eso provoca resistencia a ceder terreno frente a las energías limpias.          

 

Ahora bien, en la tarea de las energías limpias, desde los años de la década de 1950 nuestra nación ha sido una buena alumna. Entre otro tipo de energías, gracias a nuestro desarrollo hidroeléctrico y geotérmico, hoy contamos con el mérito de ser uno de los pocos países del mundo que deriva el 99% de su capacidad eléctrica de fuentes renovables y limpias. Sin embargo, tenemos una enorme tarea pendiente para lograr una verdadera revolución verde, pues Costa Rica aún está a media tabla del ranking mundial de países emisores de gases contaminantes. Por ejemplo, el 52% de nuestros gases contaminantes los emite nuestro parque vehicular, el cual, en su inmensa mayoría, sigue siendo movido por combustibles fósiles derivados del petróleo. Frente al panorama, las soluciones prácticas e inmediatas para alcanzar una revolución verde en Costa Rica son dos. Una de ellas es encausar las fuerzas de una política de mercado verde para que, mediante estrategias fiscales y decisiones políticas, el país migre aceleradamente, desde un parque vehicular movido por petróleo, hacia un parque vehicular movido por electricidad u otras tecnologías limpias; sin desconocer además que debe estimularse la investigación tecnológica que aspira a usar el hidrógeno como combustible.  La segunda estrategia tiene que ver con la modernización de nuestra matriz energética limpia.  La estadística demuestra que la vida útil de las plantas hidroeléctricas se encuentra dentro del rango promedio de entre los 70, y no mucho más de 100 años. Así las cosas, desde ya debemos los costarricenses definir el futuro de nuestra producción energética limpia, y en este país, ese futuro está en fuentes de energía como la mareomotriz, o sea, la derivada de la fuerza de las corrientes marinas, que es de las fuentes con menor huella ecológica. Igualmente hay otras fuentes con poca huella ecológica, como la eólica o la solar, aunque en el caso de la solar, solo cuando esos paneles solares se instalan en los techos, de lo contrario, de instalarlos en tierra fértil o virgen, se genera una huella ecológica inconveniente. Si bien es cierto no podemos darnos el lujo que se da Marruecos, con sus enormes extensiones de paneles solares en el desierto, si tenemos suficiente mar territorial para que la energía mareomotriz sea nuestro futuro. Ahí pues, dos tareas encomiables. fzamora@abogados.or.cr

EL FUTURO DE LA RESISTENCIA NO VIOLENTA

 Dr. Fernando Zamora Castellanos

Para el mundo clásico antiguo, el poder y la fuerza era lo que se valoraba para calificar el heroísmo. Con la irrupción de la cultura judeocristiana, el concepto de heroísmo es redefinido, y como fuente de heroicidad, pasa a ser más valorada la verdad y el servicio al prójimo. En lo que respecta a los valores, fue una revolución copernicana, y la razón por la que, milenios después, el principio de resistencia pacífica, o no violenta, prosperó en sociedades como la británica o en la democracia estadounidense. Ambas sociedades con centros de poder o regímenes que fueron sustentados en esa moral y cosmovisión judeocristiana. Por ello, ¿cuáles son los primeros antecedentes, y casi los únicos en la historia humana, en los que tuvieron éxito los movimientos de lucha no violenta?  El primero de ellos fue el que protagonizó Gandhi frente al colonialismo o Raj británico en el subcontinente indio. Buena parte de la opinión intelectual, como la del filósofo indio Vishal Mangalwadi, es que, si el control de aquellos territorios hubiese estado en manos de un régimen con un sustrato ideológico de otra naturaleza, como el nazi o el leninista, la estrategia de la no violencia habría sido absolutamente infructuosa. Incluso Vishal sostiene que, esa misma es la razón por la cual fue posible la abolición pacífica de la esclavitud en la Inglaterra de principios del siglo XIX. El segundo antecedente exitoso de un movimiento no violento, fue el de los derechos civiles en los Estados Unidos. Se extendió durante las décadas de 1950 y 1960, y fue dirigido por el Reverendo Martin Luther King. Como resultado de aquella resistencia pacífica, la población afroamericana alcanzó la total igualdad ante la ley y la abolición de todo tipo de segregación racial. Buena parte del éxito de esas luchas, radicó en el hecho de que los gobiernos que debieron de enfrentar a esos movimientos civiles, como lo fue el de John F. Kennedy o el de Lindon B. Johnson, asumieron una posición de respaldo a la gran mayoría de las demandas de los manifestantes. En otras palabras, eran gobiernos con la suficiente estatura moral como para reconocer la justeza de la causa, y apoyarla.

 

La dura realidad que debemos reconocer, es que la estrategia de resistencia no violenta es inviable en otro tipo de regímenes. Las ilustraciones abundan, ya sea en los totalitarismos fascistas, socialistas, o en los islámicos. Por una parte, la caída del nazismo y el fascismo solo fue posible después de una encarnizada guerra que trajo como consecuencia la muerte de aproximadamente 50 millones de personas y la devastación de los continentes europeo y asiático. Por otra parte, la caída del totalitarismo socialista, setenta años después de brutales represiones y purgas, no fue resultado de una larga resistencia pacífica ciudadana, sino consecuencia de una fulminante y rápida implosión del mismo sistema, que lo llevó a derrumbarse desde adentro por sus gravísimas contradicciones internas; entre otros factores, el más contundente de ellos, una total inoperancia en el abastecimiento de bienes indispensables para subsistir. Esto, repito, después de décadas de represión armada contra la población.

