miércoles, 29 de noviembre de 2023

POR QUÉ CREO EN LA SUPERVIVENCIA DE LA LITERATURA IMPRESA

 Dr. Fernando Zamora Castellanos.

Abogado constitucionalista

 

El libro y el periódico en su formato tradicional de papel sobrevivirá, y por el bien de la cultura, debe regresar como fenómeno de grandes masas. Por las razones que explicaré, la existencia de la literatura en papel seguirá siendo indispensable entre los ciudadanos que se toman en serio ejercer lecturas prolongadas. Buena parte de esas razones son estadísticas alarmantes que nos llevan a la convicción definitiva sobre lo necesario que es para el cerebro disminuir el uso de los aparatos electrónicos. Una de las consecuencias de la exposición prolongada a los aparatos tecnológicos, es que el cerebro se incapacita para prestar concentración por largos períodos. Por el contrario, cuando se toma un libro o un periódico, nos vemos obligados a enfocar ese instante vital en el ceremonial que representa la lectura a partir del ejemplar que nuestras manos poseen. Según investigaciones de la Universidad de Oxford, leer en ordenadores digitales impele a una constante desconcentración, sea por las comunicaciones que llegan a los mismos artefactos, sea por algún correo o por la interrupción que el mismo ordenador provoca ante cualquier hipervínculo o notificación momentánea, hasta ser expulsado de ese mundo que te dejaba absorto en el embeleso de la buena lectura. En el caso de aparatos electrónicos destinados exclusivamente a la lectura, como kindle, el problema es de otra naturaleza, tal como veremos. 

 Como es sabido, la prensa anunció que el Gobierno de Suecia decidió detener el avance de su programa de digitalización en los institutos docentes de ese país, y regresar al libro de texto tradicional. La decisión de Lotta Edholm, ministra de Educación sueca, se tomó tras conocer los resultados del año 2021 para Suecia, del Informe de los estudios internacionales que evalúan la capacidad de comprensión de lectura de los estudiantes. Según el gobierno sueco, la digitalización electrónica de la lectura jugó un papel importante en la disminución de la capacidad lectora entre los alumnos del país. La referida investigación se sustenta en evaluaciones hechas a cuatrocientos mil niños de cincuenta y siete naciones del mundo. A raíz de que España tampoco salía bien parada del estudio en mención, la Dra. Teresa Sánchez, experta en el tema de la Universidad de La Rioja, entrevistada por la revista Newtral, señalaba que, si bien es cierto los beneficios de aplicar tecnología cibernética en la educación eran obvios, la digitalización de la lectura era dañina, por cuanto el ordenador electrónico no es la mejor opción para captar la atención educativa, de forma que la prioridad es que el alumno se desenvuelva con libros manuales, y usando los medios cibernéticos únicamente como una herramienta accesoria.

De acuerdo a estudios de la lingüista estadounidense Naomi Baron, con el uso masivo de ordenadores electrónicos para leer, han aumentado sustancialmente los porcentajes estadísticos de estudiantes universitarios incapaces de terminar lecturas extensas. Investigaciones publicadas por la inglesa Universidad de Loughborough, han denominado “conducta de chequeo” al comportamiento caracterizado por constantes inspecciones a los aparatos electrónicos en búsqueda ansiosa y célere de información sin mayor profundización, lo que hace además que nuestra capacidad de enfoque en actividades productivas prolongadas sea cada vez menor. La conclusión del experto en data Leo Yeykelis, publicada por la Universidad de Oxford, determinó que el setenta y cinco por ciento de los estudiantes sometidos a experimentación en sus laptops, no lograba superar el primer minuto de concentración sobre un contenido, pasando a otro cada diecinueve segundos de promedio. Otro dato publicado por el medio digital Wired, señalaba que los ejecutivos chinos de la red social Tik-Tok reconocían que sus investigaciones internas documentaban que los videos de más de sesenta segundos causaban estrés en el cincuenta por ciento de sus usuarios. Y de acuerdo al académico en filosofía Pablo Muñoz Iturrieta, el número de personas remitidas a tratamiento clínico por adicción a los artefactos tecnológicos aumentó en un mil por ciento, al extremo que en China se han abierto más de trescientas clínicas especializadas en el problema. Según un estudio realizado en veinticuatro países, y documentado por la revista académica “Computers in human behavior”,  las consecuencias de pasar mucho tiempo detrás de las pantallas electrónicas son muy parecidas al de las sustancias dañinas, como lo son problemas físicos (usualmente oculares por el brillo de las pantallas) los síndromes de abstinencia, disipación de la actividad productiva, empeoramiento de las relaciones familiares, dificultades de aprendizaje, emociones negativas, necesidad de liberar dopamina, entre otras muy similares a lo que sucede con otros vicios.

