martes, 23 de septiembre de 2008

El desafío socialdemócrata actual

El desafío socialdemócrata actual.
Dr.Fernando Zamora Castellanos
Abogado constitucionalista*

Publicado en el Periódico La República el día 23 de setiembre 2008.

http://www.larepublica.net/app/cms/www/index.php?pk_articulo=16130

Corría el año 1982 y la Juventud del Partido realizaba su II Congreso. Aún mozalbete, me incorporé después de embriagarme de lecturas acerca de las viejas epopeyas de Figueres y sus hombres, y entregué a esa causa mis años mozos. Una lucha de aquella época fue la de movilizar a los jóvenes en defensa de la Proclama de Neutralidad Activa. Ello, ante el incendio centroamericano de entonces. En aquellos años, ser socialdemócrata era confrontar estoicamente las afrentas de quienes, – en las lides políticas y en un extremo del espectro-, nos espetaban, entre otros calificativos, el de “reaccionarios”, lo que ciertamente representaba un golpe anímico, -momentáneo e injusto- a nuestro inflamado idealismo de juventud. En el otro extremo del espectro ideológico, los insultos de quienes nos calificaban precisamente de lo contrario. En el primero de los casos, la ubérrima variedad de marxistas que entonces vociferaban envalentonados por la activa beligerancia del poder detrás de la “cortina”, -como la había denominado Churchill-, y que, sin saberlo nosotros, -ya oxidada-, tenía sus días contados. Los segundos, -en las antípodas de aquellos-, eran militantes que iban desde el Movimiento Costa Rica Libre y su tridente, hasta los grupillos radicales del P. Unidad de entonces. Resulta que aquello no nos amilanaba. Sabíamos que nuestra identidad política no estaba condicionada por las diatribas de nuestros adversarios. Por eso no es falsedad afirmar que, ser socialdemócrata, sigue siendo confrontar a aquellos que, -en nombre de las consignas-, pretenden subyugar las sociedades civiles prosternando los sanos equilibrios sociales ante los quiméricos espejismos de las fórmulas absolutas. Sí, porque hoy, un buen socialdemócrata, debe ser tan enemigo de la voracidad estatista, como del mercantilismo político. Por eso, aunque algunos retos que la socialdemocracia de hoy enfrenta sean diferentes, los ideales para confrontarlos deben ser los de siempre. La concentración de la riqueza, y la conculcación de los derechos democráticos, -que son problemas que la humanidad ha sufrido desde siempre- ahora además están acompañados de nuevos desafíos: por una parte el ambiental y por otra una más inminente amenaza de guerra a gran escala, motivada en el hecho de que ahora son más los países con potencial nuclear. Ser socialdemócrata hoy, no es escondernos ante la inexorable realidad de la globalidad, sino concebir la forja de instrumentos -igualmente globales- para confrontar las brutales amenazas que se ciernen. Parafraseando a F.Roosevelt y su concepto, la socialdemocracia debe promover que esos retos, -en la implacable realidad globalitaria-, sean enfrentados con un “nuevo trato”, pero ahora de carácter global. De ahí que resulte limitado el discurso de aquellos que han afrentado a Liberación Nacional por promover que nuestro país participe –por supuesto dentro de un marco ético- del comercio global y la captación de inversiones. Cual modernos menonitas, se resisten a concebir, -como anotaría Kuhn-, que es inevitable consecuencia de realidades asociadas al nuevo paradigma de la era de la información. Deliran con una Costa Rica bucólica, que solo es posible imaginar, en los panfletillos electorales con los que se reclutan voluntades y espíritus naturalmente proclives al disenso. De vivir mil kilómetros al sur, denostarían al actual gobierno socialdemócrata dirigido por el heredero del General Torrijos que, -ampliación de canal mediante-, comete el grave pecado de pretender insertar a Panamá en el concierto de las naciones competitivas. La socialdemocracia internacional ha tenido una participación destacada en una estrategia global responsable para encarar los desafíos de esta nueva etapa mundial, como la del Pacto Global-entidad de Responsabilidad Social Empresarial dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) o bien en acuerdos como los de la Cumbre de Bali, de carácter ambiental. Una de las luchas de la socialdemocracia hoy, debe ser que entidades internacionales de aquel tipo, amparadas por los acuerdos entre Estados nacionales, cuenten con mayores instrumentos de imperio o coerción para alcanzar sus objetivos estratégicos, no solo frente a los intereses transnacionales, sino también frente a los de aquellos Estados proscriptores de los derechos de sus ciudadanos. Ciertamente, este tipo de entidades globales, -al mejor estilo de una suerte de Consejo de Seguridad de la ONU-, con la participación rotativa de diversas representaciones nacionales, deberían tener las potestades de revisar y vetar prácticas y políticas inconvenientes en las que ciertos Estados y grandes empresas incurren. La actual estrategia de insertar a Costa Rica como actor del concierto internacional, es la única realista para enfrentar el desafío global, el cual requiere indudablemente soluciones de esa misma naturaleza. fzamora@abogados.or.cr
* Doctor en derecho constitucional. Autor de diversas obras entre las que destacan Militarismo y Estado constitucional en Costa Rica.