 

Ahora bien, es cierto que actualmente fuimos testigos de movimientos de resistencia popular exitosos en regímenes islámicos, como la “Primavera árabe” (2010-2012), pero la realidad es que su éxito dependió de una circunstancia particular: el respaldo de las fuerzas militares de sus respectivos países. Así sucedió en Libia, Egipto y Túnez, donde sus regímenes cayeron gracias al apoyo militar. Por el contrario, en Siria la resistencia no contó con el apoyo del ejército, y como es sabido, aquello derivó en una infructuosa y sangrienta guerra civil. En otras palabras, el fenómeno de la primavera árabe consistió en golpes militares acompañados de levantamientos populares, y por eso el fenómeno debe descartarse como el éxito de una resistencia pacífica.

 

Finalmente tenemos el caso de los recientes movimientos populares no violentos surgidos contra los regímenes de Cuba (2021) Nicaragua (2018) y Venezuela (2014-2017).  En esos tres casos citados, por cierto, los más recientes de la historia, los movimientos de resistencia popular fueron igualmente masivos y no violentos, sin embargo, ¿por qué no tuvieron éxito? La razón de tal fracaso radica en la naturaleza ideológica de los regímenes que confrontaron la resistencia. En el caso de Nicaragua, cuyo gobierno se anuncia mediante propaganda masiva en vallas por toda su geografía como “cristiano, socialista y solidario” es claro que no se trata de un régimen de fundamentos cristianos en lo absoluto. Para ilustrar el punto, es inimaginable pensar que el Frente Sandinista pueda tener relación alguna con la ODCA (la Organización Demócrata Cristiana de América), cuyos partidos miembros han sido adversarios históricos del Frente sandinista, precisamente en razón de los valores judeocristianos que la ODCA defiende. En el caso del régimen cubano, desde sus fundamentos leninistas expresamente afirmados en el preámbulo de todas sus constituciones, también en la del 2019, hace que su régimen esté sustentado en una filosofía de corte materialista. El caso de Venezuela resulta en una suerte de sincretismo entre el leninismo y las prácticas del animismo santero. Eso de acuerdo a investigaciones serias sustentadas en prueba documental y testimonial, realizadas por profesionales en periodismo como David Placer o Ludmila Vinogradoff. Sus estudios han sido publicados en medios prestigiosos, como el español ABC, La Vanguardia, o el Universal de México.

 

Conclusión: la experiencia histórica nos demuestra que la estrategia de resistencia civil no violenta es imposible en aquellos regímenes cuyo fundamento filosófico niega los valores de la libertad expresados al inicio de este artículo, y por ello, el éxito de los movimientos de resistencia pacífica a futuro dependerá, tanto del hecho de que en la cultura de nuestras sociedades occidentales se consoliden nuestros valores espirituales originarios, como también de que esos valores sean abrazados por sus regímenes. fzamora@abogados.or.cr

ESTRATEGIAS CONTRA LA CORRUPCION

Dr. Fernando Zamora Castellanos

La Medusa era un ser mítico de la cultura griega, de cuya cabeza se multiplicaban serpientes por doquier y que, además, convertía en piedra a todo aquel que, tan solo con mirarla, se atreviera a interactuar con ella. Tal y como en los últimos días hemos sido testigos a raíz de los procesos penales de obra pública, la corrupción es una suerte de Medusa moderna. En momentos en que el problema de la corrupción resulta más serio de lo que creíamos, amerita anotar algunas reflexiones sobre cinco estrategias que hoy me parece indispensable implementar para combatir la corrupción en Costa Rica. En primer término, resulta urgente reformar nuestra legislación de contratación administrativa, para establecer un límite en los porcentajes de adjudicaciones de contratos a las empresas. En muchas áreas temáticas de la contratación pública, es indispensable imponer coto al casi monopolio privado existente en la adjudicación de contrataciones. Tal y como se ha dado a conocer recientemente, resulta inaceptable descubrir que las dos principales empresas penalmente denunciadas por corrupción en construcción de obra pública, tuviesen tan concentrada la ejecución de ella en nuestro país. Tal práctica es letal para la democracia económica, y limitar esa monopolización es también conveniente para garantizar la planificación de obra a largo plazo, pues no conviene depender de tan pocas empresas para la ejecución de éstas. Todo ello redunda, además, en un problema final de eficiencia administrativa al reducir la toma de experiencia a muy pocos contratistas. Así las cosas, resulta indispensable que cada empresa contratante tenga un límite de porcentaje global máximo de adjudicación de obra con el Estado.