 Ahora bien, mi convicción en relación a este asunto la ilustraré con una analogía: Juan Brenes Vega es un talentoso artista que solo pinta temática cervantina mediante plumilla a tinta china. Su domicilio no es cercano, pero me gustan mucho sus obras, por lo que, para adquirirlas, primero me remite las imágenes digitales de su producción. Una vez que las veo en digital, escojo las que de acuerdo a mi gusto son las más hermosas, y que serán las que él trasladará para poder verlas después en físico y así escoger aquella que finalmente compraré. Si bien puedo verlas en digital, es en físico como realmente las contemplo y valoro. Por eso un Caravaggio se puede ver desde un buen ordenador digital, pero no es lo mismo mirar que disfrutar un Botticelli, y para hacerlo en toda su plenitud, es necesaria su versión física. Aunque no de manera exacta, algo similar sucede con el libro o el periódico: tomar su versión física es degustarla mediante un ritual de concentración en el acto de la lectura y del objeto físico que la hace posible. Allí surge el juego lúdico del conocimiento a través del tacto, del pasar y repasar de sus hojas, o del intercambio que me permite anotar al margen, subrayar, palpar y hasta ocasionalmente regocijarme con el olor del papel. Y aquí un argumento final: ciertamente puedo leer libros o periódicos en Kindle con un brillo mejor calibrado que el de la computadora, pero cuando ejercito por esa vía la lectura, el agotamiento visual y mental que provoca la luz que produce cualquier pantalla cibernética, por muy bien calibrada que esté, hace que leer sea cansino y fastidioso.     

 fzamora@abogados.or.cr  

jueves, 16 de noviembre de 2023

FRONTERA DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

 Dr. Fernando Zamora Castellanos. Abogado constitucionalista.

Detecto una exagerada expectativa en relación a lo que la inteligencia artificial puede alcanzar. La definición más generalizada de lo que es la inteligencia artificial, se resume como las capacidades de la informática para crear sistemas que ejecutan tareas que generalmente dependen de la inteligencia humana, como lo son, entre otras actividades, la necesidad de automatizar la aplicación de razonamientos, adquirir información, ordenar labores, organizar datos y programar actividades. Básicamente funciona combinando algoritmos cuyo fin es crear sistemas que alcancen posibilidades similares a las del ser humano. De acuerdo a la generalidad de usuarios que he consultado, la herramienta más popular del mercado para usar esa inteligencia, es GPT3 aunque, por supuesto, existen otros proveedores del sistema. Sé de amigos que la han utilizado, por ejemplo, para programar prácticamente toda la planificación y agenda de un viaje, desde la información de vuelos más convenientes, hoteles, medios de transporte a utilizar, donde alimentarse de acuerdo a los presupuestos indicados y lugares específicos que es conveniente visitar. Todo automatizado. Si bien es cierto, no me cabe duda que a futuro será una herramienta que tenderá a perfeccionarse exponencialmente, y que nos facilitará la vida en muchos aspectos, igualmente estoy convencido que la inteligencia artificial nunca podrá superar nuestras propias capacidades, tal como algunos creen y generando falsas expectativas. Si hay quienes aspiran a sustituirnos a través de ella, al final del camino sus esfuerzos se verán indudablemente frustrados. Para ilustrar esta convicción, resulta oportuna una anécdota cervantina que se extrae de una de sus brillantes paradojas literarias.

 

Consta en el capítulo quincuagésimo primero del Quijote, cuando se encontraba Sancho gobernando Barataria, y con ocasión de esa circunstancia, le sometieron el siguiente caso a su jurisdicción: “Señor, un caudaloso río dividía dos términos de un mismo señorío…y esté su merced atento, porque el caso es algo dificultoso. Digo pues, que sobre ese río estaba un puente, y al cabo de él, una horca y una casa de audiencia, en la cual había cuatro jueces que juzgaban la ley que puso el dueño del puente y del señorío. La ley era ésta: si alguno pasare por este puente de una parte a otra, ha de jurar primero adónde y a qué va; y si jurare verdad, deben dejarle pasar; y si dijere mentira, que muera por ello ahorcado en la horca que allí se encuentra, sin remisión alguna. Sabida esta ley y la rigurosa condición de ella, pasaban muchos, y luego, en lo que juraban, se echaba de ver que decían verdad, y los jueces los dejaban pasar libremente. Sucedió una vez que tomando juramento a un hombre, juró que se dirigía a morir ejecutado por orden de los jueces en aquella horca que allí estaba, y no a otra cosa. Advertidos los jueces del juramento, se dijeron: si a este hombre le dejamos pasar libremente, mintió en su juramento, y conforme a la ley debe morir; pero si le ahorcamos, en tanto él juró que iba a morir en aquella horca por nuestra sentencia, habría jurado verdad, y entonces por la misma ley debería ser libre.” Pues bien, en un sistema metódico de justicia esta paradoja no tiene solución, porque si al caminante se le deja continuar, con ese mismo acto se le hace reo de muerte, y al mismo tiempo, si se ahorca al visitante, lo que se consigue es que él dijera verdad y por tanto sea una sentencia injusta. Al final Sancho solucionó el dilema apelando a razones de orden superior, se decanta por absolver al viajero apelando a la creación de un sistema formal más elevado: la misericordia. Invocando a su maestro Don Quijote, Sancho declara entonces: “cuando la justicia estuviese en duda, pues siempre es alabado más el hacer bien que mal, y decantarse por la misericordia.” Y así resuelve innovando con axiomas que hasta ese momento no estaban en el sistema, sino en un ámbito superior de creatividad inspirada. Algo que nunca lo podría alcanzar un ordenador artificial. Y solo nosotros lo podemos lograr por nuestra naturaleza trascendente.

