miércoles, 1 de junio de 2022

LA GOBERNABILIDAD

 

Dr. Fernando Zamora Castellanos.

Abogado constitucionalista

 

Una de las mayores preocupaciones de los analistas sociales es el tema de la gobernabilidad, pues es claro que, sin ella, es imposible una buena calidad de vida en sociedad; o enfocado de otra forma, el buen vivir solo es posible en las comunidades gobernables. De ahí la importancia de entender lo que la gobernabilidad es. Lo primero que amerita advertir, es la verdad de Perogrullo, de que el principal enemigo de la gobernabilidad es el caos. En su obra “¿Por qué?” la Dra. Sharon Dirckx narra los horrores de lo vivido en Somalia por funcionarios de ONGs durante los acontecimientos de 1993. Cualquier ciudadano extranjero que quisiera ingresar a Somalia para entonces, lo debía hacer con una escolta fuertemente armada; era condición indispensable para sobrevivir. Cualquier avión que -para evacuar personal-, se atreviese a aterrizar en la capital Mogadiscio, lo hacía manteniendo en tierra los motores encendidos, e inmediatamente despegar una vez logrado el brevísimo cometido. Dirckx describe en su libro una ciudad completamente en ruinas y calcinada por el fuego, donde la regla era ver adolescentes conducir con sus armas disparando intermitentemente por fuera de las ventanillas de los vehículos. Por el vandalismo contra los agricultores, la actividad agrícola era ya inexistente, y en áreas enteras de los hospitales, se podía oler las aguas negras en suelos bañados de sangre. Ese mismo año el caos traducido en genocidio también se apoderó de Ruanda, cuando la rivalidad entre etnias provocó la masacre de cerca de un millón de tutsis incitada por la hegemonía del gobierno Hutu.

 

En América, el prototipo de sociedad ingobernable -como consecuencia del desorden que allí impera-, es Haití. Una nota periodística del prestigioso diario español ABC internacional, del 7 de junio del 2021, publicaba un recuento histórico sobre dicho país, en el que, en apenas 72 años, -de 1922 a 1994-, se contabilizaba la pavorosa cifra de 102 guerras civiles, revoluciones, insurrecciones, revueltas y golpes de Estado. Desde su lucha independentista, que literalmente fue una horrorosa carnicería donde murieron cruelmente los franceses blancos de la isla, en todos los aspectos de su vida nacional, el caos ha sido el común denominador de ese Estado. Tal y como sucedió en Somalia o Ruanda, o en el pasado reciente de algunas ciudades centroamericanas, vastas zonas de Puerto Príncipe, la capital haitiana, son controladas por grupos de mafiosos dedicados a la extorsión, el robo y al secuestro, sin que las autoridades puedan siquiera penetrar en esas áreas.    

 

Ahora bien, seis son las condiciones básicas que la gobernabilidad requiere. En primer término, requiere el ejercicio del principio de autoridad, tan amenazado en las sociedades posmodernas. Sin embargo, para que la noción de autoridad prevalezca, es indispensable a su vez la defensa del concepto de lo que la verdad es. De ahí el peligro del relativismo, que niega y desacredita tal fundamento, desacreditando la existencia e importancia vital de la noción de la verdad. Una vez atacado ese concepto fundamental, es imposible sostener alguna escala de valores, por lo que la noción de autoridad se torna nugatoria e innecesaria. Así tenemos un primer conjunto de tres condiciones básicas para la gobernabilidad, cuales son: autoridad, reconocimiento del concepto de verdad y una jerarquía o escala de valores.

 

Un segundo conjunto de condiciones inicia con el concepto de dirección política en libertad. Sin el marco de la libertad, el ejercicio del poder y de la autoridad es despotismo. Y en tiranía, es imposible el ejercicio de la gobernabilidad, pues tal y como anotamos al inicio, si bien debe reconocerse que la gobernabilidad es una condición para el desarrollo, también debe advertirse que ella, por sí sola, no garantiza la prosperidad. De lo contrario, para conquistar el desarrollo de un país, bastaría cualquier leviatán totalitario donde el poder tenga férreo control del gobierno nacional. Y gracias a experiencias como la de la famélica Cuba, sabemos lo falso de ese tipo de quimeras. Es cierto que allí no hay caos porque la autoridad está firmemente asentada, y la sociedad uniformemente sujeta mediante los hilos que el poder manipula con dureza, sin embargo, es una realidad estadística que, en ese tipo de regímenes, no hay prosperidad. Allí hay un uso abusivo de las potestades de gobierno, con lo cual, la gobernabilidad se degrada por los excesos en el ejercicio de la autoridad. Así entonces, sumado al ejercicio de la dirección en libertad, tenemos una quinta condición de la gobernabilidad, que es la de las formas de gobierno equilibradas. Este es un viejo principio constitucionalista que inicia con las leyes políticas de frenos y contrapesos en el Estado, de tal forma que, en palabras de Montesquieu, uno de sus principales ideólogos: “el poder detenga el poder”. Si no hay gobierno contenido, que evite el crecimiento progresivo y omnímodo de ese poder que tiende a dominar cada vez mayores cotos de la vida ciudadana, la gobernabilidad es igualmente imposible, pues degenera en tiranía.

 

Finalmente llegamos a la última pero más fundamental de las condiciones de la gobernabilidad: la cultura social. El desorden es solo un síntoma de una crisis aún más profunda, como lo es la crisis cultural de los pueblos. En casi todas las circunstancias en que el caos aparece, éste no es sino una derivación de la crisis de cultura de las comunidades que lo sufren. De ahí la importancia de aceptar que la cultura de una sociedad, es la más férrea columna en la que se construye y sostiene la gobernabilidad. Un pueblo inculto será una sociedad ingobernable. Por eso la cultura de una nación es su principal posesión, y es un bien inmaterial. La cultura es esa vocación de bien y de bondad que genera mansedumbre, que es fortaleza bajo control, educación, urbanidad y espiritualidad genuina. De ahí la importancia que, del gobernante provengan el primer ejemplo de tales virtudes de caridad y templanza.  fzamora@abogados.or.cr  

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