 

La segunda estrategia es fortalecer la digitalización de los procedimientos administrativos de contratación, y así, además, estimular la transparencia de éstos. Los procedimientos administrativos de contratación que se realizan por medio de la web, tienden a estar mucho más naturalmente supervisados, al ser de más fácil acceso a cualquier ciudadano por medio del internet. Además, este tipo de procedimiento democratiza regionalmente, pues facilita a cualquier empresa que se encuentre geográficamente alejada de los centros de poder del país, participar con las mismas facilidades logísticas que tienen las empresas de la meseta central. Para la tercera estrategia, insisto en lo que he venido afirmando con particular vehemencia: es indispensable desregular y entrar en un fuerte proceso de eliminación de trámites, requisitos, trabas y controles “ex ante”, o sea, los engorrosos controles previos a los proyectos, priorizando en las garantías de responsabilidad de los profesionales encargados de las obras. ¿Por qué? La realidad es que, en la reciente historia de Occidente, resulta demostrado que la aprobación de trámites y requisitos, ha engendrado un mecanismo de tortuguismo y paralización de obras, que devino en una suerte de mecanismo para la extorsión, tal y como sucedía en la primera mitad del siglo XX en los Estados Unidos, cuando las uniones de transportistas y de trabajadores de los puertos, tomadas por grupos delictivos, paralizaban la circulación de materia prima a cambio de obtener ventajas indebidas. Si la extorsión no era pagada, se ralentizaban las operaciones, la materia prima no circulaba, y con ello se ocasionaban pérdidas multimillonarias a la actividad industrial, con lo cual el daño era mucho peor. Un personaje icónico que ilustra el ejemplo fue Jimmy Hoffa. Aunque el anterior es un ejemplo propio de la historia estadounidense, es un grito a voces que, a partir de la tramitomanía que nos asfixia, muchos empresarios costarricenses se enfrentan a este tipo de prácticas corruptas en nuestro país, so pena de que los procesos adolezcan de curso eficiente.

 

La cuarta estrategia tiene que ver con el fortalecimiento de la actividad represiva del Estado. Con los casos de corrupción que han salido a la luz recientemente, nuestra policía ha demostrado un adecuado nivel de efectividad en su actividad investigadora y de inteligencia, sin embargo, basta escuchar las reacciones populares, para tener por demostrado que nuestra ciudadanía demanda mayor eficacia por parte de los órganos judiciales superiores. En este sentido, me parece oportuna la recomendación del Lic. Juan Diego Castro, que aboga por separar tanto el Ministerio Público como las dependencias policiales que hoy se encuentran bajo control de la Corte. Coincido en que la actividad de los jueces plenamente especializada como meramente juzgadora, no debería coexistir con la actividad coactiva y policial de dependencias como el Ministerio Público o la policía judicial, a la que hoy deben dársele mayor importancia estratégica, poder e independencia funcional. En este sentido, es oportuno estudiar la posibilidad de un proyecto de ley que, “apeando varios mangos de una sola pedrada” separe del control de la Corte, dependencias como el Ministerio Público y la actual policía judicial, y por qué no, separe también de una vez nuestra Sala Constitucional como Tribunal independiente.

 

Para el final dejo la sexta estrategia que, a mi criterio, es la más importante. Me refiero a la idea de retomar con fuerza la hoy casi inexistente Comisión Nacional de Rescate de Valores. Dicha comisión fue creada en 1987 mediante el decreto ejecutivo #17908-J del 3 de diciembre, y tenía como función prevenir la deshonestidad en la función pública mediante la promoción en ella de valores morales y éticos.  Para esto, a dicha Comisión se le había dado una importancia cardinal, y periódicamente debía formular políticas, objetivos y acciones que permitieran el funcionamiento de un sistema ético y de valores mediante filiales distribuidas en las diferentes dependencias del sector público. La comisión incluso estimulaba la existencia de filiales en las municipalidades. Desde las administraciones 2014 en adelante, la labor de dicha Comisión Nacional se ha visto prácticamente anulada, limitándose a entregar un premio anual que, por tradición, entrega a algún costarricense destacado en ese tema. Retomar esa labor es indispensable.  fzamora@abogados.or.cr

CHILE Y SU CONSTITUYENTE

Dr. Fernando Zamora Castellanos 

Los disturbios de octubre del 2019 me tomaron por sorpresa en Santiago de Chile, a donde había acudido cumpliendo con una invitación para disertar en el segundo encuentro de líderes católicos latinoamericanos. Azar del destino que me permitió, por segunda ocasión, ser testigo de un instante histórico, pues en 1992, siendo vicepresidente de la Conferencia de juventudes políticas latinoamericanas, tuve la oportunidad de estar con Carlos Andrés Pérez en Miraflores, apenas ocho días después de la intentona golpista de Chávez en Caracas. En ambas circunstancias la situación me resultó paradójica, pues fui testigo de levantamientos en sociedades que, a simple vista, parecían opulentas y prósperas. En aquel momento el poderío económico venezolano saltaba a la vista, y en el caso chileno, al momento de aquellos estallidos sociales de octubre del 2019, era el país con mayor desarrollo humano de América latina. Al punto que, según el índice del PNUD del 2019, Chile se encontraba como un país con una categoría de bienestar calificado como “muy alto”.

 

Es cierto que Chile es un país desigual, y aunque en términos latinoamericanos la situación económica de Chile es de las más satisfactorias de nuestro subcontinente, incluso en materia de acceso a las oportunidades, la realidad es que también les afecta la desigualdad, que es un problema que resulta difícil de contrarrestar en las sociedades ricas. Aunque en términos generales, la economía chilena es mejor que la de sus vecinos, queda demostrado que, en las sociedades prósperas, los descontentos ante la desigualdad tienden a magnificarse. Sin embargo, resulta contradictorio que, pese a que en Chile la mayor debilidad en materia de ingreso, igualdad y desarrollo se concentra esencialmente en las regiones del sur, el foco de las protestas se generó en la región metropolitana de Santiago, donde el ingreso es mayor. El problema de las revueltas tenía un trasfondo diferente.

