martes, 23 de abril de 2019

LA FUERZA DE NOTRE DAME

Dr. Fernando Zamora Castellanos.
Abogado constitucionalista.

 
Publicado en España
https://www.elimparcial.es/noticia/200416/opinion/que-simboliza-notre-dame.html

Publicado en el diario La Nación:
https://www.nacion.com/opinion/columnistas/pagina-quince-la-fuerza-de-notre-dame/XINNP5GKMZECBAVICDWMHR2ROE/story/


Los hombres del pasado construían para los siglos, fue la atinada observación que hace algún tiempo me hizo mi buen amigo Armando Vargas.

Notre Dame fue iniciada en el siglo XII y su construcción duro dos siglos, hasta el siglo XIV, cuando finalizó su construcción y acabados definitivos. Fue pensada con la misma idea con la que se forjaban las obras que entonces se dedicaban a Dios: vencer el tiempo. Una vocación de eternidad, como era el sentido de casi todo lo que se respiraba en la Europa del siglo XII.

Allí se conserva una corona de espinas,  un trozo de madera y unos clavos antiquísimos que, según la tradición, están ligados a la cruz y a los instrumentos con los que Cristo fue martirizado. Igualmente la túnica que perteneció a Ludovico, - quien fuese el Rey Luis IX-, recordado por ser el último rey en encabezar una cruzada para rescatar a Jerusalén del dominio musulmán.

Al igual que sucede con la iglesia en su sentido espiritual, el templo ha sufrido innumerables embates a través de su historia. Me refiero tanto a lo que ha sufrido la Iglesia,  como lo que ha sufrido la obra arquitectónica como tal. Parece haber un paralelismo conductor que conecta lo que ha sufrido el magnífico templo, y lo que ha padecido la Iglesia en el sentido inmaterial del término.

Durante la primera gran ofensiva anticlerical, la de la revolución francesa, el templo sufrió dos importantes saqueos. El primero de ellos en 1790, cuando las hordas jacobinas destruyeron buena parte de sus tesoros religiosos. Pero la revolución no fue una revuelta de unos cuantos días, sino un proceso que transcurrió por años. El segundo golpe a la edificación ocurrió tres años más tarde, en 1793, cuando el templo es nuevamente vandalizado por los insurgentes, al extremo de que la Catedral dejó de ser funcional como lugar de culto y adoración a Dios. Por un tiempo incluso terminó siendo utilizada con otros fines. El saqueo consistió en la destrucción de esculturas, altares y todos los iconos propios de los espacios para la devoción. La devastación incluyó la destrucción de crucifijos, y todo símbolo de culto. Aquel ataque físico a ese monumental emblema de la arquitectura cristiana, coincidió con la persecución que entonces sufrían también los representantes de la cristiandad.

Fue un momento de horror para el catolicismo francés. El año 1793 fue la hora de la ley del 21 de octubre,  que condenó a muerte a todos los sacerdotes que no prestasen juramento de fidelidad al régimen de Robespierre, el mismo que profanó la Catedral de Notre Dame, oficiando en noviembre de aquel año cultos blasfemos.

El corolario de aquel paroxismo fue una vorágine de terror que se expandió por dos días. Aquello incluyó una carnicería de muerte contra cientos de religiosos y monjas asesinadas; hechos que hoy son conocidos por la historia como las masacres anticlericales septembrinas.  También en Lyon, el tristemente célebre José Fouché, recordado por sus habilidades para manejarse y sostenerse en los intrincados hilos del poder de aquella turbulenta época, ordenó el asesinato de grupos de religiosos, amén de cientos más de ellos torturados en las cárceles revolucionarias.  

El tercer ataque a Notre Dame sucedió con ocasión de los hechos de 1871 en París. En aquel año, la capital europea fue controlada por revolucionarios socialistas durante  aproximadamente dos meses, en lo que la historia ha llamado la comuna parisina. Un intento de utopía social que derivó en caos. La Catedral también fue asolada en aquella ocasión.

