lunes, 26 de febrero de 2018

EL IDEAL DE LA PAZ EN JERUSALEN

Dr. Fernando Zamora Castellanos
Abogado constitucionalista.

Publicado en el Periódico La Nación:


Tal como el 16 de enero lo informó este diario, la Organización de Liberación Palestina (OLP), insistió en recordar su añeja proclama de desconocer a Israel. El acontecimiento que los llevó a recordarle su posición al mundo es éste: en 1995 -durante el gobierno del Sr. Clinton-, el Congreso estadounidense aprobó una ley que obligaba a trasladar a Jerusalén su Embajada en Israel y Trump ha iniciado la ejecución de esa vieja decisión. Como anotación al margen valga recordar que hasta hace pocos años Costa Rica también tenía la sede de su embajada en Jerusalén, pues como afirmaba Benjamín Núñez, defender a Israel era un ideal de la generación fundadora de la Segunda República. Siendo Medio oriente epicentro de múltiples crisis internacionales en los últimos 120 años, explorar las premisas que fundamentan posibles soluciones al conflicto, es siempre un sano ejercicio intelectual. Para comprender mejor el conflicto en torno a Jerusalén, el asunto amerita analizarse desde un doble enfoque político-religioso. Veamos. Desde esta última perspectiva, Jerusalén es centro de gravedad de las tres grandes religiones monoteístas de la humanidad. Todas ellas con un patriarca en común: Abraham. Así se le considera, tanto por el judaísmo, el islamismo, como por el cristianismo. Para los musulmanes es padre biológico de Ismael, y de Isaac para los judíos. Ambos considerados ancestros de la gran mayoría de los descendientes que fundaron dichas culturas. Y para los cristianos, es considerado un padre simbólico de su fe, en tanto es el patriarca hebreo del mundo antiguo, al que según la teología cristiana Dios se revela con un plan para su pueblo. Las tres tradiciones coinciden en que a Abraham le fue prometida por heredad la tierra de Canaán, que es la misma donde hoy se encuentra Jerusalén, la antigua capital del Reino unificado de Judá e Israel. Como vemos, el Padre Abraham y Jerusalén son el denominador común que une a las tres culturas monoteístas. Un punto de entendimiento entre palestinos y judíos debe partir de este elemento de unidad: ambos tienen un patriarca común asociado al territorio en conflicto.

Ahora bien, enfocando el tema desde la perspectiva estrictamente política, el problema cardinal es la premisa radical de la casta político-militar islámica, de que la única salida es la desaparición del Estado israelí. Si parto del supuesto de que debo eliminar a mi contraparte, es imposible resolver pacíficamente un conflicto. Este es el objetivo existencial que consta en las cartas de principios de las organizaciones político-militares involucradas, tal como Hamás, la Yihad Islámica Palestina, Al-Fatah (espina dorsal de OLP) con sus Brigadas de los mártires de Al-Aqsa, y Hezbulláh. En los esfuerzos por apagar las llamas de esa conflagración, dicha postura es un obstáculo que debe ser firme y constantemente censurado por los gobiernos mundiales con vocación civilista. La tesis de que los judíos deben desaparecer de allí porque son “usurpadores y advenedizos”, es tan absurda como lo es negarle derechos de existencia al pueblo árabe que ocupa esas tierras. Existen innumerables pruebas arqueológicas e históricas que demuestran la existencia del pueblo judío como nación ancestral con raíces en aquel territorio. En este punto es claro que pretender negar esta realidad, la de la existencia histórica del pueblo de Israel asociado a su raíz en el medio oriente, resulta tan cínico y malintencionado, como sucede con quienes pretenden negar el genocidio de la segunda guerra mundial. La ancestral nación judía es una realidad histórica asociada a Jerusalén. Negar esa verdad tan sobre-documentada, solo lo justifica la mala fe o la simple incultura. Amén del hecho de que, ante la vasta geografía musulmana del oriente medio, recordar la irrelevancia del tamaño de Israel, Estado más pequeño que El Salvador, desacredita el clamor de aquellas corrientes de la esfera islámica que aspiran a que Israel desaparezca. De hecho, en relación a toda la región, ella representa apenas un sexto del 1 por ciento, (1/625).