 

¿Qué sucedía en una sociedad como la chilena en la que, pese a ser la de mayor calidad de vida en el subcontinente, ciudadanos se levantaran de esa manera? Lo primero que percibí fue que el grueso de los manifestantes no eran obreros, sino básicamente jóvenes de la metrópoli que actuaban con mera violencia vandálica en función de un objetivo: destruir propiedad, patrimonio público y monumentos culturales. Muchas estaciones del metro, y propiedades comerciales fueron incendiadas y buena parte de los monumentos y bienes públicos arruinados.  Además, en los vándalos existían dos particularidades muy contrastantes: por una parte, era evidente que la gran mayoría pertenecían a un estrato social medio socialmente privilegiado, lo que era evidente por su vestimenta y aditamentos. Por otra, lo que también resultaba evidente, era el caudal de adoctrinamiento ideológico que los embargaba. Eso se colegía a partir de los lemas, consignas y propaganda con la que ensuciaron la ciudad, muchísimas de esas consignas, por cierto, relacionadas con temas asociados a las modernas guerras culturales y que no tenían nada que ver con la situación socioeconómica de los sectores obreros. Era un colectivo imbuido del conjunto de prejuicios y programaciones mentales, que son tan eficaces para sustituir esa avidez de genuinos ideales que muchas veces embarga a las almas en formación. Escribo de lo que fui testigo directo; incluso en una ocasión quedé atrapado en los retenes vehiculares provocados por las revueltas y testifiqué la conducta, actitud y condiciones de ellos.

 

Finalmente, el resultado negociado a raíz de los movimientos, fue la decisión del gobierno de Sebastián Piñera de convocar a una Asamblea constituyente. Las constituyentes por sí solas son simples herramientas. Por esa razón, la pregunta de si se está o no de acuerdo con una constituyente, está siempre mal planteada. Con lo que se puede estar a favor, o no, es con el proyecto ideológico y político que finalmente se proponga en una constituyente, y he allí el dilema chileno. La historia reciente de América latina demuestra que, la estrategia de los populismos radicales para afianzarse en el poder y destruir el sistema democrático, ha sido precisamente el de las convocatorias a procesos constituyentes generales o el de las reformas constitucionales estratégicas. Tal fue el caso de Venezuela, el de Bolivia, Nicaragua y Ecuador. La norma general de los cambios constitucionales casi siempre incluye, entre otras variantes, la posibilidad de relección indefinida, las limitaciones a la libertad económica y al derecho de propiedad, las prerrogativas para facilitar la concentración de poder en manos del gobernante, el apelar a una reinterpretación de la historia, en razón de una nueva que adoctrine a las generaciones más jóvenes, y el arrinconamiento de aquellas instituciones que puedan ejercer disidencia, como lo es por ejemplo, la prensa independiente o la iglesia. 

 

Lamentablemente los temores resultaron fundados, pues el resultado de la reciente elección constituyente en Chile, arrojó la derrota de las dos corrientes ideológicas moderadas. Tanto la opción socialdemócrata como la democristiana, resultaron abrumadoramente derrotadas con apenas un 15% de constituyentes. Mientras que la izquierda radical chilena y los grupos antisistema, con un 36% de representantes. Lo que provoca que ahora, una buena parte de los constituyentes, hayan afirmado públicamente, entre otras tesis, la de cerrar la libertad de acceso a la inversión internacional directa en ese país, tal y como ha informado la prensa internacional. Amén del hecho que, a partir de esa elección, Santiago la capital, entre otras jurisdicciones, estará dirigida por una alcaldesa leninista. Ahora bien, la noticia que tranquiliza a la ciudadanía política educada y moderada es que, juntamente con la socialdemocracia y la democracia cristiana, ha sido electa una importante cantidad de constituyentes independientes, de quienes se espera un criterio pragmático y sensato de redacción constitucional.  fzamora@abogados.or.cr

COSTA RICA Y EL CONFLICTO EN ORIENTE PROXIMO

 Dr. Fernando Zamora Castellanos

Frente a los esfuerzos egipcios para detener el último conflicto en Gaza, la cuestión de fondo es: ¿por qué no ha sido posible consolidar con Palestina una paz duradera, tal y como la que, por ejemplo, parece lograrse entre Israel y los Estados árabes del Golfo? El problema radica en el objetivo existencial que consta en las cartas de principios de todas las organizaciones militares palestinas, las cuales afirman que el Estado israelí debe desaparecer de Oriente medio. Así consta en las declaraciones constitutivas de Hamás, la Yihad Islámica Palestina, Hezbulláh, Al-Fatah espina dorsal de OLP, y sus Brigadas mártires de Al-Aqsa. Bajo tal premisa, es prácticamente imposible una solución pacífica al conflicto, pues ¿cómo soluciono una diferencia si parto del supuesto de que mi objetivo es aniquilar a mi contraparte? Aquí recobra vigencia el ofrecimiento que adelante explico, hecho más de veinte años atrás por el gobierno de Costa Rica a la Autoridad Palestina, de iniciar gestiones de desmilitarización en pro de una cultura de paz y reconciliación.  Para ello, una propuesta de desarme palestina debe partir de una cultura de tolerancia sustentada en tres principios. Primero, el principio ideológico: Abraham es Padre o ancestro común que une a las tres culturas monoteístas, el judaísmo, el islamismo y el cristianismo. Un punto de entendimiento entre palestinos y judíos debe partir de ese elemento de común unidad.

