martes, 26 de septiembre de 2017

EL DECLIVE DEL CONCEPTO NORTE-SUR

Dr. Fernando Zamora Castellanos
Abogado constitucionalista.

Publicado en el periódico La Nación:
http://www.nacion.com/opinion/foros/declive-concepto-norte-sur_0_1660233988.html

Varios economistas de la década de 1950 del siglo pasado y durante casi todo ese siglo, sostuvieron una doctrina denominada el estructuralismo, la cual esencialmente consistía en la convicción de que la economía de América latina, -y en general la del sur del mundo-, estaba condicionada para mal por el norte desarrollado. Uno de los máximos exponentes de esta teoría fue Raúl Prebisch, Secretario Ejecutivo de la CEPAL (organización económica suprarregional de la ONU en esa materia), quien sostenía la existencia de un problema estructural. Para ellos, el problema surgía entre las metrópolis económicas, que estaban en el “centro”, geográficamente ubicado en el hemisferio septentrional, y por otra parte su “periferia”, que era el austral o sur. Para los estructuralistas, las economías periféricas estaban condicionadas por el hecho de que las desarrolladas economías del “centro”, nos vendían bienes con un valor tecnoindustrial mucho mayor que el de nuestras exportaciones de materia prima. Se aferraban a esa razón para considerar que nos arrastraban hacia un constante perjuicio en los términos de intercambio comercial mutuo. Concluían que la consecuencia de tal inequidad en las condiciones comerciales era que nosotros, en el sur, cada vez adquiríamos menos productos fabricados en el norte desarrollado, o “centro”, y por el contrario, ellos adquirían cada vez más de nosotros, los del sur o “periferia”. El resultado final es que el centro cada vez vendería menos a la periferia, a peor precio, pero adquiriendo más de ella.


Así las cosas, la tesis de los estructuralistas fue la de cerrar nuestras economías al comercio internacional, e implementar políticas públicas de fomento industrial. Lo que se denominó “política de sustitución de importaciones”, que tal como la frase lo indica, consistía en la vocación económica de sustituir, mediante producción nacional, lo que se importaba de las metrópolis mundiales. El éxito de la estrategia estructuralista fue relativo, pues pese al esfuerzo realizado, estas industrias se circunscribieron a los limitados mercados nacionales de cada país latinoamericano. Para entonces el mercado latinoamericano era aún más cerrado, y tal como ahora, el subcontinente no se abría para estimular una vocación competitiva de nuestras empresas industriales. Amén de que las sociedades latinoamericanas eran muy pobres. El resultado final del experimento fue el fracaso competitivo de una latinoamérica comercialmente fragmentada, frente a economías de otros hemisferios que se agigantaron, como las de Asia. El vagón de la estrategia estructuralista finalmente debió detenerse en la llamada década perdida (década de 1980), cuando los índices de crecimiento y productividad latinoamericanos fueron insostenibles.

A la par del estructuralismo, también tomó fuerza la llamada teoría de la dependencia -de origen marxista-, según la cual, las economías del sur básicamente eran pobres porque eran explotadas por las del norte. De acuerdo a esa convicción, la economía de mercado estaba determinada por una mecánica en donde los que ganan, necesariamente lo hicieron porque otros perdieron. Pero hoy esa teoría no goza del mismo crédito. El concepto ha sido reexaminado por profesionales de la misma Cepal, como José Antonio Ocampo, considerado por el Centro Internacional de investigación para el desarrollo como uno de los economistas más importantes de los últimos veinticinco años. Incluso antes de morir, Eduardo Galeano su principal exponente, reconoció que a la edad en que escribió su manifiesto, no estaba lo suficientemente capacitado para haberlo escrito. La realidad demostrada es que cuando las transacciones económicas son honestas, de una u otra forma ambas partes ganan. Una prueba histórica que demostró las bondades de la apertura comercial hacia el mundo por parte de nuestro subcontinente, radica en las irrefutables estadísticas durante el coloniaje español. Por ejemplo, durante el monopolio comercial impuesto por España, que impedía a nuestras colonias comerciar con cualquier otra nación fuera de la madre patria, la economía estuvo muy distanciada de las estadísticas de prosperidad que surgieron a partir de la apertura comercial que autorizó el Rey Carlos III.   

