domingo, 30 de abril de 2006

Programa socialdemócrata

El éxito de la generación de don Pepe: traducción pragmática de las corrientes internacionales.

El éxito de la aplicación costarricense de la socialdemocracia que impulsó la generación de José Figueres Ferrer consistió básicamente en la fórmula de una traducción pragmática de las corrientes internacionales que vivió su época. La aplicación práctica de las corrientes de acción política del hemisferio, en esencia, exportaron tres grandes líneas de acción política y pensamiento:
a) las ideas de Keynes aplicadas por Roosevelt que básicamente convirtió al Estado norteamericano en un empleador e inversor en la economía a través de la creación de instituciones,
b) las políticas de seguridad social aplicadas innovadoramente en Chile que convertían al Estado en impulsor de importantes instituciones de asistencia y solidaridad social y
c) la ratificación de las ideas de defensa de la democracia liberal como la entendemos en occidente, que promueven el resguardo de los valores cristianos y los derechos humanos.

El genio de esa generación encabezada por don Pepe no consistió en crear grandes construcciones ideológicas y aplicarlas, sino en la toma de decisiones prácticas sobre la base de aplicar a nuestra realidad las mismas fórmulas de éxito que funcionaron en otras naciones. Esto se tradujo en un pacto social de crecimiento del Estado costarricense como empleador, como creador de instituciones, y como garante de los valores y derechos humanos, lo que nos hizo prosperar entonces. La socialdemocracia costarricense se enfrenta hoy a nuevos retos que exigen la misma determinación práctica a través de fórmulas exitosas que estén funcionando en otras naciones.

En esta materia, el presidente electo ha sido sabio al interpretar correctamente la señal de los tiempos de que para eliminar la pobreza y enfrentar los retos de hoy la socialdemocracia costarricense no debe ser menos pragmática de lo que lo ha sido, por ejemplo, el Partido Comunista Chino, que ha repetido las fórmulas de éxito de sus vecinos asiáticos. Hoy los gobiernos que han empleado fórmulas exitosas para combatir la pobreza, en esencia, exportan igualmente tres grandes líneas de acción política y pensamiento que son:
a) que las economías que prosperan son aquellas cuyos estados tienen ordenamientos jurídicos estables, simples y con políticas agresivas para promocionar el comercio con el mundo y la captación de inversiones extranjeras que generen empleo bien remunerado,
b) que los Estados que combaten de forma más eficiente la iniquidad social lo logran porque, a la anterior fórmula, le agregaron una política estatal de inversión en capacitación y educación de sus ciudadanos.
Pacto social. Finalmente, c) que esos Estados y, por tanto, su clase dirigente promueven en sus sociedades un tácito pacto social de desarrollo sobre la base de un sentido de destino ético pues, por el contrario -como diría don Julio Rodríguez-, el destino final de las sociedades filisteas siempre será la decadencia. Por ser tan amplio el desafío y tan corto el lapso de nuestro gobierno entrante, estamos en la obligación de concentrarnos en decisiones concretas que promuevan las condiciones dichas a las que debemos aspirar como sociedad.

Un programa mínimo deberá implicar, al menos, la determinación absoluta del gobierno para sacar adelante cuatro tareas concretas urgentes: concluir con rapidez las obras de la carretera -en proceso de construcción desde hace más de 30 años-, que comunicarían el Valle Central y todo el Pacífico, con la frontera sur. La modernización de los puertos. La aprobación, ahora pendiente, de los acuerdos de promoción comercial impulsados hasta hoy por el Ejecutivo en los últimos años, que aún con sus eventuales imperfecciones es un esfuerzo importante ya hecho, y, finalmente, la aprobación de una ley marco que permita la constante modernización de nuestras infocomunicaciones, hoy vitales para el desarrollo de cualquier sociedad.

Para esto será necesario una apertura de nuestra legislación en materia de tele e infocomunicaciones que permita que en esa materia suceda con el ICE lo que sucedió con la Banca estatal en los gobiernos socialdemócratas de la década de los ochenta. Así como ha podido coexistir una Banca estatal con una pujante Banca privada, será posible que un ICE moderno coexista con empresas privadas de info- y telecomunicación.

Estoy seguro de que estos cambios traerán la inversión y el dinamismo comercial que generarán los recursos tributarios necesarios para la inversión estatal en educación pública y en investigación tecnológica que tanto necesitamos, de modo que podamos detener la brecha de iniquidad social que se está generando entre la educación básica pública y la privada.

Aunque a un socialdemócrata anclado en el pasado le pueda sonar herético, me considero un socialdemócrata honesto al que no le cabe duda de que este es ahora nuestro urgente camino como país. Espero que las diferentes facciones de la Asamblea Legislativa entrante reconozcan estos cambios con el sentido nacional de destino y de pacto social que la historia nos demanda hoy.

Dr. Fernando Zamora.
Abogado Constitucional.

Publicado: La Nación, 30 de abril del 2006.
http://www.nacion.com/ln_ee/2006/abril/30/opinion8.html