 

El segundo principio es el reconocimiento del derecho del Estado de Israel a existir y de la aceptación del judaísmo como realidad ancestral de la región; el discurso que acusa de usurpador al pueblo judío es una narrativa que los palestinos deben abandonar si pretenden vivir en paz. La realidad histórica, arqueológica, genealógica, demográfica y política demuestra, hasta el hartazgo, el ligamen ancestral de los judíos con esos territorios. Amén de que, desde hace más de 70 años, la existencia del Estado israelí moderno es una situación jurídica y política plenamente consolidada.  

 

El tercer principio es el de coexistencia pacífica: por ser Jerusalén centro de gravedad religiosa de las tradiciones monoteístas, debe estar bajo jurisdicción de un Estado constitucional que garantice allí la libertad de culto. Y en Oriente medio, Israel es el único Estado que lo ha garantizado. Tanto así que es el único en la región donde la población que abraza creencias diferentes ha crecido. Por ejemplo, allí la población cristiana se cuadruplicó, mientras en el resto del Oriente medio, las convicciones disidentes son proscritas hasta su extinción. De hecho, pese a la tradición de conflicto con las naciones árabes, Israel concede nacionalidad a los árabes islámicos que habitan en su territorio, otorgándoles libertad de voto y participación política incluida, al punto que los partidos exclusivamente árabes tienen una importante participación en el parlamento israelí. Irónicamente los reinos árabes, por ser la mayoría de ellos monarquías, les niegan ese derecho a sus propios habitantes. En Israel se practican costumbres como la facultad de que los lugares santos estén custodiados de forma alternada por distintas denominaciones religiosas, como sucede con la Basílica del Santo Sepulcro, administrada por armenios, católicos y ortodoxos, y en donde musulmanes y judíos intervienen para resolver conflictos relacionados con la administración del lugar; prácticas de una cultura de paz.

 

Así como Egipto colaboró en el alto al fuego del último conflicto entre Hamás e Israel, igualmente Costa Rica, decana mundial en la tradición de desmilitarización, puede aportar mucho a la solución del conflicto. Máxime que, al prestigio de nuestra vocación civilista, debe sumarse una larga trayectoria de fraternidad entre ambas naciones. Los orígenes de esa unión se remontan al intercambio epistolar entre José Figueres y Ben Gurión, que culminó en un nexo histórico del caudillo costarricense con Israel. A partir de aquel lazo, las relaciones se irían extendiendo a otros líderes políticos costarricenses. Por ejemplo, el Padre Benjamín Núñez, miembro de la Junta fundadora de la Segunda República culmina una visita a Israel en 1956 en la que consolida importantes intercambios políticos y culturales con esa nación hermana. Otro reflejo de aquellos vínculos fue el retorno de la embajada de Costa Rica a Jerusalén en la administración Monge, tal y como fue dispuesto desde que se instituyeron las relaciones diplomáticas entre ambos países.

 

Más protagonistas intervinieron con el paso de los años; el diplomático Rodrigo Carreras, exembajador nuestro allá, le propuso a Yasser Arafat el ya referido convenio de mutua cooperación para el desarme entre Costa Rica y la Autoridad Nacional Palestina, que consistió en el ofrecimiento de asesoría y capacitación sobre desmilitarización y cultura de paz. En este tipo de colaboración tenemos experiencia, tal y como consta de las gestiones costarricenses en el proceso de desmilitarización del Estado panameño, o también del proceso centroamericano de paz en la década de 1990. El Embajador Carreras le planteó su iniciativa a Arafat en el 2000 y desde ese año, fue reiterada por Costa Rica en todos los acuerdos de paz ofrecidos a Palestina. En una reciente entrevista hecha a un medio periodístico, consta que Carreras tuvo la oportunidad de hacerle tal ofrecimiento personalmente a Arafat, quien le respondió que aquello no era posible pues él necesitaba darles trabajo a sus jóvenes milicianos. Nuestro embajador le replicó a Arafat que, si él se presentaba ante la Asamblea General de la ONU sin su uniforme de guerrero, vestido de civil y anunciando que renunciaba a la idea de tener ejército en Palestina y manifestando una vocación de paz con Israel, su problema sería otro: donde conseguir la suficiente mano de obra para atender la cantidad de trabajo e inversión que llegaría a Palestina. En fin, Arafat nunca aceptó la idea, pero nuestra Embajada debería insistir permanentemente en la propuesta.

 fzamora@abogados.or.cr

UN PAIS DE REGULACIONES

 Dr. Fernando Zamora Castellanos.