El dato definitivo es que,  una y otra vez, Notre Dame se ha levantado de sus caídas. Con ella sucede algo similar a lo que Newman sostenía respecto de la Iglesia en su sentido espiritual: “aunque parece estar muriendo, al final, contra todo pronóstico, triunfa. Con caídas aterradoras y victoriosas recuperaciones, cuál si la Providencia determinara que triunfe a través de sus derrotas”

Y al igual que hace más de dos siglos, hoy Notre Dame es una vez más protagonista de la tragedia. Esta vez, no fue causa de horda revolucionaria, ni tampoco atentado extremista alguno, como en un inicio se temió.

Esta vez la deflagración ha sido provocada por un accidente en los trabajos de conservación que allí se hacían. Pero al igual que sucedió en el siglo XIX, cuando Notre Dame se levantó de sus propia ruinas, para resurgir esplendorosa como símbolo de un cristianismo redivivo para la sociedad francesa de entonces, nuevamente frente a la tragedia se asoma esperanzadora la victoria.

En tanto que la Catedral ardía, se hacía evidente la determinación del pueblo francés, - y de Occidente entero-, por  rescatar y restaurar el monumento. Al tiempo que se reportaba la dura jornada de los bomberos galos, uno de los primeros hechos insólitos que reportaban los periodistas fue observar a cientos de parisinos en grupos alrededor de la ciudad, de cara a la deflagración, de rodillas, entonando himnos, plegarias y cánticos de alabanza, todo con la intención de clamar a la Providencia por la protección de su centenario monumento. Minutos después, las redes eran inundadas por los videos que atestiguaban el hermoso acto de fe.  

Y el mundo se ha volcado también en solidaridad ante la tragedia. Los dignatarios europeos, la UNESCO e importantes ciudadanos del continente, - como el filántropo Henri Pinault-, han expresado un solo sentir: restablecer la grandeza del icono. El espíritu que hizo grande a Europa.

 

 

 

viernes, 12 de abril de 2019

PROPUESTAS PARA LA REACTIVACION ECONOMICA

Dr. Fernando Zamora Castellanos.
Abogado constitucionalista

Publicado en el diario La Nación
https://www.nacion.com/opinion/columnistas/pagina-quince-propuestas-para-la-reactivacion/E55KVOEFQFEE7FWZ66NN24JOJY/story/

La reactivación económica no puede basarse en una dinámica doméstica, o en palabras llanas, la visión debe estar anclada en nuestra capacidad de ofrecer servicios y bienes al exterior. Una analogía para ilustrar el punto: un hogar endeudado y con urgencia financiera, no le sería posible levantarse ideando nuevos servicios que brindar a sus propios miembros, sino que necesariamente debe acrecentar su economía doméstica ofertando a terceros, ajenos a ese núcleo familiar. Por tanto, para dinamizar la economía debemos partir de tres premisas básicas: la primera premisa es que la reactivación económica costarricense necesariamente pasa por lo nuevo que seamos capaces de ofrecer al mundo. La segunda premisa se refiere al hecho de que la inversión que hace crecer a más corto plazo la economía, es la realizada en los rubros o ejes de energía, infraestructura y tecnología; obras de autores actuales como Rifkin, Diamond, o Acemoglu -entre otros-, dan por sentada esta realidad, como un hecho probado por la experiencia histórica. La tercera premisa tiene que ver con un postulado económico: los réditos que un proyecto pueda generar, usualmente están proporcionalmente determinados por las dimensiones del mismo y la cantidad de recursos en él invertidos. Lo que con esto quiero afirmar, es que si queremos una verdadera reactivación económica, una de importantes proporciones, los proyectos a implementar deben ser de gran calado. A partir de estas tres elementales premisas, la reactivación económica debe enrumbarse al menos sobre un mínimo de tres ejes, en función de lo cual aquí enumero algunos proyectos importantes para cada uno de ellos.