Por ser Jerusalén un centro de gravedad religiosa de las tradiciones monoteístas, otro principio de paz es que dicha ciudad debe estar bajo la jurisdicción de un Estado celoso en garantizar la libertad de consciencia y de culto. Tal libertad debe ser consustancial a la existencia de la ciudad. E incluso, si así contribuye al sostenimiento de la paz, debe resguardarse la posibilidad de que los lugares santos estén custodiados de forma alternada por distintas denominaciones dentro de una misma religión, como sucede con la Basílica del Santo Sepulcro de Cristo, que está en administración alternada por cristianos armenios, católicos y ortodoxos. Para ello, ante todo, debe existir un Estado sustentado en valores constitucionales que amparen la libertad de culto y de consciencia. Y en este sentido, los occidentales debemos reconocer que Israel es un Estado que ha demostrado ser el único garante de esa libertad. A los hechos me remito: es el único país en el medio oriente donde la población que abraza creencias diferentes ha crecido. Solo cito un ejemplo: allí la población cristiana se cuadruplicó, mientras que en el resto del oriente medio, las convicciones disidentes son proscritas hasta su inanición. Aunque Israel protege los valores espirituales del judaísmo,  es un régimen constitucional respetuoso de otros cultos y de la libertad de consciencia. Es un Estado de sana laicidad, pero no practicante de esa peligrosa vocación “laicista” enemiga de la fe. De hecho, en la gran extensión político-jurídica del Oriente medio, dominado esencialmente por emiratos, sultanatos, reinos y teocracias, Israel es el único Estado cuya filosofía política se sustenta en los valores del constitucionalismo democrático. Una democracia parlamentaria, regida por un sistema de frenos y contrapesos, con una debida separación de poderes y sufragio universal en un sistema de pluralidad de partidos. Allí las mujeres tienen las mismas condiciones de libertad y participación política que los hombres, y aunque esto en Occidente nos parece inobjetable, contradice abiertamente las condiciones de la mujer en la gran mayoría de los reinos de la región. El Estado hebreo se estableció en 1948, y a partir de ese momento, la hostilidad del mundo árabe se tradujo en varias guerras y múltiples agresiones. Pese a ello, Israel concede nacionalidad a los árabes que habitan en su territorio, otorgándoles libertad de voto y participación política incluida. Derecho que les niegan los reinos árabes a sus propios habitantes, por ser la mayoría de ellos monarquías cerradas. En fin, logros que amerita aquilatar. fzamora@abogados.or.cr

lunes, 12 de febrero de 2018

CONQUISTAR LA REACTIVACION ECONOMICA

Dr. Fernando Zamora Castellanos
Abogado constitucionalista.

Publicado en el Periódico La Nación:


Tal como se sabe, lo importante no es necesariamente urgente, y a la inversa. Si bien es cierto la prioridad política importante es la elevación de la cultura nacional, la prioridad urgente, o inmediata, es la reactivación de la economía nacional. De hecho, en los diversos foros en los que me ha correspondido expresar mi opinión, incluso a lo interno de la fracción del Partido del cual soy Secretario General, he insistido en que, más que enfocarse en los tributos, lo preeminente es tomar decisiones encaminadas a reactivar la economía. Por ello el tema amerita reflexión. Veamos. La reactivación económica en Costa Rica debe impulsarse sobre seis pilares. El orden en que los analizaré, no implica el de su importancia. El primero de ellos radica en la simplicidad legal o bajo costo de legalidad. ¿Qué es esto? La complejidad legal se refiere al costo en tiempo, recursos y dinero en el que incurre quien desea iniciar o sostener una empresa. En su estudio sobre las restricciones al entorno competitivo de las empresas latinoamericanas, el investigador Emilio Zevallos documentó profusamente las estadísticas que demuestran cómo el alto costo de complejidad legal incide negativamente en la activación de la economía doméstica. Así, uno de los parámetros para reactivar la economía nacional, consiste en implementar una política pública que promueva una baja complejidad legal de operación. Para ello, es indispensable aprobar medidas hacia ese objetivo, como lo son por ejemplo, una simplificación del silencio positivo contemplado en nuestra legislación administrativa, o también levantar un inventario desregulatorio que permita medidas tendientes a minimizar dicha complejidad y su costo. El segundo parámetro se refiere a los bajos costos operativos generales de la actividad empresarial. Con excepción de los salarios, que preferiblemente deben ser crecientes, todo gobierno debe priorizar políticas públicas que promuevan la reducción del costo de los recursos no humanos, como lo es la energía y demás recursos de capital que son indispensables para operar. Léase recursos financieros, o por ejemplo el precio de los diferentes instrumentos y herramientas de operación, entre otros. Esto porque los bajos costos en esos rubros son un elemento determinante que hace que el inversionista decida asentarse en un país, o bien mantenerse en él. Y algo que incide gravemente en la operatividad de una empresa nos refiere al tercer pilar de toda reactivación económica, que estará condicionado por la constancia en la inversión y modernización de la infraestructura nacional. El esfuerzo sostenido en infraestructura es casi tan importante como la educación del pueblo. Tan fundamental lo es, que éste representa un rubro en el que incluso amerita que el país se endeude, pues siempre devolverá con creces el dinero destinado en ello. Y adviértase algo en este aspecto: además de que es esencial invertir en infraestructura, esto debe hacerse siempre con celeridad. En materia de infraestructura los atrasos en tiempo resultan exponenciales en aumento de costos, perjuicio para la sociedad y obstáculos para su ejecución. Anoto esto porque, a la hora de invertir en infraestructura, no basta una mera valoración de costos, sino además debe justipreciarse qué tan ágiles y rápidos son los mecanismos de ejecución y contratación de los proyectos. En ese sentido, no queda otra opción que la concesión de obra pública, pues hasta hoy la experiencia nos ha demostrado la inoperancia de figuras como el fideicomiso, o los contratos-UNOPS, cuya demora en la ejecución no solo encarece la obra, sino que finalmente la torna inviable. Tal como sucedió con el fideicomiso de la autopista a San Ramón.