Únicamente los actuales habitantes del planeta somos testigos de que los beneficios con los que cuentan las sociedades de bienestar, son una rara excepción de la historia humana. De hecho, hace apenas ciento cincuenta años, muchas de las ventajas relacionadas con la higiene, con nuestra facilidad de trasladarnos de un punto a otro, o con la capacidad de acceder al agua potable y la energía eran impensables para la alta aristocracia de las potencias mundiales. Incluso hoy las disfrutamos en un país apenas en vías de desarrollo como el nuestro.  En otras palabras, para todas las edades de nuestra historia como especie, la pobreza fue la norma natural de vida. Los beneficios de la riqueza material es una rarísima excepción moderna. La prosperidad de bienes y servicios fue posible gracias a la consolidación de varios factores, pero esencialmente tres de ellos: la revolución de la técnica industrial en asocio con la libertad económica, y el régimen de propiedad individual. Por ello, cuando se pretende cerrar las sociedades y controlar el poder, la mejor estrategia entonces es restringir la libertad económica y limitar la propiedad. La forma de mantener férreamente sujetos a los pueblos es suprimiéndolas, pues así la oposición política e incluso el derecho a la rebelión se torna inviable. La historia es pródiga en ejemplos; una de las primeras grandes rebeliones esclavas, la del gladiador Espartaco, fue posible gracias a la excepción del peculium del esclavo, que era una pequeña prerrogativa de propiedad que los esclavos tenían de acuerdo al derecho romano, y que los gladiadores aplicaron sobre sus armas. Salvo excepciones como esa, no por casualidad una de las características de la condición esclava a través de los siglos, era la imposibilidad legal de poseer propiedad. Así podemos extraer ejemplos recientes, como el de los países de la antigua Unión Soviética o la Cuba de Castro que, sobre la base de conculcar totalmente el derecho a la libertad económica, lograron sujetar pueblos enteros por largas décadas.

 

Pero lo que deseo enfatizar es el siguiente argumento cardinal: donde se limita la libertad económica y el derecho a la propiedad, la prosperidad no es posible. Independientemente del hecho de que tales restricciones tengan como objetivo, o no, el control del poder. La mayoría de los gobernantes, muchos por ignorancia o prejuicio ideológico, creen que saber gobernar es imponer cada día más regulaciones. Lo hacen como consecuencia de una programación mental en la que cae el funcionario. Ante cualquier problema que se les presenta, como salida fácil, optan por imponer nuevos trámites, requisitos y condiciones.  

 

Frente a este panorama, resulta preocupante la progresiva tendencia que estamos sufriendo en Costa Rica, donde vemos que el tejido productivo y la capacidad emprendedora de los ciudadanos, se encuentra cada vez más sujeta a regulaciones, a limitaciones y a un proceso progresivo de impuestos crecientes que, al fin y al cabo, es una vía indirecta de ir acotando gradualmente el derecho a la propiedad. Si dudan de ello, a las pruebas me remito: en el documento de Estudios económicos de la OCDE 2020 para Costa Rica, se acredita que un factor crítico que obstaculiza la productividad de Costa Rica, es el marco regulatorio costoso y oneroso que enfrentan las empresas locales”. Por otra parte, según una actualización reciente del indicador de regulación del mercado de productos de la OCDE, los mercados costarricenses están sujetos a regulaciones más estrictas que en cualquier país de la OCDE, al punto que, según dicho indicador, referentes latinoamericanos como Chile, México y Colombia, tienen un desempeño significativamente mejor que el nuestro. En otra ilustración del problema, once años atrás, para octubre del 2010, ya el VI Congreso financiero nacional denunciaba esta tendencia, afirmando que el creciente exceso y dificultad de los trámites estaba provocando el aumento significativo de los créditos informales y sin regulación. Ni qué decir de la corriente que nos coloca como una de las naciones con mayor carga pública e impositiva en el club de países ricos de la OCDE, pese a no serlo.

 

Tenemos las alarmas ya hace rato encendidas y la mejor forma de salir de un problema es atender la experiencia histórica. Aquí la pregunta es: ¿cómo superó la administración Monge Alvarez nuestra última gran crisis económica y estructural? Aplicaron varias estrategias, repasemos algunas. En política pública, implementaron una ofensiva de atracción de inversiones extranjeras, incentivo a las exportaciones y disminución de impuestos. Además, ordenaron al Banco Central capitalizar a los bancos públicos para ofrecer bajo interés, lo que produjo resultados como lo fue incentivar la actividad productiva, sobre todo agro exportadora. Promovieron las exportaciones diversificando y negociando acuerdos de comercio. Por otra parte, en lugar de perseguirlas y gravarlas como hace hoy la clase política, estimularon los servicios a través de incentivos tributarios a la industria de alta tecnología y turismo. Confiados del crecimiento que tendrían, establecieron una estrategia de distribución de la riqueza, pero no con la actual política asistencialista de regalar las cosas, sino a partir del fortalecimiento de la productividad de la economía social solidaria. Para buscar salidas, aquel es un gobierno que amerita mayor escrutinio.  fzamora@abogados.or.cr

ESTRATEGIAS PARA MITIGAR LA CRISIS FISCAL

 Dr. Fernando Zamora Castellanos

Por la única vía de las medidas fiscalistas no salimos del atolladero en que nos encontramos. Para lograrlo, debe aplicarse una combinación simultánea de cuatro estrategias que, antes de referirme a ellas, las enuncio brevemente: a) iniciar un proceso serio de desregulación para bajar el altísimo “costo de legalidad” que, tanto los ciudadanos como las empresas pagan para operar; b) simplificar al máximo posible nuestro sistema tributario; c) detener el derroche en el gasto revisando la tendencia creciente y generalizada de aumento en el costo de los contratos públicos. Sobre esto último, adelante abordaré el punto con ejemplos concretos. Y finalmente, d) la más importante de las estrategias: entender que no hay mejor revulsivo para reducir el déficit fiscal, que hacer crecer la economía.  