 

En su obra sobre las recientes conquistas científicas, el investigador español José Carlos González-Hurtado nos recordaba que Kurt Gödel demostró que todo sistema lógico coherente es necesariamente incompleto, y que existen verdades que, si bien es cierto lo son, no pueden ser demostradas mecánicamente. Si sabemos que muchas verdades no pueden ser de esa forma demostradas, sabemos también entonces que el espíritu humano, que percibe y reconoce realidades indemostradas, es superior a cualquier máquina que mecánicamente será siempre incapaz de acceder a ellas. Por ejemplo, en 1930 su reconocido teorema de Gödel demostró, -en relación a la mecanización de las matemáticas-, que el pensamiento humano supera cualquier conjunto de axiomas, reglas o programas, siendo capaz de una creatividad propia, con una naturaleza única, genuina e irrepetible, no derivado ni consecuencia de apotegma o proposición previa alguna. Por eso nos preguntamos la razón de por qué el intelecto humano tiene la asombrosa facultad de una creatividad que es imposible programar, o bien de apreciar verdades que no se pueden demostrar de forma absoluta, pero que nuestras almas intuyen.

 

Para Gödel, igual que para otros intelectuales que se han atrevido a cuestionarse tal misterio, en el trasfondo del entendimiento humano, -que nos hace siempre avanzar más allá de lo mecánico-, se apunta a la influencia de una inteligencia absoluta que es trascendente, y que mueve nuestro espíritu a superar el propio límite de las posibilidades metódicas, y que yace presente en nosotros y en cada acto de innovación creadora. Aspecto que es, de hecho, lo que cimenta nuestra propia convicción de trascendencia. Aún más, es gracias a nuestra verdadera trascendencia, que podemos intuir proposiciones que no se pueden dar por probadas sino apelando a otras suposiciones superiores, y sin que sea necesario formalizarlas previamente, como sí están obligados los ordenadores o la inteligencia artificial mecanizada. A esta le es imposible superar su propio sistema formal, por cuanto no puede apelar a una información no presupuesta, como sí lo logramos hacer los humanos cuando echamos mano de nuevas realidades creativas.

fzamora@abogados.or.cr  

jueves, 9 de noviembre de 2023

PERSECUCION TOTALITARIA A LA CIENCIA

 Dr. Fernando Zamora Castellanos.

Abogado constitucionalista

 

Por los desafíos que enfrentamos, el avance de la ciencia es una necesidad imperante para la humanidad. Del testimonio histórico que repasaré adelante, resulta evidente la necesidad de protegerla de los ataques que ella recibe, a raíz de los prejuicios tan típicos de las corrientes ideológicas. Esa es una de las mayores amenazas a las que la ciencia se enfrenta hoy y tomar consciencia de ello, es uno de los mayores deberes intelectuales que tenemos los occidentales del siglo XXI. La primera gran persecución del último siglo, la sufrió el científico soviético Alexander Alexandrovich Friedmann, un matemático ruso, cuyas conclusiones determinaron, a principios del siglo XX, que el universo en estado estacionario era inviable y que el universo debía estar en estado de expansión. Con las conclusiones científicas de Alexandrovich, se contribuía a dar por demostrado que el universo había tenido un inicio. Aquella prueba científica tenía consecuencias terribles para el régimen soviético, que estaba sentado sobre la base del materialismo histórico de Carlos Marx y Federico Engels. Eso por cuanto el materialismo histórico partía del supuesto de que el universo y la existencia del hombre, estaba condicionada de acuerdo a un principio axiológico cardinal: que toda la realidad con la que los seres humanos interactuamos está constituida únicamente por materia y energía y que nada existe fuera de ella. Para facilitar dicha suposición materialista, era indispensable promover el postulado que afirmaba la existencia eterna de la materia, pero los cálculos de Alexander desdecían esa suposición, pues demostraban que el universo tenía un principio a partir de la nada. Aquellos resultados eran fatales para los intereses ideológicos de la nomenklatura soviética, dirigida entonces por Stalin, quien en 1925 ordenó aniquilarlo con una pera envenenada al volver de Crimea, donde disfrutaba su luna de miel. El investigador francés Michel-Ives Bolloré nos recuerda que los mandos soviéticos advertían que asegurar que el universo tenía un inicio era “un tumor canceroso que corrompe la teoría astronómica moderna y que representa el principal enemigo ideológico de la ciencia materialista”

