lunes, 3 de diciembre de 2007

Campaña contra Costa Rica

Campaña contra Costa Rica

Fernando Zamora Castellanos
Doctor en derecho constitucional
Periódico La Nación 3 de diciembre 2007.
http://www.nacion.com/ln_ee/2007/diciembre/03/opinion1337575.html

La constitución política del país, además de representar la ley fundamental que salvaguarda las libertades públicas y el equilibrio de los poderes, constituye por sí misma el conjunto de ideales de nuestra nacionalidad, principios por cierto, propiedad tanto de las anteriores generaciones de costarricenses como de las actuales y futuras. En virtud de la gravedad que le otorga el sistema jurídico a la protección de nuestros ideales constitucionales, existen una serie de normas que penalizan severamente todos los atentados posibles que pretendan menoscabar el valor intrínseco de la constitucionalidad de la nación. Al respecto, nuestro ordenamiento penal castiga, -hasta de diez años cárcel-, a todo aquel que pretenda impedir a los organismos del Estado, -aunque fuese temporalmente- el libre ejercicio de sus facultades constitucionales, o peor aún, cambiar la Constitución por vías violentas. Igualmente se castiga severamente toda difusión de propaganda que promueva, por vías no constitucionales, derogar los principios e ideales consagrados por nuestro sistema constitucional. Este tipo penal es lo que técnicamente constituye propaganda contra el orden constitucional. Lo anterior sin demérito de otros tipos punibles como aquel que castiga a quienes públicamente pretenden impedir la ejecución de leyes y resoluciones públicas, tipificado como motín. Expongo esto en virtud del tono altisonante de alguna propaganda que he tenido la oportunidad de oír y observar en los últimos días, que incluye desplegables y calcomanías asegurando que el reciente referendo organizado por nuestro Tribunal Supremo de Elecciones fue fraudulento. Debe llamarse a la mesura, de tal forma que ningún costarricense se vea sometido a acusaciones penales que todos lamentaríamos.

jueves, 28 de junio de 2007

El asunto esencial sobre el TLC

Fernando Zamora Castellanos
Doctor en derecho constitucional.

Periódico La Nación 28 de junio 2007.
http://www.nacion.com/ln_ee/2007/junio/28/opinion1077787.html


Parecen existir razones irresistibles para nuestro país, las cuales paso a resumir, que nos están conminando como país a aprobar el Tratado comercial con los Estados Unidos.
Ya sabemos que, pese a que Costa Rica es un país pequeño, tiene una de las economías más sanas y de buen ingreso por habitante en relación con el resto de Latinoamérica. Esto implica el desafío de sostener la economía en el tiempo a través de la necesidad de ser muy competitivos en nuestro intercambio comercial. Para lograr esto, si bien es cierto que el mundo nos ofrece la opción de intercambiar con cuatro potenciales “mercados continentales”, que son, Asia, Europa, latinoamérica y/o Estados Unidos, la realidad es que de estos cuatro mercados continentales potenciales, existen graves inconveniencias con tres de esos cuatro mercados potenciales, lo que los hace, en la práctica inviables. Veamos. Europa, tiene un esquema de importaciones de cuotas y restrictiva en muchos de los productos costarricenses con vocación exportable a dicho continente y un eventual acuerdo comercial de Europa con Costa Rica solo parece posible en el tanto aceptemos el proceso de unificación política que los europeos pretenden para negociar, pues la tendencia de la política Europea es la de la negociación con bloques económicos. Respecto de Asia, que es otro de los mercados continentales existentes, debo decir que en ese aspecto el panorama es más sombrío. Desde la post guerra la política de los mercados asiáticos es restrictiva para las importaciones. Solo para dar un ejemplo, el procedimiento para importar un producto agrícola a Japón, requiere literalmente cientos de trámites restrictivos. Lo sé de motu propio, pues tuve la oportunidad de asesorar legalmente a una empresa costarricense que logró exportar por un tiempo producto agrícola con valor agregado y de buena calidad a Japón, y viví el calvario que representó no solo lograr, sino además sostener, el ingreso del producto a dicha nación. China, no solo es prácticamente autosuficiente en la mayoría de productos que requieren algún tipo de valor agregado, sino que además, tiene una política de exportaciones agresivísima, por lo que únicamente le interesa importar materias primas. Esto nos condena a exportarles exclusivamente materia prima sin valor agregado, lo que no resulta amigable ni para nuestra vocación ecológica ni para nuestras aspiraciones comerciales, pues los países que sobreviven exclusivamente de la exportación de materia prima, como muchas de las naciones del Africa subsahariana, no alcanzan niveles mínimos de desarrollo. Por otra parte una penúltima posibilidad es Latinoamérica. El gran problema del mercado latinoamericano, es el hecho que, -para los intereses de nuestros exportadores-, actualmente latinoamérica no puede resultar un mercado significativo, dado que nuestros países hermanos, -en prácticamente la mayoría de los servicios y productos en los que somos competitivos-, no solo no son nuestros compradores principales sino más bien nuestra agresiva competencia, la cual busca como atraer los mismos mercados y en el caso de las inversiones, las mismas empresas, que son nuestro objetivo comercial. Así las cosas resulta que, en el tanto no cambien las condiciones antes expuestas en relación con esos mercados, para los intereses costarricenses, la realidad, es que estamos obligados a mantenernos competitivos en nuestro intercambio comercial con los Estados Unidos, en momentos en que Panamá y nuestros demás hermanos centroamericanos han decidido acogerse a las ventajas y desventajas potenciales que ofrece el libre comercio con EEUU. Sin embargo, pese a todo lo implacable que parece esta realidad frente a nuestros rostros, debe restar eso sí, que nuestra Sala constitucional determine mediante la consulta en trámite, si este Tratado atenta o no, contra los ideales nacionales contenidos en nuestra Constitución Política, pues no cabe duda que el criterio grave, el asunto esencial, es que los grandes ideales de nuestra nacionalidad, contenidos en la ley fundamental, no están por debajo de nuestros intereses comerciales.