 

En relación a lo primeramente citado, sobre la regulación excesiva que afrontamos, vale aclarar que el denominado “costo de legalidad”, no es otra cosa sino la cantidad de horas y recursos que gastan los ciudadanos y las empresas para estar “a derecho”, o sea, al día con el Estado. Según lo expuesto por investigadores como Hernando De Soto, hay una proporción inversa entre ese costo y la capacidad productiva de las sociedades abiertas. En otras palabras, entre más alto el costo de legalidad, menor es la capacidad productiva de la sociedad.  Es indispensable entonces implementar un inventario de desregulación, y por la ingente naturaleza de la tarea, el Ministerio de Planificación es la entidad apropiada para llevarla a cabo. Aquí citaré solo dos ejemplos que reflejan la inflación regulatoria en la que estamos; algunas medidas que deben implementarse de inmediato consisten en eliminar absurdos como la obligatoriedad en la que están miles de empresas nacionales, de volver a registrar cada año su capital accionario. Lo sensato es que este registro se actualice únicamente en caso de que exista variación. ¿Qué sentido tiene realizar la engorrosa gestión de reportar todos los años la misma información original que ya el Ministerio de Hacienda posee? Otra ilustración de lo que debe corregirse, es la disposición de exigir doble seguridad social a aquellos pensionados rentistas, incluso en circunstancias en las que demuestran que ya cuentan con seguridad internacional, la mayoría de éstos con servicios más sofisticados de los que ofrece la nuestra. El doble pago encarece enormemente su estadía en el país, y ha provocado que este tipo de rentistas, que antes generaban importantes ingresos al país, gradualmente hayan dejado de radicarse aquí, para irse a otros destinos, como el sur de Panamá.

 

En relación al segundo aspecto, el de simplificar nuestro sistema tributario, esto significa, entre otras medidas, la de facilitar el cobro de los impuestos, fusionar algunos de los impuestos actualmente existentes, y si es posible también, valorar la baja en los porcentajes de cobro de algunos de ellos, como señal generadora de confianza al sector productivo. E incluso, estudiar la posibilidad de aplicar estrategias que han resultado exitosas en otras naciones, como lo es, por ejemplo, un modelo similar al “flat tax”, que resultó muy exitoso para la recaudación tributaria de los países de Europa del Este, en donde se ha implementado.

 

La tercera estrategia consiste en detener el derroche provocado por la tendencia creciente y generalizada de aumento en el costo de los contratos públicos. Mediante oficio fechado 16 de octubre del 2020, remití a los diputados de oposición una solicitud formal para que se constituyera una comisión para investigar, entre otros, cuatro contratos firmados por la administración pública a un precio totalmente desproporcionado. Entonces solicité que se investigara, 1) el sospechoso aumento en $10,5 millones de dólares en el contrato UNOPS vía Lindora, para un excesivo precio total de casi $20 millones en tan solo dos kilómetros de carretera. Tal investigación la solicité a raíz de las denuncias periodísticas hechas el año pasado por el periódico La Nación; 2) el leonino costo del sistema de cómputo del Ministerio de Hacienda por la exagerada suma de $156.000.000 de dólares. Este contrato ha sido cuestionado por expertos en el tema, entre otros, el fundador y CEO de la empresa Bearsoft Inc, Jimmy Figueroa, experto en big data, ingeniero en sistemas con una amplia carrera en el manejo de productos Microsoft, Oracle, Java e IBM, entre otros. Incluso, por irregularidades de orden legal, personalmente denuncié este contrato mediante un proceso que fue acogido y se encuentra en espera de sentencia; 3) igualmente solicité que se investigara el altísimo gasto y costo, hecho en medio de esta pandemia, de $54.000.000 de dólares para cámaras de vigilancia en carreteras, en momentos en que no puede ser prioridad un contrato de tan altísimo costo. Es necesario revisar el precio y la conveniencia del mismo; 4) la denuncia de la prensa respecto al hecho de que la planta Reventazón del ICE, con un sobreprecio de seiscientos millones de dólares y un costo final de 1500 millones de dólares, produce apenas la mitad de lo prometido. En fin, se las trae el tema del derroche del erario por la vía de los contratos abusivos.    

 

Finalmente, la cuarta y última estrategia. Allí donde la economía se expande, el déficit fiscal puede reducirse como consecuencia de su carácter relativo. Ilustro el punto con un ejemplo básico: no es lo mismo una deuda pública de 40 billones de dólares en una economía anual de 67 mil millones de dólares, que lo que esa misma deuda podría significar si logramos hacer crecer dicha economía mediante la oferta de nuevos servicios de gran escala al mundo.  Por eso, hoy los proyectos de servicios sofisticados de gran calado son más indispensables que nunca, como los que he venido exponiendo en los últimos meses, tal cual lo hice en un reciente artículo publicado en este diario bajo el título “Cuatro proyectos para desarrollar sin dinero del Estado” (27/abril/2021).  fzamora@abogados.or.cr

CUATRO PROYECTOS PARA DESARROLLAR SIN DINERO DEL ESTADO

Dr.Fernando Zamora Castellanos.

Una de las observaciones del libro “El final de la pobreza”, -escrito por el economista Jeffrey Sachs-, era que las sociedades más prosperas, son aquellas donde circulaban con mayor velocidad, los bienes, los servicios y las personas. Esto es así, porque tal circulación, es lo que atrae ingentes divisas a una economía. En Costa Rica dicha atracción de divisas hasta hoy se ha provocado por tres vías: las exportaciones, el turismo, y la atracción de inversión extranjera. Pero hay una cuarta vía que debe incentivarse: la oferta de grandes proyectos de servicio al mundo.