Ahora bien, ¿qué hecho ha evidenciado con mayor contundencia el declive de la noción norte-sur?: sin duda el vertiginoso paso hacia la realidad digital. Hoy los niveles de bienestar, y por tanto la división en el acceso a las oportunidades, ya no está estrictamente condicionada por la geografía norte-sur, pues lo que influye es la distancia que existe entre quienes dominan la tecnología digital, y quienes no tienen acceso a ella. Independientemente del hemisferio en el que vivan, o si su economía es del “centro” o de la “periferia”, pues, ¿qué debe entenderse hoy por centro económico mundial? Ciertamente Estados Unidos sigue siendo la mayor economía, pero no se sabe si ahora periferia es un medio oeste estadounidense desconectado a internet, en relación a la ciudad de California, o si, en relación a la misma California, son por ejemplo aquellos costarricenses que sí estén conectados a la revolución digital, tal como lo planteó Felipe Gonzalez en su última obra. Porque un ciudadano del hemisferio norte cibernéticamente analfabeta, tendrá menos potencial que un ciudadano del sur plenamente involucrado en la revolución digital.

Países que pertenecen al hemisferio sur como Singapur, cuya economía hasta hace treinta años era considerada “periférica”, hoy vende derivados de petróleo de altísimo valor, pese a que no produce una gota de crudo. ¿Cómo lo ha logrado? tres ingredientes esenciales hay en la fórmula de países como Singapur o Corea del Sur: a) su total inmersión en la revolución digital, b) el enfoque hacia la educación técnico científica de su población, y c) economías nacionales absolutamente dirigidas hacia una vocación exportadora. Incluso esta estrategia tiene poco -o nada-, que ver con la orientación política de los Estados que ensayan dicha fórmula, pues también le funcionó a una China sin libertad política que, después de Deng Xiao Ping, pasó de ser una bucólica economía de subsistencia, a ser la segunda potencia del mundo. Independientemente de donde se encuentre geográficamente ubicada una nación, pertenecerá al centro económico del mundo quien ofrezca una innovación técnica que añada valor a la sociedad digital. La noción “norte-sur” entró en franca decadencia porque la realidad digital está destruyendo, tanto los núcleos, como las fronteras económicas de ayer. fzamora@abogados.or.cr

 

 

miércoles, 13 de septiembre de 2017

EDUCACION DE ALTO COEFICIENTE

Dr. Fernando Zamora Castellanos
Abogado constitucionalista.

Publicado en el periódico La Nación:
http://www.nacion.com/opinion/foros/Educacion-alto-coeficiente_0_1658034181.html

 

A raíz de una observación que sobre el tema educativo hice en mi artículo “Socialdemocracia y desigualdad” (LN 21/7/17), algunos lectores me enviaron -vía correo electrónico-, interesantes preguntas que motivaron esta reflexión. Me limitaré a lo que especialistas estiman son algunos parámetros esenciales de un modelo educativo eficiente para el siglo XXI. El primer parámetro con el que inicio, lo ha desarrollado Howard Gardner, un experto en educación de la Universidad de Harvard. Para Gardner la educación del futuro debe priorizar en educar las inteligencias, pues sostiene una teoría muy generalizada, acerca de la existencia de inteligencias múltiples. Fundamenta su tesis desde la centenaria tradición de desarrollo de las evaluaciones psicológicas. Su conclusión es que la ciencia profundizará cada día más en las estructuras neuronales implicadas en la ejecución de las diferentes actividades intelectuales, demostrando hasta qué extremo las capacidades pueden ser independientes unas de otras. Y escudriñando hasta qué punto, sujetos que destacan en determinada actividad, lo hacen porque tienen procesos neuronales distintos. Un creyente traduciría esta tesis científica con la idea del “llamado”, o en otras palabras, que existen distintos llamados y propósitos de vida para cada persona. Incluso tal concepto de inteligencias múltiples condiciona los métodos educativos, pues algunos aprenden mejor visualizando y palpando, otros escuchando, algunos memorizan con facilidad datos, mientras otros lo hacen con colores o sensaciones. Hay quienes aprenden mejor en solitario y otros en grupo. Así las cosas, ante la pluralización de inteligencias, el primer parámetro es que deben existir tanto métodos educativos como educación enfocada en las distintas inteligencias o “llamados”.