 

Cuarto Pilar. El cuarto pilar es una sostenida política de atracción de inversiones. Vale advertir que un país como el nuestro no debe limitarse exclusivamente a la promoción de inversión en alta tecnología. Debe existir un régimen laboral que regule la industria en alta tecnología, y otro diferenciado para la industria de bajo impacto tecnológico. Esa que contrata trabajadores de baja escolaridad. La nuestra es una sociedad en donde existen aún importantes segmentos poblacionales con bajos índices educativos, y pese a ello, debemos reconocer que hemos menospreciado las inversiones de baja tecnología, como lo es por ejemplo la industria textilera y maquiladora de poco valor agregado en conocimiento. Actuamos como si Costa Rica fuese un país exclusivamente habitado por ingenieros. Muchísimas jefas de hogar y ciudadanos de baja escolaridad, vivían de la industria de bajo impacto tecnológico. Un gran causante del aumento de nuestro desempleo, es el hecho de que prácticamente toda esa industria ha emigrado a los países vecinos, pues tenemos una política hostil hacia ellas. Sólo un ejemplo, ¿por qué no se le ha ofrecido a ese tipo de industria, zonas económicas con un régimen de carga social diferenciado? ¿O acaso preferimos que esas empresas se vayan a los países vecinos y se ensanchen aquí nuestros índices de desempleo?

 

Quinto Pilar. El quinto pilar de la reactivación tiene que ver con un viraje de la política vocacional en la educación. Las estadísticas nos indican que la fuerza centrífuga de nuestra vocación educativa sigue siendo la formación para el empleo. Y además, usualmente dirigida a actividades asociadas a la ciencia social: léase docentes, administradores, abogados, economistas y contadores, entre un largo etcétera exclusivamente dominado por dicho entorno del conocimiento. Sin embargo, otros aspectos que hoy son indispensables para insertar a Costa Rica en la competitividad mundial, como lo es el estímulo de la vocación emprendedora, o el fomento de los currículos referidos al entorno tecnológico, científico y de ingenierías, todavía son prácticamente inexistentes en este país. Ofreceré solo un ejemplo para ilustrar. Si bien es cierto Costa Rica cuenta con excelentes ingenieros especialistas en estructuras o en hidrología, contamos con poquísimos especialistas en carreteras. Y es imposible dar el salto al desarrollo, con una vocación curricular orientada al limitado epicentro de la ciencia social. El sexto pilar, el más importante de todos, es el que tiene que ver con la cultura nacional. Cuando escribo de cultura nacional no me refiero a la acepción referida a las bellas artes, sino a la cultura que fundamenta los preceptos de vida cuya finalidad es forjar el carácter humano. La cultura es la que nos enseña a vivir, pues es la que forja los criterios que son indispensables en el camino de la existencia. Las sociedades cultas no lo son porque estén informadas. La cultura es algo superior a los datos; implica principios anteriores al conocimiento. Es la formación que nos permite entender el valor, -o no- de todo cuanto percibimos y experimentamos. Sin ella, las sociedades no tienen posibilidad alguna de prosperidad económica. fzamora@abogados.or.cr