 

En este punto voy a citar algunos ejemplos, todos los cuales pueden financiarse, no con los magros recursos del actual erario costarricense, sino a través de alianzas público privadas, o incluso estrictamente por la vía de la inversión privada. Empiezo con el gran centro intercontinental de distribución de mercancías en el centro del continente. Este proyecto, popularmente conocido como canal seco, en realidad, es muchísimo más que un simple canal de paso de mercancías. Los detractores que menosprecian la idea, creen que se trata de una versión terrestre del canal de Panamá, pero en realidad es mucho más que eso. El canal seco es en realidad un centro logístico de distribución mundial de mercancías, las cuales, viniendo de todos los puntos del planeta, llegan al centro de América, y desde aquí esos bienes son redistribuidos vía marítima y aérea, al resto del continente. A manera de ilustración, puede venir un enorme buque post-panamax desde Europa cruzando el Atlántico, y dejando toda su mercadería en Limón, en el Caribe Atlántico, no toda ella debe necesariamente cruzar el continente por un canal hacia el pacífico, pues mucha de esa mercadería podrá ser trasladada por otros buques menores a otros puertos en el continente ubicados en el mismo océano, o bien, por vía aérea. Así las cosas, el mega proyecto está mal llamado, porque más que un canal seco, es un centro logístico de distribución mundial de mercancías en la cintura de nuestro continente. Algo que, en términos de valor agregado, ofrecería mucho más que solamente una obra de infraestructura, como lo es, por ejemplo, un canal. Su ejecución consiste en tres grandes objetivos de infraestructura; la ampliación del ya existente buen puerto de Limón, la instalación de otro puerto grande en el norte del pacífico, y la unión de ambos por vía férrea a través de las llanuras del norte del país.

 

Otra gran estrategia para ofrecer servicios al mundo, es el del nuevo eje aeroportuario. Consiste en tres obras estratégicas: por una parte, los aeropuertos internacionales de la zona sur y Limón, y por otra, una mega terminal aeroportuaria de conexiones y escalas aéreas a nivel intercontinental. Esta última, -en convenio con grandes aerolíneas del mundo que no tienen base en América-, nos permitiría competir tanto con los hubs actualmente establecidos en Panamá y El Salvador, e incluso también competir con las grandes terminales de los Estados Unidos.

 

A las anteriores, podemos agregar una tercera estrategia, ésta última en el campo turístico. Por su enorme diversidad biológica, y sus atractivos naturales, Costa Rica es un país ideal para ofrecer servicios turísticos sofisticados. A nivel internacional, la combinación de ecoturismo con servicios turísticos sofisticados, ha demostrado ser el más importante imán de atracción de turistas con capacidad adquisitiva. De hecho, en el caso del Estado de Quintana Roo, en México, los parques eco temáticos de Xcaret y Xhelá, en los primeros meses de la temporada alta, atraen una cifra de turistas de alto consumo que se acerca a los números de lo que aquí nos ingresan durante seis meses en todo el país. Si vemos el escenario nacional, las ofertas turísticas sofisticadas que se ofrecen en Costa Rica para la clase media internacional, como lo son los complejos Baldí Hot Springs o Tabacón, han demostrado ser aquí las empresas de mayor generación masiva de turistas. Esto por el hecho de sumar a la actividad turística regular, un conjunto de servicios temáticos, pues el turismo de los parques temáticos en general, han demostrado un éxito abrumador. Solo el parque Euro Disney, en París, elevó la economía francesa aportando 68.000 millones de euros, cerca del 8% de los ingresos turísticos de dicha nación. Ni qué decir de los parques temáticos del Estado de la Florida, que como es sabido por todos, son allí los pilares de una próspera economía turística. Así las cosas, la atracción de inversiones turísticas sofisticadas debe ser una prioridad. Guanacaste, por tener aeropuerto internacional, amplios territorios aptos para un proyecto de este tipo, playas y un importante potencial ecoturístico y cultural, es una región plenamente apta para que el Estado costarricense atraiga una gran inversión de estas características. Incluso, a futuro, cuando en nuestra zona sur o en el caribe existan aeropuertos internacionales como el de Guanacaste, estos parques también podrían ser desarrollados allí.

Una cuarta estrategia posible en el desarrollo de mega proyectos de desarrollo, es el de la transformación de la matriz energética costarricense hacia la energía mareomotriz. Esta, tal y como su nombre lo indica, es la que se extrae del oleaje del mar, y que en el mundo ha demostrado ser exitosa. Al ser básicamente desarrollada en los océanos, su huella ecológica terrestre es menor, pero no así su enorme capacidad de generar cientos de megawatts a un bajo costo económico y ecológico. Corea del Sur recientemente concluyó su planta llamada "Sihwa"; con un costo de trescientos millones de dólares, tiene una capacidad de producción energética similar a nuestro proyecto Reventazón, el cual costó alrededor de mil quinientos millones de dólares, casi mil millones de dólares menos para un rendimiento similar. En síntesis: de muchos otros que podría citar, ofrezco tan solo estas cuatro ilustraciones de objetivos de desarrollo que podrían, con una clara voluntad y liderazgo político, hacer del nuestro un país próspero. fzamora@abogados.or.cr