viernes, 16 de diciembre de 2022

LECCIONES DEL MUNDIAL

 Dr. Fernando Zamora Castellanos.

Abogado constitucionalista

 

La participación costarricense en el mundial de futbol de Qatar 2022, nos deja varias lecciones como sociedad. La primera de ellas, es que cualquier logro relevante que podamos tener, sea de índole personal o colectiva, siempre será producto de un proceso. En otras palabras, nada de importancia se consigue sin someterse a un esfuerzo estratégicamente planificado, -y sostenido en el tiempo-, con constancia y disciplina. En este mundial, durante los dos últimos partidos que jugó nuestra selección, si bien es cierto fueron evidentes los deseos de hacer las cosas bien por parte de nuestros muchachos, de la información que se ha extraído en la opinión de los expertos, resulta claro, que la selección no tenía una identidad definida de juego. La dinámica de juego del equipo era carente de estilo y estructura definida, aunque vale advertir que esta carencia no era responsabilidad de los jugadores, pues fue claro que, en los últimos dos partidos, nuestros jugadores lo dieron todo, aunque su actuación fue más corazón que futbol. Ahora bien, un aspecto como la identidad futbolística de un equipo, si bien es cierto es una cuestión de talento, es básicamente un asunto de planificación estratégica forjada por medio de trabajo sostenido. Eso es así, no solo en el aspecto colectivo, sino incluso en el desarrollo individual del atleta. Expertos en la materia, como la estrella nacional Rolando Fonseca, reconocen que, si bien el futbolista nace con el talento, dicho don debe necesariamente ser forjado con las técnicas adecuadas, por medio de un proceso sostenido en el tiempo. 

 

La segunda lección es que, como sociedad, las conquistas que podemos alcanzar no dependen de nuestra extensión geográfica, ni tampoco del tamaño de nuestra población. Países como Croacia, Holanda, Suiza o Portugal, llegaron muy lejos en la competición, pese a que son naciones similares a la nuestra en población y extensión. La tercera lección consiste en el hecho de que la capacidad financiera no es necesariamente determinante para alcanzar éxitos en el plano deportivo o cultural. Ejemplo implacable de ello es el de que, en circunstancias de total ruina económica, Cuba alcanzara la gloria en las justas olímpicas.

Hasta el año pasado, Cuba había conquistado doscientos veintiseis medallas olímpicas, setenta y ocho de oro, de plata sesenta y ocho y de bronce ochenta, lo que la hace la nación hispanoamericana, incluyendo allí a España, más laureada en los Juegos Olímpicos. Dichos éxitos se han conseguido, a pesar de su absoluta quiebra económica. El mejor ejemplo de esta afirmación, sucedió en el llamado “período especial”, acaecido a partir de 1989, cuando la entonces defenestrada Unión Soviética suspendió la asistencia económica que otorgaba a Cuba. Pese a esa situación de casi indigencia nacional, los atletas cubanos, totalmente superados por la total ausencia de recursos económicos, compitieron al mismo nivel de excelencia con las grandes potencias mundiales, al punto que, en medio de lo más crudo del período especial fue que protagonizaron su más grande época dorada, dado que el mayor registro cubano de medallas se alcanzó en Barcelona 1992. Allí los atletas cubanos sumaron un total de 31 medallas: 14 oros, 6 platas y 11 bronces. Igualmente, en las olimpiadas australianas del año 2000, estuvieron cerca de repetir la hazaña, logrando una bicoca de 29 medallas. Pese a su dramática situación financiera, pero gracias a una disciplinada planificación, es usual ver a Cuba en el cuarto lugar del medallero mundial, o cerca de él. Una cuarta lección tiene relación con el tema de la veteranía de los jugadores. Si bien es cierto una parte importante de la afición acusó como razón de nuestro fracaso a la edad de algunas de nuestras estrellas, sin embargo, viendo el buen rendimiento de varios jugadores veteranos de selecciones que llegaron a octavos, cuartos y semifinales, muchos de ellos con más de 36 años, resulta claro que la edad no es un elemento que imposibilite el éxito deportivo. La experiencia de este mundial y otras múltiples competiciones, es la de que, pese a acumular años, un atleta puede mantener la excelencia en la competición deportiva.

Una quinta lección tiene que ver con la forja de la cultura deportiva. Es casi imposible conquistar la cima de un logro mundial si, como sociedad, no forjamos las destrezas propias de la cultura deportiva en la que aspiramos competir. En este punto ofrezco el ejemplo de Uruguay. Ese es un país que, pese a tener una menor población que la nuestra, le ha dado lecciones al mundo sobre cómo desarrollar la cultura del futbol. Aunque a eso que llaman “garra charrúa”, algunos le han llegado a atribuir su existencia, a la generalizada ingesta de carne en la población infantil y juvenil uruguaya, que podría según ellos, provocar una naturaleza de mayor fuerza y agresividad, lo cierto es que desde su infancia se les inculca a los niños uruguayos un espíritu competitivo muy acendrado. En esa cultura futbolística del Uruguay, tienen mucho que ver dos hechos históricos cardinales: el primero es que Inglaterra, nación que inventó el fútbol, tuvo una influencia fundamental en la existencia del país. Recordemos que en la independencia de Uruguay influyeron en buena medida acciones directas de la diplomacia británica, que buscaban acceso al Río de la Plata. Con la independencia de la República Oriental del Uruguay, limítrofe con la Argentina, el acceso al río resultaba una realidad internacional, y la Corona podía penetrar, por ese medio, hasta el río Paraná, accediendo así al resto del continente.  Eso provocó que Uruguay fuera muy influida por la sociedad que inventó el futbol. A lo anterior se suma el hecho de que Uruguay, un territorio sin mayor población desde las épocas de la conquista y la colonia, fuera poblado por europeos que inmigraron a finales del siglo XIX y principios del XX, época en la que se creó el futbol en Europa. Eso fue la semilla que provocó que Uruguay, siendo una nación pequeña y de escasa población, alcanzara en la segunda mitad del siglo XX, dos copas mundiales. Pero, sobre todo que, siendo una nación tan pequeña, desarrollara una tremenda tradición de cultura futbolística que les ha permitido competir de tú a tú con las potencias mundiales. Una cuestión de planificación y cultura. fzamora@abogados.or.cr  

No hay comentarios: