miércoles, 30 de septiembre de 2015

UNA DOCTRINA SEXUAL EQUILIBRADA


Dr. Fernando Zamora Castellanos.

Abogado constitucionalista

 

http://www.nacion.com/opinion/foros/doctrina-sexual-equilibrada_0_1513048686.html

 

En un artículo suscrito el domingo pasado, Leonardo Garnier y Cristina Blanco, atacan mi posición crítica contra una doctrina sexual que considero extremista. Como estrategia para desacreditar mis argumentos, echan mano de tres tácticas. La primera, hacerle creer al lector que mi crítica a la ideología de género es un intento de deslegitimar el proceso de conquista femenina en la historia, siendo que la ideología de género nada tiene que ver con dicha noble tradición. Aquí la  reivindicación femenina está asociada al de nombres ilustres como el de Francisca Carrasco, Angela Acuña, o María Teresa Obregón. Hoy, tal reivindicación está asociada a mujeres insignes como Laura Chinchilla, Sonia Picado, Mauren Clarke o Alicia Fournier. He leído escritos y escuchado disertaciones de la mayoría de ellas. En algunos casos, he conversado con quienes me honran con su amistad. Nada en su ideario apela a la ideología de género, y sin embargo, su aporte a la cultura política femenina es invaluable. Tal y como explicaré adelante, la ideología de género nada tiene que ver con la sana reivindicación femenina. Por otra parte, la segunda estrategia de Garnier es hacer creer que soy enemigo de la educación sexual. Con tal ardid intentó desacreditarme, pues, por razones obvias, en el siglo XXI la educación sexual es muy importante. Por motivos que igualmente explicaré, lo que he objetado son los conceptos que, siendo Ministro, el Sr. Garnier impuso. La tercera táctica de los articulistas fue la de atacar mi razonamiento apelando a una equívoca defensa del marxismo. Para ello sostuvieron dos tesis: por una parte, que mi argumento de que el marxismo deseaba suprimir la familia es falso, pues afirman que lo que el marxismo se propuso era solamente derribar el poder masculino. Su otro alegato básico consistió en sostener que el verdadero origen de la ideología de género era el pensamiento liberal. Pues bien, delimitado el esquema central de la tesis de quienes me han replicado, paso a exponer la coherencia de mis razones.

 

Es cierto que la ideología de género no solo abreva del marxismo. Pero si se tratase de citar corrientes que han inspirado a la ideología de género en la historia, más bien el Sr. Garnier se equivoca al referir únicamente el liberalismo. Para citar solo algunas, influyó también el existencialismo, la Escuela de Frankfurt, y el deconstruccionismo, entre otros. Cuando indiqué en mi primer artículo que la ideología de género es neomarxismo, lo hice porque, de todas las corrientes que la han influido, el marxismo clásico es su columna vertebral. Veamos porqué. El razonamiento esencial de Marx y Engels es que la propiedad es la causa del mal social. Sostenían que, como la familia es una institución que hace prevalecer la propiedad y la herencia, ella era dañina para la sociedad. Así las cosas, para establecer la justicia, era necesario abolir la propiedad privada y la herencia, y un paso fundamental para lograrlo, era suprimir la familia, pues ésta era transmisora de ambas. El marxismo sostenía que para suprimir la familia eran necesarias dos medidas a implementar. Por una parte, que el cuidado y la educación de los menores debían estar en manos de la colectividad y no de la familia. Por otra parte, que la solución a la explotación entre los sexos y de los hijos por parte de sus padres, radicaba en la rebelión y la lucha de los oprimidos dentro de la familia, de tal forma que ésta finalmente desapareciera. En síntesis, era aplicar la teoría marxista del conflicto, también al escenario de la familia. Aunque Don Leonardo lo quiera negar, esto consta en los textos clásicos de Marx y de Engels. De hecho, en mi ejemplar del Manifiesto Comunista, del que Engels es coautor -impreso por Editorial Andreus-, eso consta en la página 144. En fin, la idea central allí, es que la familia desaparecerá al desaparecer la propiedad. Así, el marxismo -y no el liberalismo- es la columna vertebral de la ideología de género, pues el fundamento de esta moderna ideología está en aquella teoría del conflicto, que es de factura marxista y no liberal. Por ejemplo, el aborto –uno de los objetivos esenciales de la ideología de género-, se implementa durante la primera etapa del régimen bolchevique, porque la responsabilidad de la madre ante sus hijos era considerada una servidumbre impuesta. En el comunismo, la mujer debía ser libre de tal “esclavitud”.  A la luz del análisis integral de las afirmaciones de Marx y Engels sobre la familia, resulta cándida la afirmación que hace Garnier, cuando sostiene que Engels aspiraba a una familia basada en el amor entre los cónyuges.

 

En cuanto a la segunda objeción de los articulistas, mi crítica no es contra la educación sexual, en la cual creo, sino contra la doctrina sexual que Garnier promovió en los colegios. Y aclaro que mi crítica lo es porque ésta es inconstitucional y no por razones de orden espiritual, aunque tampoco veo porqué deba desacreditarse la espiritualidad. Veamos. En la “Estrategia # 3” del plan para tercer trimestre de 9° año, del “Programa de Estudio para la afectividad y sexualidad integral” se recomienda que los menores estudien las declaraciones de Pekín o El Cairo. Estas son indudablemente abortistas, al punto que la primera solicita que los países revisen las legislaciones nacionales que penalizan el aborto. En la estrategia #2 del bloque, si bien la guía reconoce la necesidad de la prevención del aborto, no lo hace desde el momento de la concepción, tal y como establece nuestro sistema jurídico, sino, literalmente, “…desde la etapa de formación que tiene un bebe a las 12 semanas,  tiempo máximo consignado para abortar en aquellos países donde es legal.” Así las cosas, las políticas de educación sexual del Sr. Garnier promovieron dentro de sus bloques temáticos, la agenda de “los derechos reproductivos”, eufemismo para referirse al aborto. Tal política educativa la desarrolló en abierta confrontación con nuestra jerarquía de normas y contradiciendo además la valiente posición de la Sra. Expresidente Chinchilla, que en la reunión de Río+20, se abstuvo de firmar en razón de que el concepto "derechos sexuales reproductivos" es sinónimo de aborto. El menoscabo de los principios constitucionales por la vía de la aplicación de normas o políticas públicas inferiores es fraude a la Constitución. El verdadero trasfondo en relación con el tema de las guías de Leonardo Garnier es que, por esa vía, se impuso un nuevo marco de adoctrinamiento ideológico en perjuicio de los valores del sistema constitucional, como lo es, entre otros, el derecho a la vida y al sexo con el mínimo compromiso moral de respetar la vida que de allí se deriva. Por eso he criticado sus guías sexuales. Mi ideal es que aspiremos a una doctrina sexual equilibrada, pues los costarricenses rechazamos los extremismos. Creo haber expuesto mis argumentos con vehemencia y respeto. También respeto los argumentos del Sr. Garnier, aunque no recibí lo mismo de él. Por pensar diferente a mí, no lo considero ignorante, ni dogmático. Su artículo, sin embargo, fue pletórico en dicha ralea de epítetos. En los medios cibernéticos, tales armas dialécticas son usuales. Por ello he visto la voz de muchos callar atemorizada. Ese silencio no será el mío. fzamora@abogados.or.cr

LEOPOLDO LOPEZ Y LOS GOBIERNOS DELICTIVOS


Dr. Fernando Zamora Castellanos.

Abogado constitucionalista

 

Publicado en el periódico español El Imparcial bajo el link:


 

El jueves pasado Leopoldo López, una de las principales cabezas de la oposición venezolana, fue condenado a 14 años de prisión. Según la sentencia, su delito consistió en ser el autor intelectual de las protestas contra el régimen socialista de ese país. Al momento en que se entregó a las autoridades hizo dos afirmaciones. Declaró que se entregaba a una justicia corrupta, y reconoció que había tenido la posibilidad de salir del país. Sin ambages afirmó: “Tuve la opción de irme, pero no me voy a ir de Venezuela nunca. La otra opción era quedarme escondido en la clandestinidad y no tenemos nada que esconder."  Tales afirmaciones reflejan la fuerza moral de su pelea, pues la paradoja de López no es nueva en la historia. Por eso, -hace más de un siglo-, el filósofo José Ingenieros recordaba el combate de los siglos entre la moral del idealista y la política de las piaras. Es la encrucijada entre el temperamento del genio moral frente a los espíritus subalternos. Es la misma disyuntiva que confrontó a Espartaco con Casio Longino, a Jesucristo con Herodes Antipas, y a Mandela con Verwoerd. Líderes que se levantaron cuando la improbidad, -en lugar de ser vergonzante-, extendió sus alas ostentosa. Es el milenario combate que existe entre el ideal de la libertad, ante al tinglado del despotismo.

 

Ahora bien, esencialmente, ¿contra qué protestaba López en las calles de Caracas? El no protestaba contra un gobierno que tenía corrupción, sino contra un régimen corrupto. Por el grado de su mal, ambas son patologías diferentes. Sabemos que en esta dimensión de la existencia, será imposible erradicar el mal de forma absoluta. Ciertamente, los gobiernos impolutos no existen. Casi todos los gobiernos son escenario de transgresiones que ponen en entredicho la probidad de algunos de sus funcionarios. Pero la descomposición del fenómeno surge cuando, lejos de tener corrupción, los regímenes por sí mismos son de naturaleza corrupta. Pues bien, ¿en qué consiste un régimen corrupto, y cuáles son sus características? Consiste en la utilización de la influencia que otorga el poder, y en una manipulada instrumentalización de las ideologías políticas, redirigiendo y transmutando el sistema de normas y valores que los líderes juraron resguardar. Todo con el objetivo de obtener y conservar mayor poder. Aunque parezca paradójico, el grado superior de corrupción política no radica en transgredir la ley, sino en cumplirla redirigiéndola con el propósito de acumular  autoridad ilegítima. Es desviar el fin moral correcto del sistema jurídico, para redireccionarlo en favor propio. Es el abuso de la influencia política dirigido a implementar cambios constitucionales y normativos que estimulen y faciliten la concentración de cada vez mayores cotos de fuerza política sin fundamento moral.

 

La primavera de la democracia venezolana (1959-1974), que tuvo su apogeo durante los gobiernos de Betancourt, Leoni y la primera administración Caldera, fue una era de liderazgos, con alto grado de aceptación. Los historiadores reconocen esa etapa como un período caracterizado por un liderazgo político sano. Dos fuertes razones influyeron para que la democracia venezolana se sumiera después en una espiral decadente. La principal, la caída moral de la clase política. Esta situación empezó a ser evidente con la primera administración Pérez. La segunda, de carácter económico, ocurrió después de 1978 y fue la caída en el ingreso de dólares por cada venezolano. Ello por la caída en términos reales de los ingresos petroleros, alternado con el aumento poblacional, lo que obligó a cada Gobierno que llegó después del año 78 –y aproximadamente durante los 20 años subsiguientes– a devaluar la moneda en por lo menos el 100% para cada uno de dichos períodos constitucionales. El descontento popular acumulado por la confluencia de aquellas decadencias –la moral, la económica y la política–, fue el caldo de cultivo aprovechado por los enemigos de la democracia. El camino escogido no fue el de luchar por el rescate de la rica herencia democrática venezolana, sino que, a partir del arribo de Chávez al poder, -un demagogo socialista que se presentaba como adalid de la democracia-, se emprende una tenebrosa estrategia para demoler el Estado constitucional de aquel país.

En su propósito, Chavez aplicó la vieja receta de los despotismos, útil para demoler ese y cualquier otro Estado constitucional. Enumerando la táctica del despotismo, la resumo en ciertos pasos básicos. Veamos. Primeramente, desde el poder se sistematiza un discurso altamente ofensivo contra adversarios ideados, todo con el objetivo de que afloren las disconformidades que usualmente yacen en el “subsuelo” psíquico de los sectores marginales. Se mitifican tendenciosamente los sucesos históricos, idealizando las tradiciones épicas en función de los intereses de la camarilla gobernante. Para esto se sobreexpone propaganda acerca de los mitos del régimen instaurado. Además, usualmente se establece un culto mesiánico-caudillista. Sumado a lo anterior, se transmuta la legalidad, redirigiéndola a favor del poder concentrado, para lo cual se invoca el “interés nacional”; se desmantela el sistema republicano de frenos y contrapesos, propio de la división de los poderes, y se fortalece el estamento militar. Se devalúan las garantías individuales frente al poder, -propias de una constitución legítima-, sustituyéndolas por procesos constituyentes que imponen “leyes fundamentales” subordinadas a los objetivos del régimen. Allí siempre se hallará la entusiasta promoción de las “reelecciones” de rigor. Así se demolió el Estado constitucional venezolano.

En ciertas ocasiones, los avatares de la vida nos colocan en situaciones insondables, que con la perspectiva del tiempo cobran algún sentido personal.En 1992, siendo vicepresidente de la Conferencia de juventudes políticas de América Latina, entonces en representación de la juventud del PLN, un grupo de jóvenes fuimos invitados por Acción Democrática a visitar al presidente democrático venezolano. Aquello fue ocho días después de la intentona golpista de Chávez. Allí fui testigo de dos realidades: la de los orificios que había provocado la munición en el Palacio de Miraflores, y la del grado de inconsciencia general ante la amenaza que se cernía sobre la maltrecha nación. Aquel desapercibimiento resultó carísimo. Que no nos suceda igual.  fzamora@abogados.or.cr

SOCIALDEMOCRACIA RAIZ DE MI CONVICCION


Dr. Fernando Zamora Castellanos.

Abogado constitucionalista

 

Publicado en el periódico La Nación bajo el link:


 

Un artículo de opinión por mí escrito, provocó diversas reacciones. Algunos consideraron que mis planteamientos en relación a temas como el de la ideología de género, atentaron contra los principios de la socialdemocracia. Y que siendo yo un jerarca de la socialdemocracia nacional, aquello era un grave error. Resumo aquí algunas razones del porqué esas reacciones no se justifican. Como indiqué en mi anterior artículo, el marxismo es una interpretación materialista de la historia que afirma la importancia del conflicto como método de conquista social y política. Para el marxista, la historia se entendía a la luz del conflicto entre el oprimido y el opresor. Por esa razón, tal lucha debía promoverse con el objetivo de que los explotados conquistaran el poder. Y así, venzan a sus opresores. Bajo esa premisa, consideraban que la familia era parte del campo de batalla, en el que los padres oprimían a sus hijos, y los sexos se oprimían entre sí. La solución a tal explotación radicaba en la rebelión de los oprimidos dentro de la familia, de tal forma que ésta finalmente desapareciera. Esto consta en los textos clásicos escritos por Marx y Engels.

 

Pues bien, la ideología de género es una corriente de pensamiento que utiliza el mismo método de análisis para explicar los conflictos familiares. Esta ideología nada tiene que ver con la justa reivindicación del papel de la mujer. La equidad y la reivindicación femenina es un noble ideal, en el cual todos los socialdemócratas creemos. De hecho, como Secretario General del PLN, designé 16 mujeres en el secretariado, de 31 puestos posibles. El punto es que los socialdemócratas creemos que la mujer merece libertad y protagonismo, pero no por la vía del conflicto, o la guerra entre los sexos. Insistir en la idea de que la libertad de la mujer se conquista por la vía del conflicto, devalúa su dignidad natural. La ideología de género es neomarxista, porque sostiene la necesidad del conflicto como método para enfrentar los desafíos de la familia actual. Para muestra, un ejemplo: la ideología de género justifica el aborto bajo el argumento de que la maternidad es una “servidumbre” que se le impone a la madre. Aún más, una destacada filósofa de la ideología de género, -Judith Butler-, es prolífica en bibliografía que resulta coincidente con el viejo ideal marxista de supresión de la familia. Por ello, la gran mayoría de las mujeres líderes de la socialdemocracia costarricense, quienes han dedicado su vida a la tarea de reivindicar política y socialmente a la mujer, son también firmes críticas de obsecuencias de tal naturaleza. En este punto, agrego que mis argumentos tampoco tienen relación con la realidad de que existen excelentes familias de un único padre o madre, o familias en las que ambos padres están ausentes, -y pese a ello-, son familias perfectamente funcionales por el cuidado de abuelos, tíos u otro tipo de intervinientes amorosos que velan por sus miembros.

 

Así las cosas, ¿cuál debe ser la posición socialdemócrata en torno a la ideología de género? La misma que Eduard Bernstenin, -uno de los padres fundadores de la socialdemocracia-, escogió. Rechazó el método marxista del conflicto. La socialdemocracia nace precisamente porque confronta ideas como el de la lucha de clases, el del conflicto entre sexos y el de la supresión de la familia. A partir de la 2da Internacional, la fractura entre la socialdemocracia y el marxismo se hizo insalvable. Al punto que la socialdemocracia se identificó con corrientes contrarias al marxismo, como la filosofía neokantiana y el fabianismo. Como la socialdemocracia es una corriente de pensamiento amplia, con el transcurso del tiempo, también se alimentó  de otras fuentes, como la filosofía cristiana. Tanto así que, Don Pepe Figueres, -líder fundador de la socialdemocracia tica-,  en el simposio “La Costa Rica del año 2000”, declaró que, en aquello que era “principal” para él, -tal y como lo era el fundamento ético-, prefería las tesis cristianas. (Mideplan, Imp.Nal. pág. 116). Daniel Oduber también fue contundente al respecto. Tanto así que, -en su obra sobre el origen de la socialdemocracia nacional-, dedica todo el capítulo sexto a la defensa del cristianismo. (Raíces del PLN, cap.6). Sin duda, la ética cristiana ha sido un pilar cultural básico de la socialdemocracia costarricense. No por casualidad, uno de los ideólogos originales del movimiento socialdemócrata tico, fue el sacerdote Benjamín Núñez, miembro de la Junta fundadora de la 2da. República. Posteriormente, la activa incorporación de líderes judíos en la socialdemocracia nacional, enriqueció aún más la veta espiritual de su pensamiento.

 

En otros campos, -como el del movimiento trabajador-,  la socialdemocracia nacional también ha procurado evadir las teorías materialistas del conflicto, tal y como sucede con el solidarismo. Este último es un movimiento laboral inspirado en las ideas del socialdemócrata Alberto Martén, que representó para el trabajador una alternativa ajena a la lucha de clases. Estas raíces, de naturaleza espiritual, no niegan que la socialdemocracia es hija de la laicidad, que es el sano principio de separación entre Estado e Iglesia. De hecho, la laicidad se deriva de conceptos espirituales. Por el contrario, la ideología de género es hija del laicismo, algo diferente a la laicidad. El laicismo solo acepta las filosofías materialistas en el debate. Pretende amordazar toda iniciativa que sea contraria a dichas corrientes. Ahora bien, reconozco que en Europa varios partidos socialdemócratas han optado por la ruta del laicismo y de la ideología de género. Por ejemplo, la España de Rodríguez Zapatero. El fue un gobernante socialdemócrata que llegó al extremo de aprobar una ley que permite el aborto en madres menores de edad, -con hijos sanos en su vientre-, sin el consentimiento de los padres. También es cierto que otros importantes líderes, -incluso izquierdistas como Rafael Correa o Tabaré Vasquez-, se han convertido en feroces oponentes de la ideología de género. En fin, como ciudadano tengo derecho a opinar, pero más grave es mi responsabilidad como líder. Como tal, debo inspirar y colaborar en señalar el rumbo. Por eso es que en lo ético, aspiro a la misma socialdemocracia que preconizó Don Pepe y Daniel Oduber. Una socialdemocracia que optó, -en lo cultural-, por fundamentar su ideario en la ética judía y cristiana. Por eso milito allí. Y mientras yo participe en su dirección, velaré para que a nadie se le persiga por abrazar tan profunda convicción. fzamora@abogados.or.cr