En el primero de los ejes, el de energía, hay dos proyectos de gran calado que resultan urgentes y que representarían una fuerte dinamización de la economía; uno de ellos radica en la explotación del gas natural. Recientes publicaciones de la Agencia Internacional de Energía, han confirmado que el gas natural, (junto a la energía solar y eólica), representan hoy el 85% del crecimiento de las llamadas energías primarias. Y adviértase que, si bien es cierto, la energía eólica y la solar lideran la transición en el rubro eléctrico,  es el gas natural el que representa la mayor transición en lo que se refiere al sector “combustibles”. Si al desarrollo del gas natural le sumamos el estímulo alternativo a algunos biocombustibles sostenibles ambientalmente, como lo es por ejemplo la palma de coyol, la cual puede cultivarse incluso en terrenos áridos y laderosos, estamos ante la posibilidad real de liberarnos del petróleo, dinamizar nuestra economía agraria interna, y ahorrar al país más de mil millones de “petrodólares” anuales. Por ejemplo, el Ejecutivo debería proponer ya un referendo que haga política y socialmente viable la explotación del gas natural en nuestros mares. Por cierto, sobre la existencia de grandes yacimientos de gas natural en el país, el Colegio de Geólogos ha sido abundante en aclaraciones.

En el segundo eje, el de infraestructura, existen al menos cuatro proyectos realizables de gran calado. Uno de ellos es la modernización y ampliación de los trenes eléctricos. Este gran proyecto tiene dos fases: por una parte, la modernización de los trenes eléctricos que transportan bienes y personas del valle central a nuestros puertos pacífico y caribe, y por otra, el proyecto del corredor ferroviario transcontinental de contenedores. Tal corredor ofrece la solución de una necesidad cada día más urgente de la economía mundial, como lo es la existencia de grandes puertos en la cintura del continente, que no solo permitan el simple paso entre un océano y otro de la mercadería, sino además la redistribución y transporte a alta velocidad de los contenedores que arriban en los buques. En el norte de nuestro país, entre el Pacífico de Cuajiniquil, y el Atlántico costarricense, existe una extensa llanura que cruza el país y que permitiría la construcción de un corredor ferroviario de alta velocidad y bajo consumo energético, pues no hay cordilleras que esquivar. Nuestro norte, actualmente azotado por el bandolerismo, sería una región turbina de nuestro desarrollo. Otros dos proyectos de gran calado son el necesario impulso a dos aeropuertos internacionales, el de la zona sur y el gran aeropuerto “hub” de Orotina, aunque lastimosamente el gobierno ha desistido de éste último. ¿Por qué lo reprocho? Bien lo advierte el economista Jeffrey Sachs en su obra “El fin de la pobreza”: la idea central de su libro nos recuerda que la riqueza de una nación radica en su capacidad de ofrecer e intercambiar bienes con el mundo, tránsito de personas, así como de los medios que le permitan hacerlo, o sea, ampliar las vías de comunicación hacia el mundo. ¿Alguien duda que esos aeropuertos amplíen nuestra capacidad de intercambiar bienes y tránsito de personas hacia el exterior?
 
En el tercer eje, el de los servicios de alta tecnología, la idea de grandes parques ecotemáticos la he consultado con inversionistas extranjeros conocedores del tema. Al respecto amerita recordar por ejemplo, lo que aportan al PIB mexicano los grandes parques ecotemáticos del Estado de Quintana Roo, o lo que aportan los parques temáticos a la economía del Estado de Florida. Solo en los primeros quince días de diciembre del pasado 2018, el Estado de Quintana Roo había recibido un millón de turistas, prácticamente lo mismo que nosotros recibimos en seis meses.  Y me refiero a Quintana Roo y sus parques ecotemáticos, siendo que en riquezas ecológicas y biodiversidad para mostrar al turismo no tenemos absolutamente nada que envidiarle a esa región. Aquí el gobierno anterior intentó algo similar con un parque ecotemático en Guanacaste, el cual llamarían Discovery, y que prometía convertirse en una inversión similar a esas que atraen millones de viajeros a Quintana Roo o la Florida. Pero como sucede hoy con casi todo aquí, el tema se quedó en el intento. En esta materia de servicios, otro proyecto de gran calado es el de los parques empresariales en zonas económicas especiales. Es una ampliación de nuestro viejo concepto de zonas francas, de tal forma que sea posible una audaz atracción de inversiones incluso en actividades de baja tecnología, que permita también ofrecer empleo a mano de obra menos calificada. En este particular, me han impresionado gratamente anteproyectos que han hecho un equipo de profesionales agrupados en torno a un concepto denominado “Costa Rica Project Factory”. En fin, el gobierno tiene con qué actuar ya. fzamora@abogados.or.cr