 

Un segundo parámetro, nos advierte que, además de aprender, hoy es de fundamental importancia “aprender a aprender”. Cecilia Bixio, experta en pedagogía de la Universidad de Rosario, nos señala que no basta que por medio de la evaluación el docente se asegure que el alumno adquirió la información impartida, pues el diseño didáctico también debe apuntar al constante desarrollo de estrategias de aprendizaje. De tal forma que el alumno también adquiera las destrezas sobre cómo “aprehender” conocimientos. Un tercer parámetro nos refiere a la educación centrada en la creatividad. Aquí el educador cataliza, facilita, es orientador sutil y agente de enseñanza, pero no causa definitiva. Va más allá de los procesos lineales del hemisferio izquierdo de nuestros cerebros, e incluso se legitima la intuición que, -tal como la define el diccionario-, es la percepción rápida de la verdad sin que medie razonamiento consciente. Se promueve la creatividad reconociéndola como un conocimiento que del interior brota. Es esa forma inmediata de conocer a través del sentir interno, donde el hemisferio izquierdo del cerebro no interviene. De ahí que el científico del aprendizaje Jerome Bruner sostenga que todo niño, enfrentado a una materia nueva, echa mano de la intuición so pena de quedar paralizado. De igual forma actúan los científicos cuando apelan a la intuición al quedar neutralizados operando en las fronteras de su especialidad. Por ello es indispensable que, en el currículo educativo, se fomente la combinación e integración de asignaturas  científicas con talleres creativos que estimulen los métodos propios del hemisferio derecho del cerebro (arte, estimulación sensorial, etc.). Aquí es ineludible la integración teoría-práctica, como lo es por ejemplo, aprender matemática elaborando una cúpula, o historia mediante una dramatización teatral. Algunos especialistas van más allá, y sostienen la necesidad de impedir la teoría sin práctica. Es fomentar con agresividad la creatividad hasta generar una masa crítica de creadores y emprendedores, tal como sucedió en el Renacimiento. Aún más, no hay forma de producir riqueza si no es cultivando la existencia de emprendedores, que son quienes generan empleo y pagan impuestos. Un cuarto parámetro alude a la educación excepcional para el alumno en desventaja social. Paulo Freire se refiere a ella como la “educación para el oprimido”. Este tipo de educación comprende la educación extramuros, que incluye proyectos de valoración sociológica del hogar, asistencia socioeconómica, abordaje de los factores de riesgo de delincuencia juvenil, y la integración al proceso educativo, tanto de los padres o guardadores del estudiante, como de la comunidad y sus autoridades locales.  

 

Un quinto parámetro apunta hacia lo que autores como Alfredo Gadino denominan “gestión del conocimiento”. Dicho concepto implica, entre otras, las estrategias generales de pensamiento potenciadoras de la imaginación, la atención y la memoria; así mismo los métodos para potenciar los dominios específicos del conocimiento, como las ciencias naturales, la matemática o las ciencias sociales, y las estrategias que implican espacio de intersección de pensamiento y acción, como lo es la exploración de soluciones alternativas a los problemas y las estrategias de toma de decisiones en distintas coyunturas. Otra vertiente de este mismo paradigma se refiere a lo que Evangelina Simón, experta en comunicación y lenguaje, refiere como los métodos para el desarrollo de hábitos de interpretación. Hace una clara distinción entre lo que es comprensión y lo que es interpretación, criticando el énfasis único en la “comprensión”, propio del viejo paradigma educativo. La importancia de esta diferencia se refleja en aspectos como la lectura crítica en internet, tema ampliamente desarrollado por la experta en educación Beatriz Fainholc. Sin capacidad de interpretación crítica, no hay forma de discernir lo que amerita ser aprendido dentro del enorme acervo digital del ciberespacio. O sea, discernir entre a) el conocimiento que posee valor educativo y cultural, b) la información inocua  y c) información falsa, incorrecta, o dañina.

 

Finalizo con el parámetro más importante de todos, defenestrado por la actual incultura materialista de consumo: el fomento de los valores en el sistema educativo. Nuestra educación se ha rendido a los malolientes pies de una sociedad utilitaria, enfocada en la autocomplacencia egoísta y centrada en los placeres. Ideales como el honor, la templanza, la urbanidad, la pureza, o la fe en lo espiritualmente trascendente, hoy son malas palabras para ciertas voces estridentes y agresoras. Incluso se pretende expulsar del debate público a quienes defienden tales valores. Ahora el cultivo de la virtud es demérito y lo vulgar mérito. La cuestión de fondo es, ¿en medio de la incertidumbre actual, adonde le enseñaremos a nuestra juventud a anclarse? fzamora@abogados.or.cr