 

Pues bien, la persecución totalitaria a la ciencia por parte del régimen stalinista continuó. Se ensañaron contra los científicos del observatorio astronómico de Poulkovo, ubicado en Leningrado, cuyos científicos documentaron cálculos que daban por cierto que el universo había tenido un comienzo. El observatorio era dirigido por Boris Guerassimovitch, y era de los más prestigiosos de esa nación. La arremetida contra aquellos científicos inició con una serie de publicaciones realizadas en la prensa oficial del Partido, donde se atacaban sus conclusiones acerca de la certeza de que el universo implicaba un momento de origen, lo que se consideraban era una tendencia contrarrevolucionaria. Con el pasar de las décadas, la tesis del observatorio fue finalmente confirmada por el mundo, demostrando que ciertamente el universo tuvo un inicio y tendrá un final. Pese a ello, en aquel momento los científicos fueron acusados de aupar las tesis religiosas. Por tal razón, además de Gerassimovitch, fueron finalmente fusilados los científicos Dimitri Eropkine, secretario de la comisión de estudios solares, Evgueni Perepelkine, jefe del laboratorio de astrofísica, y los científicos Maximilian Musselius, y Piotr Iachnov, ambos astrónomos que laboraban en dicho observatorio y que habían contribuido en los resultados finales de dichos cálculos. En otro caso de persecución relacionado con los estudios pioneros en gravedad cuántica, -resultados que eran incómodos para las teorías materialistas del soviet-, después de arrestarlo en su apartamento de la calle Rubinstein de San Petersburgo, y juzgarlo en febrero de 1938, se eliminó con un tiro al físico Matvei Petrovich Bronstein. También se fusiló a Boris Numerov miembro de la Academia soviética de ciencias, quien fue el autor del método para resolver las ecuaciones diferenciales de segundo orden.

 

Amerita advertir que las persecuciones totalitarias de la historia reciente no se limitan a los prejuicios materialistas de la doctrina marxista, sino que también incluyó la experiencia del darwinismo social nazi, básicamente de naturaleza racista. En ese caso, se tiene documentado la existencia del movimiento Deutsh physik, usado por la jerarquía de las instituciones alemanas del nazismo para perseguir a los científicos judeo-alemanes que no comulgaran con sus convicciones. Por ello atacaron a Werner Heisenberg cuya tesis del principio de indeterminación chocaba, a criterio de las autoridades nazis, contra la “física aria” y “el secularismo nazista”. Otro que debió huir fue Max Born, premio nobel de física en 1954, cuyas teorías de la mecánica cuántica resultaron incómodas para la ideología nazi. Por razones asociadas a su condición étnica o racial, se tuvieron que exiliar el judío Albert Einstein, el científico Kurt Godel y el también judío Otto Stern, premio nobel de física en 1943 y poseedor entre 1925 y 1945, de 82 nominaciones al nobel. De hecho, la persona con más nominaciones a ese premio de la física. Y si se trata de referir a las últimas décadas, es un grito a voces la solapada y discreta persecución, -por supuesto que de menor intensidad a la antes narrada-, que sufren muchos de los miembros de la comunidad científica y académica, que les obliga a ocultar sus distintas convicciones culturales, para no ser excluidos del ámbito de oportunidades que ofrece la participación en el gremio. Sino recordemos las humillaciones sufridas por el monje agustino Gregorio Mendel, del que fueron igualmente ignorados sus estudios científicos sobre los principios básicos de la herencia genética. Por ser hombre de fe, Mendel estaba convencido que tras la creación existía un orden prediseñado, por lo que se dispuso a escudriñar el mundo natural hasta lograr el descubrimiento de los principios básicos de la herencia genética mediante el cultivo de guisantes, que era lo que tenía a la mano. El abad publicó sus estudios en la revista de la sociedad científica de Brünn, muy difundida en Europa. A pesar de los implacables y asombrosos datos que Mendel aportó, la comunidad científica le pagó con total indiferencia y desprecio. Pese a la contundencia de sus descubrimientos, la explicación de esa actitud se debió al hecho de que él era un monje, y por tanto ajeno a la comunidad científica. Los prejuicios prevaleciendo frente a la verdad científica.  fzamora@abogados.or.cr